Oda al peque?o comercio de barrio
Vivir en el extrarradio abocaba a cierta uniformidad debido a que las opciones eran limitadas
Pertenezco a una generaci¨®n que celebr¨® los cumplea?os en casas peque?as que pinchaban por el gotel¨¦ y, solo cuando se pod¨ªa, ¨ªbamos a las hamburgueser¨ªas, a las pizzer¨ªas o a las cafeter¨ªas de siempre (las dos primeras opciones eran vanguardia pura, por aquel entonces).
Estaban a mano y a las personas que los regentaban las conoc¨ªa todo el mundo. Salvo excepciones, como el Miguel ?ngel, la mayor¨ªa ten¨ªa nombres de top¨®nimos estadounidenses o comunes pero extranjerizados. Que se lo digan al Oskar de M¨®stoles y Getafe o al Brooklyn de Alcorc¨®n.
Era genial porque, por unas cuantas pesetas, ellos pon¨ªan la base: s¨¢ndwich mixto, pizza de bacon o filete ruso de madre, con pan y sin salsas adictivas de colores que no existen en la naturaleza, y t¨² pod¨ªas llevar la tarta y juntar a las doscientas amigas que regalaba la infancia. Subir al centro del municipio para comer o cenar era una aventura. Si sobraba tiempo, nos ech¨¢bamos una partida al Tetris o al Street Fighter en los recreativos. En el hilo musical sonaban, sin cesar, los grandes ¨¦xitos de Camela, que tengo todav¨ªa grabados en la cabeza. Hacedme la prueba, me las s¨¦ todas.
En invierno, nos cubr¨ªamos con trencas o con plumas informes, lo de la ropa entallada lleg¨® mucho despu¨¦s. Ir como cebollas resultaba m¨¢s que necesario porque, en un apunte ¡°viejoven¡±, dir¨¦ que los inviernos de ahora no son como los de antes.
Aparte del abrigo crecedero, normalmente en tonos fl¨²or, ¨ªbamos vestidas iguales. Vivir en el extrarradio abocaba a cierta uniformidad debido a que las opciones eran limitadas. En mi localidad, hasta 1989, no dispusimos de ning¨²n centro comercial y, aunque hab¨ªa m¨¢s tiendas (abiertas) que ahora, la mayor¨ªa nos parec¨ªan ¡°de se?ora¡±, de modo que Glory¡¯s (lo que nos gusta un ap¨®strofe), Geivic, Cambalache o el mercadillo eran nuestra fuente de consumo y creatividad. Eso y las camisetas del patronato deportivo o las de publicidad. No era postureo, moderneo o vintage sino la ¨²nica opci¨®n y, muchas veces, necesidad.
Las prendas que us¨¢bamos en Educaci¨®n F¨ªsica sal¨ªan de locales como Andorra o Jualgo, donde contaban con lo que quer¨ªamos y con la marca blanca, que era la que nos compraban, claro. De manera milagrosa, entrabas pidiendo las Reebok pump y sal¨ªas con las Robo-cop o algo as¨ª. Un desastre que importaba poco porque quienes ¨ªbamos de esa guisa ¨¦ramos legi¨®n. Luego estaban quienes pertenec¨ªan a tribus urbanas. Hay que reconocerles un esfuerzo. Para no ir como el resto, en mi barrio, ten¨ªamos un par de excepciones: Black Kiss y Barataria, donde vend¨ªan piercings, palestinos y ropa negra, morada y de rayas.
Le agradezco a la vida que no hubiera m¨®viles y casi no tengamos documentos gr¨¢ficos de nuestras pintas, pero tambi¨¦n, que mi cerebro los guarde frescos para que me permita sonre¨ªr y emocionarme pensando en lo enormes que fueron aquellos a?os.
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