De caza muy sutil con J¨¹nger
El escritor, soldado y entom¨®logo se convierte en personaje de novela policiaca en el nuevo libro de Ben Pastor, que lo junta con su ficticio oficial de la Wehrmacht y detective Martin Bora
De aperitivo de BCNegra, que empieza ya el lunes (y trae a Louise Penny con el inspector Gamache, ese buen amigo), me he zampado ya una novela policiaca (policiaca-b¨¦lica) sensacional: la nueva de la serie que la escritora Ben (Verbena) Pastor viene dedicando desde hace a?os a su investigador de ficci¨®n, un militar, el oficial de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial (con una incursi¨®n en nuestra Guerra Civil), Mart¨ªn von Bora. La novela se titula Los peque?os incendios (Alianza), transcurre en la Francia ocupada por los nazis en 1940, concretamente en Par¨ªs y la Breta?a, y tiene el extraordinario aliciente a?adido de que aparece, como detective aficionado, ayudando al protagonista en un dif¨ªcil caso de asesinato ?nada menos que Ernst J¨¹nger!
Yo cre¨ªa que despu¨¦s de la anterior entrega de la serie, El camino a ?taca, que pasaba en la Creta invadida por los paracaidistas alemanes y en la que surg¨ªa la sombra de John Pendlebury, hab¨ªamos tocado techo, pero tener de gran secundario a J¨¹nger... ?vaya lujo! Mi relaci¨®n con el escritor, soldado y entom¨®logo (1895-1998), al que no conoc¨ª (y no ser¨¢ porque no viviera a?os el t¨ªo: 102), es ambivalente. Me encantan sobre todo sus diarios (Tusquets), especialmente los tomos de Radiaciones, que cubren la segunda contienda, y me fascinan su insondable cultura, su amor por la aventura y su insaciable curiosidad (que inclu¨ªa los escarabajos y meterse de todo en el cuerpo, del borgo?a al LSD), y, s¨ª, tambi¨¦n, su rutilante carrera militar en la Gran Guerra: J¨¹nger gan¨® la medalla Pour le M¨¦rite, la codiciad¨ªsima Max Azul, asaltando las trincheras francesas mandando un escuadr¨®n de asalto (lo hirieron siete veces) y con el Orlando furioso de Ariosto (que le hab¨ªa incitado, dec¨ªa, al hero¨ªsmo) en el macuto, entrechocando con las granadas de palo. Volvi¨® a combatir en la segunda guerra como capit¨¢n de caballer¨ªa de la Wehrmacht en la invasi¨®n de Francia.
Me molestan de J¨¹nger, al que Walter Benjamin no soportaba, y calificaba de ¡°belicista m¨ªstico depravado¡±, su sublimaci¨®n de la experiencia militar y la violencia ¨Cexpresada en su famoso Tormentas de acero-, su insufrible vanidad y su elitista y bravuc¨®n nihilismo. Hitler sent¨ªa por ¨¦l una ambivalencia similar a la m¨ªa (ah¨ª acaba el parecido), aunque la suya era mucho m¨¢s peligrosa: ve¨ªa a J¨¹nger como un h¨¦roe nacional y un camarada de la primera guerra (¡°no me toqu¨¦is a J¨¹nger¡±, dec¨ªa a sus esbirros, que le ten¨ªan ganas) pero le fastidiaba que fuera tan por libre y sobre todo que los menospreciara a los nazis y a ¨¦l mismo.
Ben Pastor lo retrata en la novela con absoluta fidelidad, y lo vemos colaborando a su manera soberbia y displicente con Bora -con el que forma, los dos capitanes de caballer¨ªa, valientes y familiarizados con la obra de Proust, una pareja verdaderamente antol¨®gica- en la investigaci¨®n sobre la muerte de la mujer de un quisquilloso contralmirante de la Kriegsmarine que se hace tratamientos de gl¨¢ndulas de mono para mejorar su desempe?o sexual.
Curiosamente, es Bora el que lleva a J¨¹nger a una ¡°caza sutil¡± (subtile Jagden, como llamaba el escritor a su busca de insectos): la del asesino.
La novela, impregnada de una atm¨®sfera tenebrosa casi sobrenatural, est¨¢ llena de atractivos, aparte de la presencia de J¨¹nger, der Krieger, ¡°el guerrero¡±, como le llaman (y que no aparece f¨ªsicamente, en un gran ejemplo de suspense, hasta la p¨¢gina 194, y entonces aprovecha para pedirle papel higi¨¦nico al protagonista). A Bora, que ha estado fisgoneando imprudentemente en las atroces actividades de las SS en Polonia (en una novela anterior, Lumen), los tipos de la doble runa le guardan el natural rencor y tratan de zancadillearle o algo peor. El contralmirante tiene un hijo comandante de sumergibles del que Bora descubre que disfruta haci¨¦ndoles poner a las prostitutas que frecuenta en Brest las bragas que le roba a su madre (as¨ª, piensa uno, no es extra?o que perdieran la guerra submarina).
Nuestro joven investigador soldado, que trabaja al servicio de la Abwher, la inteligencia militar dirigida por el almirante Canaris, se aloja en el campo en un caser¨ªo propiedad de un extra?o y extravagante sacerdote excomulgado y su misi¨®n incluye resolver el crimen, seguirle los pasos a J¨¹nger (que ha dejado unos d¨ªas su dorado destino en Par¨ªs, donde socializaba hasta con Picasso) y contactar con los nacionalistas bretones que apoyan, con su propia agenda, la ocupaci¨®n alemana. Como ven, entretenimiento no falta.
¡°Me parec¨ªa buena idea hacer que Bora se encontrara con J¨¹nger, porque el escritor era uno de los intelectuales alemanes m¨¢s notables de la ¨¦poca, un hombre tan complejo y controvertido que val¨ªa la pena ver qu¨¦ pasaba al juntarlos en una investigaci¨®n¡±, me explica Pastor, con la que nos conocimos en Roma en 2007, a ra¨ªz de la publicaci¨®n de Kaputt Mundi (Salamandra), en la que Bora, un Bora ya estragado por la guerra, se ve involucrado en el atentado partisano de Via Rasella y la terrible represalia de las ejecuci¨®n masiva en las Fosas Ardeatinas (que aprovech¨¦ para visitar).
Hitler admiraba a J¨¹nger, pero le fastidiaba e irritaba su menosprecio
A Pastor, J¨¹nger le recuerda a Gabriele D¡¯Annunzio, ¡°el poeta soldado por excelencia, culto, mujeriego, pol¨ªticamente conservador, aunque dif¨ªcil de encasillar; no es coincidencia que J¨¹nger se convirtiera en el enfant terrible de la Alemania nazi. Su papel en el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944 es oscuro, pero plausible¡±. Para introducirlo en la novela, la autora se ha documentado a fondo: ¡°He le¨ªdo sus muchos diarios, novelas, art¨ªculos hist¨®ricos y militares, y sus ensayos sobre la naturaleza. Me parece entender que, junto al mito exasperado y juvenil de la virilidad en la guerra, que compart¨ªa con D¡¯Annunzio, pose¨ªa un elemento de anarqu¨ªa intelectual y de insolencia en la confrontaci¨®n de la autoridad¡±. ?Pero te gusta, Ben? ¡°Lo admiro como escritor, en los diarios y ensayos m¨¢s que en las novelas, pero dudo que me hubiera gustado encontr¨¢rmelo; entre otras cosas, ?su narcisismo deb¨ªa ser inmenso!¡±.
La novelista contrasta al ¡°h¨¦roe-antih¨¦roe-mefistof¨¦lico¡± J¨¹nger con el joven y severo Bora, m¨¢s reflexivo y melanc¨®lico y mucho m¨¢s moralmente s¨®lido. Dice que siempre es muy cuidadosa cuando introduce un personaje real y que por eso hace hablar a J¨¹nger a trav¨¦s de sus propias palabras ¡°a veces verbatim, otras parafrase¨¢ndolo¡±.
Con respecto al independentismo bret¨®n, Ben Pastor me explica que ¡°el separatismo ha sido siempre para m¨ª fuente de fascinaci¨®n y preocupaci¨®n. Desde los estados secesionistas de la Guerra Civil norteamericana (mi difunto ex marido ten¨ªa tres antepasados que combatieron por la Confederaci¨®n hasta el Tirol del Sur, el Alto Adigio, encuentro muy interesantes las motivaciones hist¨®ricas, econ¨®micas, ling¨¹¨ªsticas y sentimentales que llevan a una regi¨®n a buscar la independencia. En el caso de Breta?a, que como Catalu?a hab¨ªa tenido una existencia separada en el pasado, el factor ling¨¹¨ªstico cultural ha tenido prevalencia sobre la pol¨ªtica, y los alemanes supieron explotar el separatismo bret¨®n en su favor, cosa que me pareci¨® interesante contar. Resulta una imagen de la Francia ocupada bastante in¨¦dita...¡±. De nuestro proc¨¦s, dice que sigue ¡°con ansia, el desarrollo de la crisis catalana contempor¨¢nea¡±.
En la pr¨®xima novela de la serie, Bora conocer¨¢ a Von Stauffenberg, el coronel? que atent¨® contra el F¨¹hrer
Ben Pastor se?ala que le hubiera gustado hacer que Bora conociera a Maigret y compartieran alg¨²n caso, ¡°pero el personaje de Simenon es copyright de sus editores...¡±. A quien si va a conocer pronto el personaje es a Claus von Stauffenberg, su alter ego hist¨®rico (es sabido que el ¨ªntegro y aristocr¨¢tico oficial de ficci¨®n est¨¢ creado a imagen del coronel que trat¨® de matar a Hitler el 20 de julio. ¡°Acabo de finalizar mi nueva novela, La noche de las estrellas fugaces, que se publicara en Italia en primavera. Transcurre en Berl¨ªn en julio de 1944, una semana antes de la Operaci¨®n Valkiria. Bora, que investiga la muerte de un astr¨®logo, se encuentra con Stauffenberg ?y no es un encuentro f¨¢cil!...¡±. La autora ya le da vueltas a la siguiente novela en la que por fin conoceremos la terrible experiencia de Bora en Stalingrado...
De momento, ah¨ª est¨¢ la magn¨ªfica Los peque?os incendios, con J¨¹nger. La novela tiene como colof¨®n, y perdonen el t¨®rrido spoiler, que en todo caso no compromete en nada la trama detectivesca, un extenso polvo entre el protagonista y su mujer (la desinhibida Dikta), que no han tenido mucho tiempo para refocilarse maritalmente por culpa de la Blitzkrieg. El chico, envidiable muchacho, se merece eso y m¨¢s porque ha aguantado como un cosaco las mundanas tentaciones francesas y la joi de vivre de Ernst J¨¹nger...
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