Las vidas arco¨ªris acaban en Villaverde
La Fundaci¨®n 26 de Diciembre levanta desde hace meses una residencia de ancianos dedicada al colectivo LGTBi
Lavabos rotos y restos de otras cer¨¢micas yacen amontonados por el suelo de un ba?o com¨²n. En las puertas de aquella dependencia, unos lamparones dejan intuir d¨®nde se colocaron, en alg¨²n momento, carteles que divid¨ªan la estancia en dos mitades: una para hombres y otra para mujeres. Ese aseo, al igual que la antigua residencia de ancianos en la que se encuentra, en el distrito de Villaverde, lleva una d¨¦cada abandonado. Algo que quiz¨¢ cambie el a?o que viene, si esta logra volver a abrir al p¨²blico. Aunque los letreros azul y rosa no volver¨¢n a colgarse. ¡°Si lo hici¨¦ramos, ?d¨®nde ponemos a los transexuales? ?Les colocamos en un tercer ba?o?¡±, se pregunta el activista Federico Armenteros. Lo cuenta mientras camina por la que, desde que la pis¨®, el agosto pasado, sue?a con ser una de las primeras residencias de ancianos dedicada a la diversidad sexual. Y la primera de corte p¨²blico en todo el mundo.
¡°Por ah¨ª cunde la idea de que los hombres gais somos ricos. Pero, si nos fijamos en los mayores, encontramos miseria y exclusi¨®n: los 380 euros al mes de la pensi¨®n no contributiva¡±, relata el militante. Por ello, hace ocho a?os levant¨® la Fundaci¨®n 26 de Diciembre, quien firma este proyecto.Una organizaci¨®n encaramada en un peque?o local de Lavapi¨¦s. Aunque, desde que naci¨®, esta aspiraba a poner al servicio de los ancianos LGTB unas dependencias como estas: de m¨¢s de 3.000 metros cuadrados y cinco pisos de altura. Tras llegar a un acuerdo con la Comunidad de Madrid, due?a del edificio, y quien lo ha prestado a la causa durante los pr¨®ximos 30 a?os, la fundaci¨®n planea alojar all¨ª a 62 internos. Otra colaboraci¨®n, en esta ocasi¨®n junto al Ayuntamiento de Madrid ¡ªy los 65.000 euros que este ha aportado este a?o¡ª permitir¨¢ que en aquellas dependencias pasen la jornada, al tiempo, los 28 usuarios de un centro de d¨ªa.
No har¨¢n falta grandes obras, comenta Armenteros. Solo reformarlo y tirar alg¨²n tabique, para crear espacios di¨¢fanos. Los primeros pisos del edificio alojar¨¢n salones de baile, un gran comedor y hasta una biblioteca. Y un bar que acoger¨¢, tambi¨¦n, a quienes quieran acercarse a ella. ¡°Ser¨¢ un espacio abierto al p¨²blico. Tambi¨¦n a los heterosexuales¡±, cuenta.
A su paso, los tubos que deb¨ªan permanecer ocultos en los techos se amontonan junto a las paredes. Muebles viejos y cubiertos de polvo pueblan los rincones ya desde el bajo del inmueble. Todo ello cambiar¨¢, si los bancos con los que la fundaci¨®n est¨¢ en conversaciones les conceden un cr¨¦dito de, estima el activista, 1.800.000 euros. Una vez logrado el apoyo de las instituciones, la organizaci¨®n ha acudido no solo a la llamada banca ¨¦tica, sino al tejido empresarial de Chueca. Y hasta al padre ?ngel, que en mayo recibi¨® un premio de mano de algunas asociaciones LGTB.
De momento, le ayudan a limpiar aquello diez voluntarios cedidos por Instituciones Penitenciarias. Personas que han condonado alguna sentencia por trabajos para la comunidad. Como arguye, espera que alg¨²n d¨ªa, cuando la residencia est¨¦ colmada por la diversidad sexual, aquel lugar sirva para educar y reinsertar a los condenados por delitos de odio. Las alrededor de 40 personas que trabajen en ella pertenecer¨¢n a grupos en peligro de exclusi¨®n social: los enfermeros, cocineros y psic¨®logos que poblar¨¢n el edificio, en la calle del Arroyo Bueno, ser¨¢n personas transexuales, mujeres o mayores en paro que, a¨²n en edad de trabajar, se vean con pocas posibilidades de volver al mercado laboral.
Carlos, que pasa de las 70 primaveras, aspira a residir entre aquellas paredes. ¡°Convivir con un sinf¨ªn de mayores heterosexuales no me resultar¨ªa sencillo. ?C¨®mo voy a convencer a un anciano de que respete algo que siempre ha despreciado?¡±, argumenta.
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