Con la excusa de los fines...
Son legi¨®n los que, como Artur Mas, buscan el refugio de la incuestionable bondad de los objetivos perseguidos para legitimar retroactivamente los instrumentos usados
Necessitem eines¡± es una de las frases m¨¢s repetidas por los pol¨ªticos independentistas de este pa¨ªs desde hace un tiempo. Con su ¨¦nfasis en la dimensi¨®n instrumental de lo que se persigue, la frase en cuesti¨®n remite a la vieja disputa, nunca del todo superada, entre medios y fines o, por utilizar la formulaci¨®n tradicional, acerca de si el fin justifica los medios.
A este respecto Artur Mas ¡ªcreativo hasta el ¨²ltimo momento¡ª no quiso abandonar el cargo de presidente sin dejar depositada su propia aportaci¨®n al debate. Su afirmaci¨®n ¡°Lo estoy haciendo bien porque hago el bien¡±, pronunciada en la hora de la despedida, podr¨ªa interpretarse en el sentido de que un buen fin proyecta su bondad sobre los medios que se utilizan para alcanzarlo.
No me voy a detener ahora en una de las consecuencias que se seguir¨ªan ahora de semejante premisa porque nos distraer¨ªa de lo que se pretende plantear a continuaci¨®n, pero al menos que quede dicho: por la misma l¨®gica un mal fin, un fin equivocado, proyectar¨ªa su maldad sobre cuantas herramientas se utilizaran para alcanzarlo. Como se advertir¨¢, de esto a descalificar a perpetuidad a cualquier adversario (al que por definici¨®n se le atribuye maldad o error ya que, si no, estar¨ªa con nosotros) diga lo que diga y haga lo que haga, no media ni un paso.
Importa mucho m¨¢s destacar ahora que en el planteamiento mismo del asunto se suelen dar por descontadas algunas premisas que distan de ser obvias o evidentes por s¨ª mismas. Una es la de que para alcanzar un determinado objetivo solo existe un medio posible. La casu¨ªstica habitual en estos casos gusta de servirse pr¨¢cticamente siempre del mismo tipo de ejemplos: ?considerar¨ªa leg¨ªtimo torturar al criminal que se apresta a cometer una masacre si de esta forma consiguiera salvar la vida de m¨²ltiples inocentes? y similares. Se reparar¨¢ en que lo que queda sin cuestionar en la pregunta es la posibilidad de que pueda alcanzarse el mismo objetivo por medios diferentes. De tener raz¨®n los que piensan que a cada fin le corresponden exclusivamente unos medios predeterminados no se hubiera abolido la tortura en muchos pa¨ªses, y la justicia, o incluso la simple prevenci¨®n del delito, en aquellos que s¨ª la hubieran abolido ser¨ªa por completo ineficiente, por poner otro ejemplo a la altura del anterior.
Pero probablemente el supuesto en el que convenga fijar m¨¢s la atenci¨®n sea aquel que no suele problematizarse, a saber, el fin mismo. En realidad, son legi¨®n los que, como Artur Mas, buscan el refugio de la incuestionable bondad de los objetivos perseguidos para legitimar retroactivamente los instrumentos utilizados. De esta manera, el fin, en su pureza, sirve para justificarlo todo. Es m¨¢s: como se trata precisamente de que el fin derrame su bondad sobre los medios, cuanto m¨¢s ideal y puro sea aquel y, en consecuencia, m¨¢s inalcanzable resulte, mejor llevar¨¢ a cabo la aut¨¦ntica funci¨®n que se le tiene asignada, la de proporcionar una aparente coartada ¨¦tica a los presuntos medios, dignific¨¢ndolos.
?Por qu¨¦ los califico como presuntos? Porque acostumbran a constituir en muchos casos los verdaderos fines que realmente persiguen algunos. El caso de la irrupci¨®n en la esfera de la pol¨ªtica de nuevos protagonistas ha sido, a este respecto, revelador. Pr¨¢cticamente en su totalidad se dieron a conocer denostando a los viejos profesionales de la cosa p¨²blica y haciendo ostentosas declaraciones sobre la falta de ambici¨®n con la que llegaban. No har¨¢ falta evocar una vez m¨¢s lo que va de ayer a hoy, y el acelerad¨ªsimo tr¨¢nsito desde aquella autoproclamada inocencia a la pugna por el reparto de los cargos, el control de las listas, el navajeo con las formaciones afines y dem¨¢s pr¨¢cticas asociadas a la m¨¢s vetusta pol¨ªtica, justificadas ahora todas ellas en base a la nobleza del horizonte ¨²ltimo perseguido.
Tal vez convendr¨ªa comenzar por descargar de ret¨®rica el discurso y definir con la m¨¢xima claridad y precisi¨®n posibles los fines que se desea alcanzar, a fin de poder abrir un debate cr¨ªtico y racional acerca de la mejor manera de aproximarnos a los mismos. Probablemente unos fines a escala humana ayudar¨ªan a plantear en sus justos t¨¦rminos las cosas. Porque, desprovistos de toda exageraci¨®n ut¨®pica, aquellos ya no podr¨ªan continuar sirviendo ni de coartada para el ansia de poder de oportunistas y ambiciosos de todo tipo, ni de justificaci¨®n para sus peores pr¨¢cticas.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la Universidad de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.