¡°Gane quien gane las elecciones, nosotros ganamos¡±
Jos¨¦ Alberto S¨¢nchez Zapata regenta el negocio que fund¨® su padre, el asador de pollos El Murciano en Lavapi¨¦s, donde se despachan pollos sin descanso
Es alto y pelirrojo, por eso en el barrio lo llaman Roger, como el jugador de baloncesto de los ochenta Johnny Rogers. Pero se llama Jos¨¦ Alberto S¨¢nchez Zapata, de unos 44 a?os muy campechanos: regenta el negocio que fund¨® su padre, el asador de pollos El Murciano (calle Valencia, 18), una especie de sala de m¨¢quinas de Lavapi¨¦s donde se despachan pollos giratorios sin descanso, entre el fuego, el humo y la salsita. Se forman grandes colas los fines de semana y la pregunta clave es: ?te lo parto con salsita?
?Hay alguien que lo quiera sin salsita?
Pues s¨ª, aunque no lo creas. El pollo asado es un alimento muy sano, con la salsita no tanto, tiene grasa. Pero ahora la gente se cuida mucho.
?Cu¨¢l es el secreto de un buen pollo?
El asado, el fuego lento, que se haga poco a poco. Al pollo le va bien todo, pero nosotros le ponemos tomillo. Hay quien le pone lim¨®n, o co?ac, o laurel. Y me encanta el pollo al curry, lo sirven muchos restaurantes indios del barrio.
?Cu¨¢l es el mejor momento para vender pollos?
Los domingos en general. Pero f¨ªjate, cuando hay elecciones: gane quien gane, nosotros ganamos, porque todo el mundo quiere pollo esa noche. El r¨¦cord lo tiene mi padre: 400 y pico, a finales de los noventa. Yo he vendido unos 340 en un d¨ªa, en las generales. Estas elecciones creo que hay mucha gente cabreada.
El pollo ya no es para ricos.
Mi abuela mataba al pollo y era solo en comidas especiales, era un alimento de lujo, ahora el pollo tiene mucho poder, no dejan que suba o baje mucho el precio.
?Innovaci¨®n pollera?
Con la crisis bajaron mucho las ventas y tuvimos que inventar. De ah¨ª nuestras empanadillas de pollo, con unas obleas que compramos a una empresa madrile?a: es un producto 100% local. O los fingers de manchego con membrillo, que son una delicia.
?Come usted mucho pollo?
Pues s¨ª, much¨ªsimo, aunque pudiera parecer que me aburre. Al final, tres o cuatro d¨ªas a la semana cae pollo. Es que est¨¢ riqu¨ªsimo y adem¨¢s es obligaci¨®n probarlo. Y con salsita.
?Desde cu¨¢ndo existe El Murciano?
No lo s¨¦ exactamente, hace 37 o 38 a?os. Primero vino mi padre (cosa rara porque los murcianos tir¨¢bamos m¨¢s para Catalu?a). Antes se buscaba la vida vendiendo conejos, aqu¨ª aprendi¨® el oficio en otro asador y cuando pudo alquil¨® el local que tenemos. El primero era muy chiquitito, se pasaba un calor, con todo el fuego¡ Pero luego lo ampli¨® hasta el tama?o que tiene ahora.
?Cu¨¢ndo vino usted a Madrid?
Con 12 a?os, con mi madre, estudi¨¦ en los colegios e institutos de Lavapi¨¦s, como el Gregorio Mara?¨®n [ahora sede de la UNED] o el Cervantes. De ah¨ª saqu¨¦ a muchos de los amigos de toda la vida que todav¨ªa conservo en el barrio.
?Qu¨¦ le pareci¨® la ciudad cuando lleg¨®?
Ven¨ªa de mitad del campo, de una pedan¨ªa del pueblo de San Javier. Cuatro casas. La primera sensaci¨®n fue: ?esto es la capital? En el campo, por muy pobres, eran casas grandes. Aqu¨ª, en la calle Olivar, eran peque?¨ªsimas. El ba?o de Murcia era m¨¢s grande que la casa entera.
C¨®mo cambia la vida de una generaci¨®n a otra¡.
Cuando llegu¨¦ estaba la Movida, y todos los punkis en la plaza de Lavapi¨¦s, con las crestas de colores, las cadenas¡ Solo lo hab¨ªa visto en las pelis. Eran tambi¨¦n los a?os duros de la hero¨ªna, mi madre se signific¨® bastante en las manifestaciones contra la droga. Muchos amigos se perdieron¡ Lavapi¨¦s era un pueblo, todos nos conoc¨ªamos.
?C¨®mo ha cambiado el barrio?
Mejor¨® mucho en el cambio de siglo. Vinieron muchas parejas j¨®venes con ganas de vida, que levantaron el barrio, que tuvieron hijos, pero se han terminado marchando. El barrio ha subido¡
?Se ha ido la cosa de madre?
Esto era lo m¨¢s barato, lo que nadie quer¨ªa. Por eso ven¨ªamos a vivir aqu¨ª. Dio mucho gusto ver crecer el barrio y el local. El turismo masivo de ahora es pan para hoy y hambre para ma?ana. ?Si se acaba el boom? Adem¨¢s, vivir con pisos tur¨ªsticos al lado no es vivir.
?Y la vida barrial?
Antes no estaban los locales de moda de ahora, pero hab¨ªa otros. Yo soy muy de perderme por la noche, de vez en cuando, ¨ªbamos al Polichinela, a Los Nardos, el Saragui, al Revuelta, nos hemos recorrido el barrio, lo hemos disfrutado. Me sigue gustando este barrio.
El asador del amor
Jos¨¦ Alberto no solo dispensa pollos en su mostrador. Una vez dispens¨® amor: as¨ª conoci¨® a su se?ora, Cecilia. ¡°Yo la ve¨ªa ah¨ª, muy guapa, y empec¨¦ a decirle cosas¡±. Su modelo de negocio no recibe tanto amor: casi todos los asadores, o panader¨ªas, o bares, desaparecen por culpa de la especulaci¨®n inmobiliaria. Pero El Murciano resiste.
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