Los obreros del chiste salen de la televisi¨®n
El espect¨¢culo ¡®La Retaguardia¡¯ re¨²ne a guionistas que trabajan en la sala de m¨¢quinas de los programas televisivos
Pensamos que Wyoming, Buenafuente o Broncano son graciosos ¡ªy lo son¡ª, pero buena parte de su gracia radica en esos chistes que ellos cuentan aunque los escriben otros. Se trata de unos seres oscuros, desconocidos, ocultos en las redacciones, llamados guionistas, de los que pocos se acuerdan y que tienen frecuentes problemas para colar sus creaciones humor¨ªsticas a trav¨¦s de los espesos filtros televisivos, sobre todo en ¨¦poca de ofensas y demandas. Quiz¨¢s usted haya visto alguna vez a espec¨ªmenes, cosa rara, pero ahora puede conocerlos en La Retaguardia, un show de mon¨®logos en el que varios de ellos, procedentes de programas como Late Motiv, LocoMundo, El Intermedio o La Resistencia, cuentan las muchas penas y algunas alegr¨ªas que viven en el ejercicio de su profesi¨®n. Se han autoproclamado ¡°las cloacas de la profesi¨®n¡±.
¡°En Espa?a hay un nivel muy alto de guionistas que luego no se corresponde con el producto final. Hay programas con resultados y cr¨ªticas espantosas que tienen guionistas de perfil muy bueno: algo pasa ah¨ª¡±, explica Denny Horror, uno de los miembros de La Retaguardia. Estos profesionales pocas veces tienen el prestigio que se merecen y muchas ven chafado su trabajo en la cadena de montaje de la televisi¨®n. ¡°Hay cantidad de jefes y de personas que meten mano en un programa para que al final salga peor¡±, explica Fernando Mora?o, otro de los c¨®micos.
El requisito para participar en este show es claro: ser guionista de televisi¨®n, pero no aparecer nunca en pantalla. Puede verse dos veces al mes en la sala Alevos¨ªa (Andr¨¦s Borrego, 8; entradas desde 6 euros). Hoy, d¨ªa 30 de mayo, celebran una de sus sesiones, donde cuentan muchos de esos chistes malditos que, por una raz¨®n u otra, no les han dejado emitir en pantalla. Otros de los participantes son Eva Montessori, Pilar de Francisco, Javi Valera o Helena Pozuelo. ¡°Detr¨¢s de las cadenas privadas hay empresas y anunciantes; son las que nos dan de comer, as¨ª que no se pueden decir cosas que no gusten a los empresarios¡±, explica Montessori.
Son tiempos complicados en los que nos movemos entre la cr¨ªtica a la llamada correcci¨®n pol¨ªtica, la defensa de la libertad de expresi¨®n y la lucha de personas o colectivos por no ser vejados en los espect¨¢culos de humor. Un delicado equilibrio que no se sabe bien d¨®nde se encuentra y que genera fuertes debates. ?Tiene l¨ªmites ¡ªo debe tenerlos¡ª el humor? ¡°Buscar los limites sin decir nada detr¨¢s es pura provocaci¨®n en busca de audiencia¡±, opina Mora?o, ¡°pero a veces la sociedad es injusta o restrictiva: entonces s¨ª que es necesario buscar esos l¨ªmites¡±. Lo importante al trabajar con la peligrosa materia de la actualidad, seg¨²n convienen todos estos guionistas, es ser consciente de lo que vas a decir y tener cierto sentido com¨²n. ¡°Es un momento especialmente delicado, porque hay mucho miedo a que se monten pollos en las redes sociales¡±, explica Horror.
Las condiciones laborales del gremio tampoco son para tirar cohetes: ¡°Somos objetos de usar y tirar, en cuanto no interesamos o no hay presupuesto, somos los primeros en salir¡±, dice Montessori.
ALMA es el nombre del sindicato que agrupa a estos trabajadores del humor. ¡°Gracias al sindicato hemos ganado visibilidad, reconocimiento y, sobre todo, un convenio que ha acabado, por fin, con unos abusos que estaban generalizados y normalizados¡±, dice Ra¨²l Navarro, que ha trabajado en la elaboraci¨®n del guion de programas como El Intermedio y Late Motiv y ha sido uno de los invitados habituales de La Retaguardia. ¡°Hay que tener cuidado porque la visibilizaci¨®n del guionista no siempre es positiva: a veces te visibiliza el presentador para quitarse el marr¨®n de alguna pol¨¦mica¡±, agrega Navarro. Si las cosas salen bien es m¨¦rito de los presentadores, si salen mal, se culpa a los guionistas.
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