Una sabia humilde
La estrella mexicana regresa tras siete a?os a Madrid con marcada finura y amor por los ancestros
Qu¨¦ generosidad la de Natalia Lafourcade. A sus casi 34 a?os acredita media docena larga de Grammys y una afianzada condici¨®n de ¨ªdolo masivo, pero sus ¨²ltimos movimientos nos la muestran en plena inmersi¨®n en la m¨²sica tradicional latinoamericana, casi a la manera de acci¨®n de gracias. No ejerce de folclorista ni pretende hacer sombra a Lila Downs, pero el acercamiento resulta delicado, sincero, tan henchido de humildad como de leg¨ªtimo amor. Y entremezcla los cl¨¢sicos con nuevas piezas que, aun salidas de su pu?o y letra, aparentan muchas d¨¦cadas a las espaldas. No es pastiche; es un acto de fidelidad a la tierra, las esencias, los ancestros. Lo que, en ¨²ltimo extremo, nos hace aut¨¦nticos y vivos.
Siete a?os llevaba la mexicana sin pisar suelo madrile?o, as¨ª que se agotaron con d¨ªas de antelaci¨®n las entradas en La Riviera y el p¨²blico lleg¨® cantar¨ªn, feliz, documentado. Arrobadas las muchas parejas incluso aunque delicias como Lo Que Construimos, con su ramalazo reggae, encierren un cat¨¢logo de tristezas para corazones desvencijados. Maneja bien la po¨¦tica del desamor la de Ciudad de M¨¦xico, capaz de urdir anti¨¦xitos como la extraordinaria Ya No Te Puedo Querer, que crece en intensidad como un dolor sin anestesia.
Natalia es menuda y viste de negro austero y muy discreto, al¨¦rgica a la ostentaci¨®n y las apariencias. Bast¨®, en realidad, su voz poderosa y de brote espont¨¢neo para engatusarnos. Hubo p¨¢lpito en esa versi¨®n est¨¢tica y tel¨²rica de Qu¨¦ He Sacado Con Quererte (Violeta Parra), con tenue barniz digital; y no digamos en la despampanante lectura de Amor De Mis Amores, radical puesta al d¨ªa para Agust¨ªn Lara. "Soy una hippy total", se retrat¨® nuestra protagonista, acariciada por un trompetista estupendo y manifiestamente emocionada con el desparpajo casi soul de Ella Es Bonita o En el 2000. Por contraste, piezas como Nunca Es Suficiente sonaron conformistas y obvias, cual actualizaci¨®n de la candidez de una Jeanette trasatl¨¢ntica.
Fueron la excepci¨®n. Desde la humildad, Lafourcade es ya lo bastante sabia como para obviar los renglones torcidos. Y desde la completa soledad, voz y guitarra, es capaz de urdir una versi¨®n de Cucurrucuc¨² Paloma como para dejarnos sin palabras. A la altura de Lila y Caetano: para qu¨¦ decir m¨¢s.
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