El plan secesionista y la corrupci¨®n acaban con la hegemon¨ªa de CDC
El paso al grupo mixto culmina cuatro a?os de declive electoral del partido
A Artur Mas le encantaba presumir de liderazgo fotografi¨¢ndose con el tim¨®n que adorn¨® su despacho durante los cinco a?os que estuvo al frente de la Generalitat. La pieza n¨¢utica, que llevaba la inscripci¨®n ¡°coraz¨®n caliente, pu?o firme, los pies en el suelo¡± trascend¨ªa el liderazgo del presidente. Para los suyos era la met¨¢fora de la hegemon¨ªa que Converg¨¨ncia Democr¨¤tica -y Uni¨® hasta tiempos muy recientes- mantuvieron sobre el nacionalismo catal¨¢n. Converg¨¨ncia hac¨ªa y deshac¨ªa a sus anchas y el resto de fuerzas nacionalistas no ten¨ªan otro remedio que sumarse al baile o quedar relegadas.
El tim¨®n desapareci¨® del despacho del presidente el mismo d¨ªa que Mas tuvo que abandonarlo el pasado mes de enero forzado, no por obra del Tribunal Constitucional ni por oscuras maniobras del Estado, sino por la exigencia de una formaci¨®n tan genuinamente catalana y n¨ªtidamente independentista como la CUP.
La desaparici¨®n del tim¨®n fue la primera gran muestra de que Converg¨¨ncia no solo ya no controlaba el proceso soberanista, sino que tampoco pod¨ªa presumir de hegemon¨ªa en la pol¨ªtica Catalana. Cinco a?os de tensi¨®n independentista, los casos de corrupci¨®n y la crisis social y pol¨ªtica que amenaza a todos los partidos del establishment han diezmado las fuerzas de Converg¨¨ncia, hoy reconvertida a Partit Dem¨°crata Catal¨¤, hasta dejarla como una sombra de lo que lleg¨® a ser. El paso de los convergentes al grupo mixto esta semana en el Congreso es la m¨¢xima expresi¨®n del declive convergente.
Los ocho diputados convergentes en el Congreso son exactamente la mitad de los que la antigua Converg¨¨ncia i Uni¨® consigui¨® en 2011. Por aquellas fechas las aspiraciones convergentes se centraban en una mejora de la financiaci¨®n auton¨®mica, el llamado pacto fiscal. Artur Mas, que por entonces se estrenaba como presidente, rehu¨ªa la cuesti¨®n del refer¨¦ndum independentista ¨C¡°provocar¨ªa un problema dentro de Catalunya¡±, dec¨ªa- y se contentaba con administrar ¡°un grado de tensi¨®n controlada con el Estado¡±. Con este discurso, CiU consigui¨® sus mayores cuotas de poder al lograr no solo el Gobierno catal¨¢n, sino tambi¨¦n la alcald¨ªa de Barcelona.
El gran cambio lleg¨® con la mayor¨ªa absoluta del PP, aquel mismo a?o. Con la crisis econ¨®mica en sus niveles m¨¢s altos y las pol¨ªticas recentralizadoras de Mariano Rajoy, r¨¢pidamente se vio que no hab¨ªa espacio para las reclamaciones convergentes. Adem¨¢s, las bases nacionalistas se estaban organizando fuera del Parlament, a trav¨¦s de la Asamblea Nacional Catalana, la asociaci¨®n que poco despu¨¦s, en 2012 hizo su primera gran demostraci¨®n de fuerza llenando Barcelona con la manifestaci¨®n de la Diada. El ¨¦xito de convocatoria fue tal que Converg¨¨ncia, con Mas en la cabeza, opt¨® por sumarse a la oleada por miedo a que la acabara capitalizando Esquerra Republicana. En este momento se consuma la transformaci¨®n de Converg¨¨ncia en un partido independentista. Es tambi¨¦n la primera vez que el partido que fund¨® Jordi Pujol dej¨® que otros le marcaran el camino a seguir en lo que se refiere a la cuesti¨®n territorial.
Los resultados electorales no han acompa?ado desde entonces a Converg¨¨ncia. Las elecciones auton¨®micas de 2012, que Mas convoc¨® precisamente como respuesta a la gran manifestaci¨®n independentista y a la negativa del Gobierno a negociar el pacto fiscal, fueron un rev¨¦s para los convergentes. Pasaron de 62 a 50 diputados. Su partido rival y hoy socio, Esquerra Republicana, fue la gran beneficiaria, al pasar de 10 a 21 esca?os. Las elecciones europeas de 2014 confirmaron el baj¨®n de CiU, al verse superada por Esquerra Republicana por primera vez. Las municipales de 2015 lo confirmaron al perder CiU la alcald¨ªa de Barcelona, esta vez en manos de Ada Colau, una activista que no abogaba por la independencia unilateral, sino por un refer¨¦ndum.
El ¨²ltimo ¨¦xito de Artur Mas fue convencer hace un a?o a Esquerra Republicana para dejar atr¨¢s las rivalidades y presentarse juntos a las elecciones catalanas que ¨¦l mismo convoc¨® de forma anticipada para medir la fuerza del independentismo. ERC acept¨® y el resultado, la coalici¨®n Junts pel S¨ª, gan¨® holgadamente (62 diputados) pero se vio obligada a pactar con la izquierda alternativa de la CUP, que exigi¨® la cabeza de Artur Mas, a quien ve¨ªa como la m¨¢xima expresi¨®n del neoliberalismo y de la inacci¨®n contra la corrupci¨®n.
El declive ha seguido el ¨²ltimo a?o, agravado por la ruptura de la federaci¨®n CiU. Uni¨® ha desaparecido de los parlamentos y Converg¨¨ncia se las ver¨¢ y se las desear¨¢ para hacerse o¨ªr en el Congreso.
El objetivo ahora es rehacer el partido de arriba abajo y borrar cualquier rastro del fundador, Jordi Pujol, ca¨ªdo en desgracia tras reconocer que hab¨ªa defraudado a Hacienda. El problema para el que fue el gran partido del centro derecha catal¨¢n es que su identidad ha quedado seriamente diluida. Los pactos con ERC primero, y la CUP despu¨¦s les han obligado a renunciar a buena parte de su discurso econ¨®mico y social y a centrarse en la cuesti¨®n independentista. La irrupci¨®n de la CUP tambi¨¦n ha ayudado a ERC a presentarse, por contraste, como una formaci¨®n centrada, lo que Oriol Junqueras ha aprovechado para crearse un perfil presidencial.
El resultado es que la pol¨ªtica catalana ya no baila al ritmo de Converg¨¨ncia, sino al la CUP y ERC. La esperanza de los convergentes con su mutaci¨®n en Partit Dem¨°crata Catal¨¤ es recuperar voto joven y urbano, el mismo que les ha huido a raudales los ¨²ltimos cuatro a?os. Carles Puigdemont parece conectar mejor que Artur Mas con estos sectores y lo aprovecha para hacer gui?os a potenciales votantes de Esquerra Republicana o de la CUP.
Sin embargo, los anticapitalistas siguen teniendo la sart¨¦n por el mango, lo saben y por esto siguen intentando imponer su propia agenda pol¨ªtica, que ahora pasa, no tanto por la independencia unilateral, como por un refer¨¦ndum. De la gesti¨®n de esta demanda depender¨¢ en buena medida que Carles Puigdemont supere la cuesti¨®n de confianza a la que se someter¨¢ el 28 de septiembre. Los antiguos convergentes reconocen su situaci¨®n de debilidad y ya no exhiben ning¨²n tim¨®n, pero insisten en que la CUP tampoco puede forzar m¨¢s las cosas si no quiere romperse. La coordinadora general del Partit Dem¨°crata, Marta Pascal, resumi¨® as¨ª la situaci¨®n de ambos esta semana: ¡°Ni ellos ni nosotros estamos en posici¨®n de exigir nada¡±.
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