Del ¡®ejque¡¯ y otras claves para identificar el habla de Madrid
Pese a la extendida idea de que no tiene acento, la regi¨®n presenta muchas caracter¨ªsticas ling¨¹¨ªsticas
Apenas llevaba cuatro meses como estudiante en la Universidad de Alcal¨¢, y la joven estadounidense Robyn?Wright ya hablaba espa?ol con dejes locales. ¡°Vaya. Ya se te ha pegado el ejque madrile?o¡±, le dijo la madre de una amiga una tarde de 2003 en referencia a la caracter¨ªstica pronunciaci¨®n de la ¡®s¡¯ como si fuera casi una ¡®j¡¯, por ejemplo, en esa famosa versi¨®n del ¡®es que¡¯ o en palabras como bosque o casco. ¡°Me hizo mucha gracia. Ni siquiera me hab¨ªa dado cuenta¡±, explica por tel¨¦fono?Wright cuando se le pregunta por qu¨¦ le ha dado a una profesora de Lengua y Literatura Espa?ola en la Universidad de Hendrix, en Arkansas, por estudiar algo tan espec¨ªfico como El Ejke madrile?o. Estudio sobre la percepci¨®n y la producci¨®n de la /s/ velarizada en Madrid.
As¨ª se titula el completo trabajo de 202 p¨¢ginas que acaba de publicar y que concluye, a trav¨¦s de m¨¢s de 400 entrevistas a hispanohablantes de todas las autonom¨ªas espa?olas, que ese ejque, se suele asociar, efectivamente, al habla de madrile?o. Y, en general, con connotaciones muy negativas. Por ejemplo, a quienes lo usan se les adjudican rasgos como ¡°menos inteligente, m¨¢s perezoso, mezquino, menos fiable y con mal car¨¢cter¡±, dice el texto. Incluso entre los propios madrile?os se ve con rechazo.
Pero el hecho es que las percepciones no siempre se corresponden con la realidad. No solo por esos atributos de personalidad tan aventurados. Ni porque el ejque sea una caracter¨ªstica extendida ¡ªy probablemente con m¨¢s presencia¡ª en toda La Mancha. Sino, adem¨¢s, porque su uso ni siquiera est¨¢ tan generalizado en Madrid. Cuando medio centenar de madrile?os fueron entrevistados para la segunda parte del estudio de Wright, un 87% pronunci¨® la ¡®s¡¯ de forma est¨¢ndar, es decir, como una ¡®s¡¯ normal, un 6,3% la aspir¨® (ehque), un 4% s¨ª la hizo ¡®j¡¯ y el resto la elimin¨®.
Son, sin duda, unas diferencias notables, por mucho que la pronunciaci¨®n dependa tambi¨¦n del contexto social, el nivel de formalidad o el estr¨¦s con el que se est¨¦ hablando. Entonces, ?por qu¨¦ se asocia en general al madrile?o? ¡°Yo creo que es, simplemente, porque es muy llamativo. Por su gran sonoridad y tambi¨¦n porque es una soluci¨®n ling¨¹¨ªsticamente at¨ªpica¡±, opina la profesora estadounidense.
La propia existencia de un acento (¡°conjunto de las particularidades fon¨¦ticas, r¨ªtmicas y mel¨®dicas que caracterizan el habla de un pa¨ªs, regi¨®n, ciudad¡±) y, en general, de una variante madrile?a del espa?ol se ha puesto tradicionalmente en entredicho, considerando el de capital el castellano est¨¢ndar. Sin embargo, s¨ª tiene el habla de Madrid una serie de caracter¨ªsticas propias que se han ido reflejando en diferentes trabajos a lo largo de los a?os. Algunos, m¨¢s literarios, con mucho de observaci¨®n y percepci¨®n, como el de Madrid no tiene arreglo, de Jos¨¦ Mar¨ªa Blanco Corredoira (2007). Este subdivide la lengua madile?a en varios subtipos: la pija ¡ª¡°algo nasal, t¨ªmidamente gangosa, desganada, con el huevo en la boca¡±¡ª, la de barrio ¡ªaqu¨ª incluye el ejque, el la¨ªsmo y el uso de ¡®venga¡¯ como f¨®rmula de despedida¡ª y un nuevo cheli de macarras, con una ¡°jerga cansina y malsonante¡± que utiliza con entusiasmo t¨¦rminos como piba, palo, dabuten o tronco.
Hay tambi¨¦n, por supuesto, estudios acad¨¦micos como el de Wrigth, mucho m¨¢s sistem¨¢ticos y completos, aunque ¡°la consideraci¨®n del habla de Madrid como modelo normativo del espa?ol ha tenido el efecto contraproducente¡±, es decir, que se ha estudiado poco, seg¨²n un trabajo de 2006 del profesor de la Universidad de Alcal¨¢ Florentino Paredes. Pese a ello, el fil¨®logo repasa algunas caracter¨ªsticas b¨¢sicas de esta regi¨®n, calificada tradicionalmente de transici¨®n entre el castellano del norte y del sur, con gran influencia de Castilla-La Mancha, importantes diferencias entre noroeste, el este y el sur de la regi¨®n y una capital de enorme ¡°complejidad socioling¨¹¨ªstica¡±. Por ejemplo, habla de la eliminaci¨®n de algunas vocales cuando estas se amontonan en una frase (k-¨¢? k-akaB¨¢r: que hay que acabar), cambios de los grupos /tl/ y /kt/ que hace que se aspire la primera consonante [ahl¨¢ntico, dohtor]; o se convierta en z [doztor], o la eliminaci¨®n de la 'd' entre vocales (terminao, acabao) incluso en niveles cultos.
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