El eterno drama del encuentro de dos mundos
'La zanja', quinto montaje de Titzina Teatre, nos sumerge en el realismo m¨¢gico y tr¨¢gico de la conquista de Am¨¦rica. la de hace 500 a?os y la actual


"Aqu¨ª hay oro. Yo no tengo la culpa de que ustedes nacieran encima de ¨¦l". Quien habla es un empresario minero del siglo XXI. "Mientras haya oro seguir¨¢n envenen¨¢ndonos". Ahora habla el alcalde de un pueblo que, por lo visto, tiene la desgracia de encontrarse donde se encuentra. Ambos personajes son tambi¨¦n, en la obra La zanja, que estar¨¢ en La Villarroel de Barcelona hasta el 22 de abril,? Pizarro y Atahualpa. La historia es la misma.
La zanja es el quinto montaje de Titzina Teratre tras Folli¨¨ a deux. Sue?os de psiqui¨¢trico (2002), Entra?as (2005), Exitus (2009) y Distancia siete minutos (2013). "Tardamos a?os en preparar nuestras piezas", reconoce Pako Merino. La documentaci¨®n exhaustiva sobre los temas que tratan las obras es marca de la casa y requiere tiempo. "Esta vez hemos estado un mes en Per¨², donde hemos conseguido hablar con las altas esferas de una gran empresa minera canadiense, hemos visitado las impresionantes minas a cielo abierto a 4.200 metros de altura, nos hemos mezclado con las gentes de pueblos casi fantasmas absolutamente dependientes de la miner¨ªa, por lo tanto, del valor con el que fluct¨²an los minerales... ?Nadie lo dir¨ªa!" De este trabajo de campo lento, meticuloso, exigente, y del estudio de los antecedentes hist¨®ricos, surge una atm¨®sfera que recuerda al realismo m¨¢gico.
Un suceso real ocurrido en 2000 en el peque?o pueblo de Choropampa, en el altiplano de los Andes, sirve de base para armar toda una trama de corrupci¨®n moral, de abuso de poder, de mentiras, de avaricia y de prepotencia: lo que ocurri¨® fue que un cami¨®n de una empresa minera derram¨® accidentalmente mercurio l¨ªquido en medio del pueblo. La empresa ofreci¨® dinero a la poblaci¨®n para recoger el mercurio esparcido, sin saber los efectos que aquello provocar¨ªa en su salud.
"No ha habido terapia hist¨®rica"
El pasado jueves, tras la funci¨®n de 'La zanja', a iniciativa de la plataforma de divulgaci¨®n de las artes esc¨¦nicas Recomana, charlaron sobre el alfombrado escenario los dos autores y actores de la obra con el profesor de historia de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona Antonio Espino. "La historia de la conquista ha sido sagrada hasta hace muy pocos a?os", consider¨® el profesor. "No ha habido terapia hist¨®rica porque siempre se ha validado la versi¨®n de los vencedores". Espino, que hizo una exposici¨®n de la "verdadera" conquista de Pizarro, subray¨® que los espa?oles "sab¨ªan perfectamente lo que iban a hacer y lo hicieron sin piedad".
El di¨¢logo principal entre un empresario minero que llega al altiplano con ¨®rdenes muy concretas y el alcalde del pueblo no deja de ser el choque entre dos mundos, tal como pas¨® en el siglo XV con el encuentro entre Pizarro y Atahualpa, y tal y como, probablemente, no ha dejado de suceder c¨ªclicamente. De ah¨ª la comparativa (odiosa) entre los dos personajes actuales (el empresario y el representante del pueblo) e hist¨®ricos (Pizarro y Atahualpa).
Lorca y Merino, en una escenograf¨ªa casi minimalista (un fondo ocre y unas alfombras sobre las tablas que esconden los elementos que utilizar¨¢n los actores, que no abandonan el escenario en ning¨²n momento) despliegan un juego de precisi¨®n, desdobl¨¢ndose en multitud personajes separados por 500 a?os de historia. Los vecinos del pueblo reunidos en asamblea; mujeres respirando mercurio para exigir una indemnizaci¨®n ("tenemos que mantener los s¨ªntomas para negociar"); dos lugare?os sin m¨¢s distracci¨®n que leer el hor¨®scopo en un diario viejo; el recepcionista clarividente y repelente de un hotel que se presume cochambroso o el empresario humanizado al llamar por tel¨¦fono a su familia (misi¨®n complicada: las l¨ªneas, ya se sabe, la cobertura...). Un cambio m¨ªnimo en el vestuario, en el gesto o incluso en la mirada, basta para cambiar de universo. En ello Titzina son expertos.
El contraste entre el empresario minero y el alcalde, una suerte de de sindicalista incorruptible, es brutal. El primero disfraza sus intenciones con discursos golosos e inapelables (el bienestar, la riqueza, la mejora de vida, el progreso...); el segundo, presuntamente ignorante, poca cosa, insustancial, desarma cualquier raz¨®n con la dignidad. ¡°?Ese dinero har¨¢ que dejemos de escupir sangre?¡±, le preguntar¨¢. "La historia es dur¨ªsima", explica Diego Lorca. "Igual que los conquistadores jugaron con el enga?o, no solo con su t¨¦cnica militar m¨¢s avanzada, y aprovecharon las disputas entre diferentes pueblos ind¨ªgenas, ahora las promesas de una vida mejor crean esas mismas disputas entre los habitantes originarios de la zona".
La evoluci¨®n de los personajes y de la trama plasma con crudeza c¨®mo el destino de gente extremadamente pobre queda en manos de intereses tan alejados de su verdad, de su tierra, de su origen... El espectador asiste, entre latigazos de humor, a mil historias en una, donde todo tiene un sentido, todo est¨¢ estudiado y nada es gratuito.Todo, verbalmente y f¨ªsicamente, no deja de ser una feroz cr¨ªtica a una situaci¨®n que siempre quedar¨¢ disfrazada de intereses.
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