Los ¨²ltimos 28 carros de Sant Antoni
Los encantes del mercado sustituir¨¢n las cajas de madera donde se guarda la mercanc¨ªa por otras de chapa
¡°Estamos pasando de un siglo a otro¡±. No son ni las siete de la ma?ana y David Torres se sienta todav¨ªa sudado y se quita los guantes. Acaba de sacar del almac¨¦n de la calle de Borrell y ha repartido, con la ayuda de su hermano, los 28 carros de madera que quedan en los encantes del mercado de Sant Antoni. Dentro de cada caja hay la mercanc¨ªa de los paradistas: ropa, toallas y s¨¢banas, bolsos, manteler¨ªa¡. Entre el g¨¦nero y la madera, 400 kilos por carro. ¡°Son los ¨²ltimos, nos van a cambiar el sistema y los van a sustituir por otros carros de chapa y los guardar¨¢n en la planta menos tres del mercado, subir¨¢n en ascensor¡±, dice con cierta nostalgia. Lleva 34 de sus 48 a?os bregando con los carros cuatro d¨ªas a la semana: lunes, mi¨¦rcoles, viernes y s¨¢bado. Jornadas de seis de la ma?ana a ¡°a las nueve y media de la noche¡±. Porque Torres tambi¨¦n es paradista. Como lo fue su padre.
En los encantes de Sant Antoni, el mercado de productos no alimentarios, lleg¨® a haber 400 carros. Y cinco personas trajin¨¢ndolos. ¡°Era una barbaridad¡±. Torres cuenta batallitas sin fin. Cuando el mercado tiraba que daba gusto comenzaban a las cuatro de la ma?ana: ¡°Ten¨ªas que ir con mucho cuidado por la calle, pasaban los autobuses y furgonetas de reparto a toda leche¡±. O el d¨ªa que le arroll¨® una motorista que volv¨ªa de fiesta. Cuando cambiaron las ruedas met¨¢licas por goma para no molestar tanto con el tracatracatr¨¢ a los vecinos¡ O las nevadas. ¡°Muchas bronquitis y alguna neumon¨ªa por el camino. Si te encuentras mal o est¨¢s enfermo tienes que venir igual, porque esta faena no te la hace nadie¡±, sentencia.
Ahora los carros se han convertido en una codiciada pieza de coleccionista. ¡°Los compran por cientos de euros restaurantes o gente que los quiere para sus casas, para colocar la vajilla o como armario¡±. Son de 1930, antes para colocarlos los tiraban caballos, hasta 1985 llevaban matr¨ªcula¡ y no hay ni un carro igual. ¡°Ni la madera, ni el color, ni el tama?o¡ son piezas de museo, hasta el Ayuntamiento se ha quedado alguno¡±.
A Torres le gusta lo que hace y se nota. ¡°Es un trabajo duro, pero a mi me gusta la calle¡±. ¡°Nos dieron la opci¨®n a pasar dentro [a los nuevos encantes del mercado] pero hay gente que hemos preferido esto. Lo m¨¢s bonito es el trato con la gente, no tiene precio, la comunicaci¨®n con los clientes, las amistades que trabas, est¨¢s todo el d¨ªa con gente, al aire libre¡¡±, dice. Con la reforma del mercado Torres ha perdido su lugar en la esquina de Tamarit con Borrell y ahora est¨¢ a medio Tamarit. Se conforma. Hay que adaptarse. ¡°Tenemos orgullo de Sant Antoni y ahora resurgir¨¢, ha sido largo porque se par¨® cuando encontraron las ruinas, el barrio ha sufrido, se ha perdido clientela... pero ahora resurge, el nuestro es un mercado ¨²nico¡±.
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