El ¡®Peque?o Nicol¨¢s¡¯ venezolano
Luis Alberto Ram¨ªrez finge ser c¨®nsul y esp¨ªa. La polic¨ªa lo busca desde marzo, acusado de enga?ar y extorsionar a sus compatriotas en Madrid
El c¨®nsul de Venezuela sol¨ªa pasear a su perro a primera hora de la ma?ana por las calles todav¨ªa desiertas de Malasa?a. Vest¨ªa chaqueta negra de corte largo, zapatos de cuero, camisa planchada en la tintorer¨ªa, un cintur¨®n con una hebilla dorada. Al regresar al edificio aguardaba en la entrada unos segundos, sin tocar el timbre ni hacer adem¨¢n de sacar el juego de llaves del bolsillo. Hac¨ªa o¨ªdos sordos a la chicharra que anunciaba la apertura autom¨¢tica. Esperaba hasta que el portero abandonara la garita y empujara por ¨¦l el pesado port¨®n de acceso.
¡ªEs el gesto m¨ªnimo para un hombre de mi condici¨®n, se justificaba el diplom¨¢tico cuando o¨ªa al bedel rezongar de mala gana.
Durante los ¨²ltimos cuatro a?os, el se?or que se presentaba a todo el mundo como c¨®nsul ha vivido en este c¨¦ntrico barrio de Madrid, cerca del poder y la toma de decisiones de la naci¨®n. En este tiempo alquil¨® tres apartamentos y dos locales comerciales a caseros satisfechos por firmar un contrato de arrendamiento, con todas las inseguridades que eso conlleva, con el representante de un Gobierno. Una n¨®mina segura a fin de mes. Sus modales exquisitos agradaban de primeras. Era cort¨¦s y respetuoso, con un deje aristocr¨¢tico. Aunque a veces, como con el portero de su edificio, tambi¨¦n se mostraba distante, quiz¨¢ para marcar una l¨ªnea entre la gente corriente y un emisario del chavismo del m¨¢s alto nivel.
Luis Alberto Ram¨ªrez, conocido por sus allegados como Beto, un venezolano de 37 a?os, aprovech¨® esa supuesta posici¨®n para hacer negocios e introducirse en c¨ªrculos de influencia. Como empresario, promet¨ªa a sus compatriotas reci¨¦n llegados a Espa?a agilizar los papeles, usando tambi¨¦n su condici¨®n de abogado, colegiado en Madrid, experto en inmigraci¨®n. Mostraba un carn¨¦, firmado por la decana, con el n¨²mero C370047. Los inmigrantes se sent¨ªan bendecidos por toparse nada m¨¢s llegar con un personaje tan bien conectado. En esas charlas, a la m¨ªnima ocasi¨®n, presum¨ªa de sus contactos en el Seb¨ªn, el servicio secreto venezolano, y en PDVSA, la petrolera estatal: "Muerto el presidente Ch¨¢vez, Maduro es el que me otorga todos los privilegios".
El pecado original de Beto es que todo se basa en una farsa, una gran mentira. Ni es c¨®nsul ni abogado ni tiene tratos con esp¨ªas ni con grandes empresarios. La historia de su vida es un c¨²mulo de invenciones, una alucinaci¨®n en la que han quedado atrapados como en un cepo aquellos que le creyeron alguna vez. "No tenemos ni idea de qui¨¦n es", dice una portavoz de la embajada venezolana. "Esta persona no se encuentra colegiada", informan desde el comit¨¦ de deontolog¨ªa del Colegio de Abogados. La polic¨ªa le busca desde marzo por un delito de usurpaci¨®n de identidad y estafa. Son continuas las visitas de los agentes al edificio en el que se negaba a abrir la puerta con su propia mano. Necesitaba asistencia.
En los juzgados de Plaza de Castilla hay abiertas dos causas contra ¨¦l, seg¨²n fuentes judiciales. Cualquier condena podr¨ªa conducirle a la c¨¢rcel. En 2016, en el juzgado de lo penal n¨²mero 8, fue condenado en firme a dos a?os de prisi¨®n, en el procedimiento abreviado 63/14. En septiembre de este a?o no se present¨® a un juicio r¨¢pido en el que estaba acusado de amenazas. La causa qued¨® archivada.
El estilista Julio Matamoros regenta una peluquer¨ªa en el interior de un gimnasio de lujo situado en la segunda planta de la estaci¨®n de Chamart¨ªn. El local est¨¢ repleto un d¨ªa entre semana. Hay caras conocidas entre la clientela, reyes y reinas de las revistas del coraz¨®n. Matamoros, con gafas de concha, hablar pausado y maneras amables, recibi¨® un buen d¨ªa un fax de Beto, con el siguiente encabezado: "Ante todo extenderle mi m¨¢s cordial saludo socialista, revolucionario, amistoso y conciliador". Le acusaba de usar en el logotipo de su peluquer¨ªa una corona de laurel que hab¨ªa plagiado a una empresa suya. Le exig¨ªa 22.000 euros en el menor tiempo posible.
"Trat¨® de extorsionarme a m¨ª y a medio Madrid. ?l siempre actuaba amedrentando a la gente, haciendo psicoterror. Tra¨ªa el chip del lumpen venezolano", cuenta Matamoros frente a un caf¨¦. El peluquero lo ignor¨®, pero Beto no se dio por vencido y contact¨® con la familia de Matamoros en Venezuela. "Mi mam¨¢ lloraba. Dec¨ªa que hab¨ªa que darle el dinero a ese hombre. Le daba miedo. Yo me negu¨¦. Beto tiene mucha verborrea y asusta a la gente, te amenaza. Iba a llevar el caso a la polic¨ªa, pero dej¨¦ de contestarle y ¨¦l par¨®".
El diplom¨¢tico, acostumbrado a manejar las sutilezas del lenguaje, un pol¨ªtico vestido de frac, se transformaba de repente en un tipo violento. Entonces, seg¨²n ¨¦l mismo, se convert¨ªa en Hierbamala, un alter ego criminal. Comenzaba una guerra psicol¨®gica con los receptores de sus mensajes de final incierto. Enviaba a sus v¨ªctimas el n¨²mero de calle en el que viv¨ªan, c¨®mo se llamaban sus padres, cu¨¢les eran sus rutinas. Fabricaba papeles del Seb¨ªn con informaci¨®n falsa para cincelar la mentira de que era un esp¨ªa con acceso a documentos secretos. El enga?o aterrorizaba a los venezolanos expatriados, que sufr¨ªan por el destino de sus familiares en su pa¨ªs. En realidad, eran datos que consegu¨ªa por redes sociales. Hasta amenazaba con enviar a un par de sicarios: "[tel¨¦fono de la v¨ªctima] este es el n¨²mero, rastr¨¦alo con el F59 y dame ubicaci¨®n exacta para enviar al ruso y al gitano".
Pasado en Venezuela
Los d¨ªas en los que Antonio Ledezma, el alcalde de Caracas, fue detenido resultaron especialmente perturbadores para Beto. Era 2015 y quienes lo trataron en esa fecha confirman su excitaci¨®n extrema. Con la cara pegada a la televisi¨®n, los ojos a punto de sal¨ªrsele de las cuencas, repet¨ªa una y otra vez que la detenci¨®n del pol¨ªtico, opositor al chavismo, era obra suya. El Seb¨ªn, seg¨²n ¨¦l, le hab¨ªa mandado infiltrarse en el c¨ªrculo ¨ªntimo de Ledezma. Como hizo Ram¨®n Mercader con Trotsky. Solo que el arma de Beto no fue un piolet, sino un dosier con supuesta informaci¨®n confidencial.
La historia tiene un gramo de verdad y toneladas de mentira. Esa historia de esp¨ªas solo est¨¢ en su cabeza. Beto era reportero en una radio venezolana cuando fue contratado por la fundaci¨®n Acci¨®n Social de la Alcald¨ªa de Caracas, dirigida por Mitzy Capriles, la esposa de Ledezma. En efecto, Beto estuvo cerca de Ledezma, pero no en su entorno m¨¢s ¨ªntimo. "Estuvo trabajando con nosotros unos meses hasta que nos dimos cuenta de que ten¨ªa una actitud inadecuada. Le ped¨ª que renunciara al descubrir que falsific¨® un cheque de la fundaci¨®n. Era un inventor de cosas. De esta persona tengo muy malos recuerdos", cuenta Capriles por tel¨¦fono. Por supuesto, considera una "fantas¨ªa total y absoluta" que ¨¦l tuviera algo que ver con la detenci¨®n de su marido, que hace dos a?os se fug¨® de Venezuela. Desde entonces, vive exiliado en Madrid.
Despu¨¦s de su paso por la Alcald¨ªa de Caracas, Beto fue representante de artistas en Venezuela. Imposible saber c¨®mo se introdujo en ese mundo. En 2005, con solo 22 a?os, comenz¨® a gestionar la carrera de una cantante, Mayr¨¦ Mart¨ªnez, ganadora de la primera temporada del reality show?Latin American Idol y m¨¢s tarde jurado en La Voz. El entorno de la artista reconoce que existi¨® esa relaci¨®n, que acab¨® mal. Beto tambi¨¦n fue pasante de la estrella televisiva Martha Rodr¨ªguez Miranda. Lo recuerda como un muchacho inteligente y comprometido, que sin embargo le disgust¨® cuando segu¨ªa haci¨¦ndose pasar por trabajador de su programa cuando ya no lo era. "Qu¨¦ verg¨¹enza que un venezolano nos deje esa impresi¨®n en otros pa¨ªses", lamenta la presentadora desde Caracas.
Aunque la realidad es que los principales perjudicados de sus andanzas son los venezolanos afincados en Madrid, una colonia cada vez m¨¢s numerosa (50.000). Fred Montano, de 33 a?os, trabajador de una agencia de modelos, confi¨® en Beto como intermediario para alquiler un apartamento en la capital durante tres meses. Le envi¨® 1.200 euros a una cuenta en Alemania. "Se trunc¨® mi sue?o de pasar un tiempo largo en Espa?a. Nunca recuper¨¦ ese dinero", se lamenta Montano. El tiempo que pas¨® en Madrid lo aprovech¨® para denunciar a Beto por estafa en la comisar¨ªa de Arganzuela.
El abogado Armando Lucendo Telo lo conoce bien. "Alberto es inteligente, muy especial. Yo sab¨ªa que hab¨ªa enga?ado a gente y aun as¨ª, me enga?¨® a m¨ª tambi¨¦n", explica Lucendo por tel¨¦fono. Sabe que Beto consegu¨ªa dinero de compatriotas con la promesa de hacerles la documentaci¨®n. Despu¨¦s se esfumaba. Recuerda un juicio en Madrid por este asunto en el que el juez le pregunt¨® si era c¨®nsul, como se hab¨ªa presentado ante sus v¨ªctimas.
¡ªDijo que no, que no lo era. Era la primera vez que lo reconoc¨ªa.
Pese a todo, Lucendo confi¨® en ¨¦l cuando quiso invertir en la compra de unos apartamentos en Bogot¨¢. Beto pasaba por una mala racha y ¨¦l quiso ayudarle. Le enga?¨®, seg¨²n Lucendo, qued¨¢ndose con unos 12.000 euros. "Voy a demandarle en Colombia y pedir su entrada en prisi¨®n de forma preventiva. Voy a acreditar que este se?or se dedica a la estafa. La de Beto ha sido una lecci¨®n de vida", a?ade.
Nueve meses despu¨¦s de que iniciara la investigaci¨®n por sus fraudes, la polic¨ªa no ha logrado dar con su paradero. Beto es un fantasma, una sombra que, sin embargo, responde por WhatsApp desde un n¨²mero de tel¨¦fono de Londres. Dice vivir a caballo entre Inglaterra y Espa?a ("tengo doble residencia"). Siempre est¨¢ conectado, disponible para su familia o los m¨¢s altos responsables del Gobierno venezolano gracias a la tecnolog¨ªa:
¡ªLlevo conmigo una Blackberry satelital, sin sim card. En el hueco donde yo est¨¦ de la tierra me consigue mi madre y la gente que trabaja para m¨ª. O el Gobierno de Venezuela.
Pese a las evidencias, insiste en que pertenece al cuerpo diplom¨¢tico del pa¨ªs sudamericano. "No te voy a decir en qu¨¦ pa¨ªs estoy acreditado, no te voy a decir en qu¨¦ pa¨ªs honro la inmunidad diplom¨¢tica que caduca en 2023. Tenia el viejo pasaporte que era verde y ahora el nuevo, vino tinto. Qu¨¦ rico", escribe. Para demostrar su supuesta condici¨®n gubernamental env¨ªa unas fotograf¨ªas con la expresidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes ("en esa foto se ve claramente como ella me est¨¢ haciendo la pelota a m¨ª") y con el embajador venezolano en Madrid, Mario Isea, en su despacho. En la imagen Isea est¨¢ de espaldas y no se da cuenta de que est¨¢ siendo retratado.
Beto corta la conversaci¨®n de forma abrupta:
¡ªTe dejo. Viene a recogerme mi ch¨®fer.
En el barrio de Malasa?a dej¨® un mal recuerdo. Los tres caseros que le alquilaron sus apartamentos acabaron sufriendo las consecuencias. A uno de ellos dej¨® de pagarle durante un a?o completo, hasta que se oficializ¨® una orden de desahucio. A otro no le pag¨® durante seis meses. El tercero de los perjudicados es un abogado de profesi¨®n al que adeuda la renta de dos apartamentos. De paso le rob¨® mobiliario de la casa. Las discusiones entre el abogado y Beto fueron a trav¨¦s de email. El moroso firmaba los mensajes con el pomposo cargo de vicecanciller para Latinoam¨¦rica del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores de la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela. En esa ¨¦poca, el hombre empez¨® a mirar los bajos de su coche antes de encender el motor.
"Llegu¨¦ a pensar que alguien del servicio secreto o del Gobierno venezolano lo proteg¨ªa", dice el abogado en su despacho. Le sorprende que haya quedado impune en tantos casos y que la gente se haya plegado a sus exigencias, como si estuvi¨¦ramos ante un r¨¦plica de El Peque?o Nicol¨¢s. El abogado puso el caso en manos de la polic¨ªa. Tambi¨¦n le escribi¨® al CNI, el servicio de inteligencia espa?ol, advirtiendo de que en Madrid hab¨ªa un agente venezolano fuera de control: "No me extra?a que sus superiores le hayan puesto punto final a su presencia en Madrid envi¨¢ndole a un destino fuera de Espa?a".
El abogado recopil¨® decenas de cuentas de correo electr¨®nico de embajadas y empresas p¨²blicas venezolanas. A todas ellas envi¨® un informe de 51 p¨¢ginas sobre el caso de Alberto Ram¨ªrez Dom¨ªnguez, alias Beto. "Hag¨¢nselo llegar al presidente Maduro", rogaba en los mensajes. Solo recibi¨® una respuesta, la de la embajada en Washington, en julio de 2018: "Lamentamos mucho esta situaci¨®n. Se reenviar¨¢ para su an¨¢lisis". El informe debe estar durmiendo en el caj¨®n de alg¨²n bur¨®crata en Caracas. Mientras tanto, contin¨²a la alocada huida hacia adelante de este impostor. A veces c¨®nsul; en ocasiones, esp¨ªa.
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