Una obra inacabada
La autonom¨ªa andaluza se enfrenta a dos grandes amenazas: la recentralizaci¨®n y el peligro de crear nuevas desigualdades territoriales
Los dem¨®cratas andaluces estamos celebrando, felizmente, el acto germinal de la m¨¢s profunda transformaci¨®n experimentada por Andaluc¨ªa desde el principio de los tiempos. Porque empez¨® entonces su constituci¨®n como entidad pol¨ªtica. Sobrada de historia, de cultura y de identidad propia, nunca como desde el 28-F de 1980, la sociedad andaluza fue tan consciente de que la ¨²nica forma de salir de su estado de postraci¨®n secular era accediendo al autogobierno.
Con el paso de tantos a?os resulta ya fuera de lugar mantener la dial¨¦ctica de ¡°vencedores y vencidos¡±. Pero puestos a hablar de esa dicotom¨ªa, el verdadero y m¨¢s significativo vencedor fue la ciudadan¨ªa andaluza que con un entusiasmo y determinaci¨®n sin precedentes escuch¨® la voz de quienes les dijeron que esa era la forma de hacer realidad sus nobles aspiraciones. En el ¨¢mbito de la pol¨ªtica est¨¢ claro que las fuerzas de izquierda triunfaron porque se pusieron de parte y al frente de las esperanzas de los andaluces.
UCD ha jugado siempre el papel de culpable en este trance pero, siendo objetivos, lo que ocurri¨® es que el Gobierno de [Adolfo] Su¨¢rez cometi¨® un grave error de percepci¨®n de su papel hist¨®rico (y lo pagaron todos con creces). Pero no estaban contra la autonom¨ªa andaluza sino que err¨®neamente pretend¨ªan que nuestro camino fuera m¨¢s dif¨ªcil, m¨¢s largo y menos ambicioso. Los aut¨¦nticos enemigos de la autonom¨ªa fueron los residuos del franquismo que hoy son la ultraderecha arracimada en torno a unas siglas que ni quiero mencionar.
Estos 40 a?os son una historia de ¨¦xito escrita a pesar de los designios que desde otros lugares nos hab¨ªan atribuido un papel subalterno. Y hoy Andaluc¨ªa es una comunidad con identidad propia, pujante y con futuro por muchos que sean los d¨¦ficits que a¨²n arrastra de siglos de incuria y abandono por las clases m¨¢s favorecidas que asignaron a esta tierra el papel de mera productora de bienes que disfrutaron fuera y de mano de obra aherrojada al yugo de un destino injusto.
Dos riesgos amenazan a la autonom¨ªa andaluza en la actualidad. Las arengas interesadas en la pretendida centralizaci¨®n del Estado y el peligro de crear desigualdades, como pretenden los nacionalismos catal¨¢n y vasco.
Lo primero, la tentaci¨®n recentralizadora, no es otra cosa que una enmienda a la totalidad al sistema democr¨¢tico y constitucional espa?ol cuya arquitectura pol¨ªtica descansa en el T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n Espa?ola de 1978. Es cierto que est¨¢ necesitado de reforma pero en la otra direcci¨®n, en la de la delimitaci¨®n precisa del equilibrio de competencias entre las Comunidades Aut¨®nomas y el Estado o la reforma del Senado como c¨¢mara de representaci¨®n territorial, entre otros aspectos sustanciales.
El peligro nacionalista de Catalu?a y Pa¨ªs Vasco es que para resolver el problema de su pulso al Estado, este acabe cediendo parcelas y se ponga en riesgo el principio de igualdad entre todos los espa?oles, sin perjuicio del reconocimiento de sus identidades y especificidades porque no es el uniformismo sin¨®nimo de igualdad pol¨ªtica.
Andaluc¨ªa fue la clave de b¨®veda del sistema auton¨®mico espa?ol porque todo ¨¦l descansa en el principio de igualdad entre todas las comunidades haciendo innecesario distinguir entre las autonom¨ªas del art¨ªculo 151 y las del 143 de la Constituci¨®n. Todas tienen el mismo peso pol¨ªtico.
Pero ese papel central ha de ejercerse de continuo porque si no se levantan al un¨ªsono las instituciones pol¨ªticas y la sociedad civil andaluzas los riesgos se?alados ser¨¢n m¨¢s serios. Todas las grandes obras sociales y pol¨ªticas, por perfectas que las creamos, est¨¢n siempre inacabadas porque han de ir adapt¨¢ndose a los propios cambios de la sociedad.
Lo mismo sucede con Andaluc¨ªa, no basta con una pol¨ªtica continuista que busque la excelencia en la gesti¨®n de los intereses p¨²blicos y en la que los andaluces y andaluzas trabajen por el bienestar propio y el colectivo. La autonom¨ªa andaluza solo corre el riesgo de que los que tienen que cuidarla se olviden de este reto permanente.
Carlos Rosado fue ponente y miembro de la Comisi¨®n Redactora del estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Es presidente de la Andaluc¨ªa Film Commission.
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