Aquella noche de abril
La izquierda hab¨ªa ganado en Madrid y el vencedor era un profesor tan educado y afable como peligroso
Si deb¨ªa de hacer fr¨ªo que Tierno Galv¨¢n llevaba abrigo, algo ins¨®lito en ¨¦l. Hac¨ªa fr¨ªo, s¨ª; era martes, la noche estaba desapacible y un viento racheado proveniente de la sierra barr¨ªa las calles de un Madrid silencioso, de aceras solitarias. Hac¨ªa fr¨ªo, s¨ª, pero no lo notamos ninguno. Y tambi¨¦n se respiraba un aroma a cierto temor: la izquierda hab¨ªa ganado la capital y el ganador era un intelectual socialista, un profesor tan educado y afable como peligroso: todos los rojos lo ¨¦ramos.
Lo supimos poco despu¨¦s de las diez de la noche: el PSOE, o sea Tierno Galv¨¢n, hab¨ªa ganado las elecciones e iba a ser alcalde de Madrid. Y en ese momento, empez¨® un proceso de reflexi¨®n que no se extendi¨® mucho: el min¨²sculo entorno del Viejo Profesor coincidi¨® en que la prudencia aconsejaba sosiego y que hab¨ªa que mostrarse cauto ante las posibles reacciones que el hecho podr¨ªa desencadenar. Pero, por otra parte, era necesario hacer visible el cambio, compartir la alegre noticia con los madrile?os que lo hab¨ªan decidido y transmitir la convicci¨®n de que la normalidad iba a presidir el tiempo nuevo.
La decisi¨®n la tom¨® el propio Tierno. No era la toma de la Bastilla, pero hab¨ªa que escenificar la entrada en la Casa de la Villa, sede, entonces, del ayuntamiento, y que el acto diera fe p¨²blica de que Madrid comenzaba una era que iba a ser trascendente para la historia de la ciudad. La plaza de la Villa vibraba antes de la medianoche con los madrile?os euf¨®ricos que enarbolaban banderas del PSOE y del Partido Socialista Popular, el partido del que proven¨ªa Tierno. Cuando llegamos, a pie, me dio la sensaci¨®n de que casi nadie reconoci¨® al nuevo alcalde, por eso no nos cost¨® llegar hasta la puerta, franquearla y adentrarnos en el consistorio.
Solo un polic¨ªa municipal se llev¨® la mano a la gorra, saludando al profesor. Los dem¨¢s nos miraron indecisos, sin saber qu¨¦ hacer. Fue un bedel trasnochador quien indic¨® que para pasar al interior hab¨ªa que mostrar la documentaci¨®n y ser anotados en la mesa de visitas. Se cumpli¨® el tr¨¢mite y don Enrique, Encarnita, su hijo Quique y algunos m¨¢s cumplimos el requerimiento. Luego fue un periodista municipal, Prados de la Plaza, el que acompa?¨® a Tierno y a su mujer hasta el interior, donde conocieron algunas estancias. Los dem¨¢s permanecimos en las inmediaciones de la entrada.
Fue una toma de posesi¨®n simb¨®lica. Al acabar, una hora despu¨¦s, ya no quedaba casi nadie en los aleda?os, las calles hab¨ªan recobrado su aire de martes fr¨ªo y temeroso y, quienes est¨¢bamos, marchamos junto al nuevo alcalde hasta la Plaza Mayor, en donde una docena de compa?eros (Carmen Gonz¨¢lez, Antonio Moraleda, Carmencita y Yolanda, Lauro Olmo, Pilar Enciso, Pilar ?lvarez, Juan Lucio¡) le rodeamos, escuchando sus palabras. Gracias, serenidad, prudencia, sigilo y todos al merecido descanso, nos dijo, que hay que dejar reposar a los vecinos que duermen.
Y aquellas palabras, como una bendici¨®n, nos devolvi¨® a cada cual a casa, que al d¨ªa siguiente, 4 de abril, iba a amanecer soleado porque hab¨ªa nacido un nuevo Madrid. Por supuesto, aunque exhaustos, ninguno pudimos dormir esa noche.
Antonio G¨®mez Rufo es escritor, autor de?una docena de novelas, entre ellas la biograf¨ªa de Luis Garc¨ªa Berlanga y de diversos libros sobre Madrid.?En 1983 dirigi¨® el aula de Cultura del Ayuntamiento de Madrid y, durante tres a?os, el Centro Cultural Villa de Madrid.
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