Los 300 conciertos de Morgan, la banda que naci¨® por pura casualidad
El quinteto comandado por Nina de Juan llena La Riviera dos noches seguidas y cerrar¨¢ su primera gran etapa con una experiencia sinf¨®nica en el Teatro Real
El destino es un pendejo caprichoso. Hace apenas seis a?os, Carolina de Juan, una madrile?a veintea?era que se sent¨ªa sin oficio ni beneficio, hab¨ªa comprado un billete de ida a ?msterdam para ¡°probar suerte¡± en la ciudad, perfeccionar su ingl¨¦s, trabajar en ¡°algo¡± y comprobar si los Pa¨ªses Bajos le ofrec¨ªan alguna perspectiva vital ilusionante. Dos m¨²sicos amigos la convencieron in extremis de que no cogiera aquel avi¨®n. Esos dos artistas, otros dos aliados que se incorporaron poco despu¨¦s y la propia Carolina (Nina, para los cr¨¦ditos y la posteridad) responden ahora al nombre art¨ªstico de Morgan y reventaron por dos noches consecutivas La Riviera en uno de los fines de semana de este pasado diciembre. Coser y cantar, nunca mejor dicho: era la despedida de gira para Air, el idolatrado segundo ¨¢lbum del quinteto, y el aperitivo del concierto de Reyes con el que, este 5 de enero, los autores de Home o Another road revestir¨¢n de arreglos sinf¨®nicos su repertorio en el Teatro Real, igual que en navidades pasadas ya hicieron otros nombres tan grandes como los de Amaral, Luz Casal o Depedro.
?Qu¨¦ habr¨ªa sucedido si Nina llega a materializar sus deseos de poner tierra de por medio? Nos citamos con De Juan en los camerinos de La Riviera, apenas un par de horas antes de un concierto multitudinario, impetuoso y colosal, y la interpelada se sonr¨ªe con el interrogante. ¡°Lo he pensado muchas veces. Mi vida ser¨ªa radicalmente distinta, seguro, pero el destino es caprichoso y te lleva por caminos sorprendentes¡±, admite. ¡°Pese a todo, a¨²n conservo aquellas ganas de vivir una temporada all¨¢. Mi hermana se hab¨ªa instalado en ?msterdam durante el doctorado y sent¨ªa cierta familiaridad con la ciudad. Todo se andar¨¢¡¡±.
Fueron el guitarrista Paco L¨®pez y el bater¨ªa Ekain Elorza los primeros en escuchar las composiciones propias que Nina hab¨ªa ido atesorando y quienes la persuadieron en que tirase aquel boleto de avi¨®n a la basura. En septiembre de 2015, la ignota banda Morgan debut¨® en la sala Moby Dick. En febrero del a?o siguiente, los cinco fueron capaces de llenar El Sol para dar a conocer las canciones de su ¨¢lbum de estreno, North. Y en junio, tras una velada prodigiosa en el Teatro Lara, el boca a boca result¨® ya imparable. Desde entonces, el asombroso crecimiento de este grupo nacido casi por accidente se sustancia en m¨¢s de 300 actuaciones, una gira completa de Nina como segunda vocalista de Quique Gonz¨¢lez y cinco Premios de la M¨²sica Independiente, entre ellos los de ?lbum del A?o y Mejor Artista. Y todo, por la insistencia de dos amigos que persuadieron a una chavala desanimada y desnortada de que, en realidad, merec¨ªa la pena luchar por su talento y sus canciones.
¡°Yo siempre fui un poco trasto, ya desde bien peque?a¡±, se sincera la cantante de Morgan. ¡°Pas¨¦ una edad del pavo tard¨ªa, como a los 18, y todav¨ªa a los veintipocos ten¨ªa esa sensaci¨®n de no saber qu¨¦ hacer con mi vida. Ahora, tanto los chicos como yo hemos conseguido dedicarnos a lo que de verdad nos llena el alma¡¡±. Atr¨¢s quedan los tiempos de los trabajos ocasionales y las incertidumbres manifiestas; ella, como vendedora de llaveros, tazas y camisetas de est¨¦tica ochentera en Pop Land, una tienda de la calle de Manuela Malasa?a. ¡°Hoy tengo piso propio. En Cuatro Vientos, mi barrio de siempre, y con varios supermercados alrededor. Habr¨¢ quien piense que no es gran cosa, pero¡ que me quede como estoy¡±.
En la distancia corta, Nina (Madrid, 29 a?os) resulta mucho m¨¢s espont¨¢nea y extrovertida de lo que aparenta desde el escenario, donde se sigue ¡°sintiendo torpe¡± cuando le corresponde hablar entre canci¨®n y canci¨®n. Y ni siquiera los nervios anteriores al pistoletazo de salida aminoran su locuacidad. ¡°Al contrario, no existe nada m¨¢s adictivo que respirar la tensi¨®n de los momentos previos, esta sensaci¨®n de no saber c¨®mo marchar¨¢n exactamente las cosas dentro de un rato. Hemos vivido muchos momentos especiales durante estos cuatro a?os, pero lo mejor es cuando alguien rompe a aplaudir en mitad de una canci¨®n, durante un solo o tras una estrofa afortunada. As¨ª es la m¨²sica en su m¨¢ximo esplendor¡±.
Algo de esa incertidumbre servir¨¢ como carburante creativo para Morgan de cara a los pr¨®ximos meses. Una vez caiga el ¨²ltimo tel¨®n, el quinteto se conceder¨¢ una temporada de descanso (¡°tenemos tarea atrasada en cine, conciertos y festivales, porque estos a?os no hemos podido ir a nada¡±) y regresar¨¢ al local de ensayo sin prisas ni nuevas canciones en la libreta, dispuesto a retarse a s¨ª mismo. A ¡°ver qu¨¦ pasa¡±, a sabiendas de que el ¡°respeto y entendimiento¡± son condiciones sacrosantas entre los cinco.
Y Nina, de paso, podr¨¢ por fin dedicarle m¨¢s tiempo a su ¨²nica hermana, Mar¨ªa, de 38 a?os, una astrof¨ªsica e ingeniera aeron¨¢utica que ya abandon¨® ?msterdam y ahora reside en Liverpool. Mar¨ªa fue quien meti¨® a Nina el gusanillo por la m¨²sica culta y una de las que m¨¢s disfrutar¨¢ con la aventura de Morgan junto a la Banda Sinf¨®nica Municipal. ¡°Mar¨ªa me regal¨® a los 18 un abono para varias funciones de ¨®pera en el Real. Yo me disgust¨¦: en aquel momento habr¨ªa preferido unos auriculares, un reproductor de mp3, algo as¨ª. Pero aquel ciclo¡±, desvela, contra pron¨®stico, ¡°termin¨® suponiendo una de las experiencias m¨¢s inspiradoras de mi vida¡¡±
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