Detenido por instalar un programa esp¨ªa en el m¨®vil de su expareja
Los Mossos acusan al arrestado de un delito contra la intimidad, penado con c¨¢rcel
Ella tard¨® casi medio a?o en denunciar. El tiempo en el que ya no le pareci¨® una casualidad que su expareja supiese d¨®nde iba, con qui¨¦n hablaba, qu¨¦ mails enviaba. Que incluso le desapareciesen conversaciones de sus dispositivos electr¨®nicos que estaba segura de que hab¨ªa guardado. Cuando a finales del a?o pasado acudi¨® a la comisar¨ªa de los Mossos, sent¨ªa cierto temor y vulnerabilidad y padec¨ªa el deterioro de sus relaciones sociales, explican fuentes de Mossos. En marzo, su expareja fue detenido acusado de ponerle un software en el m¨®vil para controlarla.
¡°No supo gestionar una ruptura y tom¨® las medidas menos adecuadas¡±, resumen fuentes policiales sobre lo que empuj¨® a un hombre, de unos 30 a?os, de La Seu d'Urgell, en Lleida a instalar en el m¨®vil de su expareja un programa esp¨ªa. Se trata de Hoverwatch, dise?ado por Refog. ¡°Se enmascara como un control parental¡±, aseguran fuentes policiales, y cuesta unos 30 euros al mes. El programa permite casi todo: toma fotograf¨ªas, activa la c¨¢mara y el micro a distancia, avisa de la localizaci¨®n de la persona, registra todo lo tecleado y buscado¡
El control parental es el resquicio que tienen este tipo de aplicaciones para ser legales, explica el abogado especialista en delitos inform¨¢ticos, Carlos S¨¢nchez Almeida, despu¨¦s de que una sentencia del Supremo admitiese la supervisi¨®n de los padres sobre los hijos. ¡°Pero incluso el control parental se permite solo en circunstancias excepcionales¡±, advierte. ¡°El problema, sobre todo en temas de pareja, es que mucha gente se piensa que es l¨ªcito¡±, a?ade el letrado. Pero nada m¨¢s lejos de la realidad. Se trata de un delito contra la intimidad de la persona, con una pena de hasta cuatro a?os de c¨¢rcel.
Al principio la mujer pensaba que todo eran casualidades. ¡°Iba a hacer gestiones con alguien relacionadas con un negocio que ten¨ªa, y ve¨ªa o se cruzaba con su exmarido¡±, cuenta el subinspector C¨¦sar Jou, responsable del ¨¢rea de investigaci¨®n de Mossos en el Pirineo. Pero cada vez empez¨® a ser m¨¢s frecuente. Su expareja conoc¨ªa pormenores de sus conversaciones privadas y se sent¨ªa intimidada. ¡°Cuando ella preguntaba c¨®mo sab¨ªa esos detalles, ¨¦l le dec¨ªa que se lo contaban los que cre¨ªan que eran sus amigos¡±, indica el subinspector Jou. La situaci¨®n la llev¨® incluso a alejarse de ellos, a desgastar sus relaciones sociales.
En ese clima de control e inseguridad, la mujer decidi¨® un d¨ªa pasar la noche en casa de una amiga. ¡°Quedaron en que no se lo dir¨ªan a nadie y as¨ª estar¨ªa m¨¢s tranquila¡±, recuerda el subinspector. Pero al poco su expareja la llam¨®, dici¨¦ndole que sab¨ªa que iba a dormir en casa de ella. La mujer, finalmente, apoyada por su entorno social acudi¨® a los Mossos a denunciar lo que le estaba pasando.
Les llev¨® tanto su tel¨¦fono m¨®vil como su ordenador port¨¢til. Un an¨¢lisis pericial detect¨® el programa esp¨ªa. ¡°No hay ning¨²n icono ni nada que se pueda ver, requiere ese tipo de an¨¢lisis para saber que est¨¢ ah¨ª¡±, explican fuentes policiales. Con la investigaci¨®n, lo agentes comprobaron que el programa lo gestionaba la expareja de la mujer a trav¨¦s de un correo electr¨®nico. Los agentes le detuvieron y ¨¦l admiti¨® en ese momento su culpabilidad, seg¨²n fuentes policiales.
Los investigadores subrayan la gravedad del delito, que supone una vulneraci¨®n de derechos fundamentales, aunque muchas veces los implicados no son conscientes. ¡°Incluso en ocasiones hay que parar los pies a clientes que pretenden aportar pruebas conseguidas de esa manera, totalmente il¨ªcita¡±, a?ade fuentes del mundo de la abogac¨ªa, sobre este tipo de comportamientos. El hombre detenido, que se encuentra en libertad con cargos, est¨¢ a la espera de que se cierre la investigaci¨®n y se dicte fecha de juicio, acusado de delitos contra la intimidad y la vulneraci¨®n del derecho al secreto de las comunicaciones.
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