¡°Ni Dios ni amo ni ??igo Errej¨®n¡±
Los neorrurales viran a la izquierda el tradicional voto de derechas de pueblos de la sierra de Madrid como Bustarviejo
Hace casi dos d¨¦cadas, Ra¨²l San Juan se instal¨® en estas tierras pero continu¨® con su trabajo en Madrid. Iba y ven¨ªa con una Kangoo hasta que se dio cuenta de la "incoherencia" que supon¨ªa. "Consum¨ªa una gran cantidad de petr¨®leo. Acab¨¦ pidiendo una excedencia y abr¨ª aqu¨ª un proyecto de producci¨®n de hortalizas que result¨® inviable. La producci¨®n de hortalizas, de todos modos, me facilit¨® canales con la gente tradicional del pueblo. Me ve¨ªan como un nuevo vecino, al que otrora etiquetaban como hippie. Trabaj¨¦ con ellos y aprend¨ª a valorar sus actividades tradicionales". Aquel joven que descubri¨® una conexi¨®n especial con el campesinado, a pleno sol, es hoy el se?or alcalde.
Lugares como Bustarviejo (2.500 habitantes), a una hora en coche de Madrid, se han convertido en refugio de decenas de neorrurales, como se les llama a los vecinos que se alejaron de la gran ciudad para instalarse en el campo. Fabrican cerveza artesana, montan compa?¨ªas de teatro y huertos ecol¨®gicos y amasan pan. Su llegada en varias tandas migratorias ha revertido el perfil ideol¨®gico del pueblo, que ha pasado de ser de derechas a contar con una mayor¨ªa de votantes de izquierdas.
A San Juan el concepto de neorrural no le entusiasma ("puede esconder connotaciones negativas"). El programa pol¨ªtico de su candidatura, un grupo de vecinos escindido de un c¨ªrculo de Podemos, tiene el grosor de una gu¨ªa telef¨®nica y detalla en qu¨¦ va a gastar hasta el ¨²ltimo euro.
El voto a Podemos y M¨¢s Madrid crece salvaje por estos montes. Daniel Cid, un muchacho de 30 a?os con un ch¨¢ndal Boomerang y zapatillas, votar¨¢ a Isabel Serra. Trabaja de inform¨¢tico en el centro de Madrid pero se vino a Bustarviejo porque unos colegas montaron una huerta. A veces teletrabaja desde casa. ??igo Errej¨®n, que dio un mitin en el pueblo hace dos semanas, no le convence, le parece "un camale¨®n". Horas despu¨¦s de que el pol¨ªtico se marchara apareci¨® una pintada en la iglesia: "Ni Dios ni amo ni Errej¨®n".
M¨¢s de uno cree que el ex mejor amigo de Pablo Iglesias se ha echado en manos del capital y ha dejado de ser uno de los suyos. Como este muchacho que aparece por la plaza, que dice llamarse Carlos? y ser espa?ol ¡°por imperativo legal¡±. Se declara ¨¢crata. Pasea perros por seis euros la hora y cuida del ganado cuando le llama ¡°la gente del pueblo¡±. Hace cuatro a?os que se mud¨® a la sierra para vivir una vida m¨¢s libre, m¨¢s verdadera, m¨¢s sana. Entre los dedos sostiene un cigarillo liado que agudiza sus sentidos hasta el punto de que cree poder leer la mente de sus interlocutores:
¡ª?Qu¨¦ crees, que esto es un porro? ?Qu¨¦ no, hombre! ?Todos los de Podemos no fumamos!.
Las pintadas tienen frito a Vicente Gamo, el tendero de un ultramarinos que despacha con delantal. "?Neorrurales? Qu¨¦ co?o. Hippies, perroflautas. Se han hecho los amos del pueblo", lamenta. Vota a Vox y lo dice en voz alta, aunque los "perroflautas" sean clientes. Ellos lo ven como un t¨ªo entra?able, "un poco brutote". Quien tampoco est¨¢ entusiasmado es Fabi¨¢n, el due?o de una pizzer¨ªa con una bandera de Espa?a en la puerta. Se la quemaron. En venganza ha colocado dos rojigualdas.
Pero en general el ambiente es bueno. Mariano Rabad¨¢n ¡ªpayaso, actor¡ª dice que son muchos los que vienen de barrios de la periferia de la capital con nostalgia por la rutina de bajar al parque con los colegas a tomar unas litronas. Creen que han encontrado en el pueblo ese para¨ªso perdido que ya no existe en el nuevo Madrid, plagado de cafeter¨ªas modernas?y turistas japoneses. Rabad¨¢n hace cada a?o un ¨¢lbum de cromos con la cara de todos los vecinos que se presten. Vicente, el de Vox, aparece el primero.
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