Arturo Valenzuela, a Ascanio Cavallo: ¡°Estoy convencido, hasta hoy, de que efectivamente el golpe de Estado en Chile se pudo haber evitado¡±

Arturo Valenzuela (Concepci¨®n, 79 a?os), chileno-estadounidense, asistente especial del presidente Bill Clinton y subsecretario de Asuntos Hemisf¨¦ricos de Estados Unidos del Gobierno de Barack Obama, autor del cl¨¢sico El quiebre de la democracia en Chile, y Ascanio Cavallo (Santiago, 66 a?os), periodista chileno, Premio Nacional de Periodismo 2021 ¨Cque ha escrito Golpe o La historia oculta del r¨¦gimen militar, entre otros¨C conversaron en Santiago de Chile hace algunos d¨ªas, en un pa¨ªs que est¨¢ tomado por el recuerdo de los 50 a?os del bombardeo a La Moneda, que se conmemoran este 11 de septiembre. EL PA?S los reuni¨® en un hotel de Las Condes, en la zona oriente de la capital chilena, aprovechando el viaje de Valenzuela, que lleg¨® desde Washington a su pa¨ªs natal invitado por la Universidad de Santiago (Usach). La instituci¨®n publica el libro colectivo El quiebre de la democracia, 50 a?os despu¨¦s, basado en el texto hom¨®nimo de Valenzuela y coeditado por Pamela Figueroa y Peter Siavelis.

Es el primero de una serie de di¨¢logos que sostiene Cavallo para EL PAIS, a prop¨®sito del medio siglo del golpe.

Esta fue la conversaci¨®n.

Ascanio Cavallo. El quiebre de la democracia en Chile, de 1978, fue uno de los primeros libros que revisaron el golpe de Estado desde la perspectiva de la ciencia pol¨ªtica y no desde la militancia en cualquiera de los bandos.

Arturo Valenzuela. Uno de mis profesores en la Universidad de Columbia, el espa?ol Juan Linz, me invit¨® a integrarme a un gran trabajo que se estaba haciendo acerca del quiebre de la democracia en general. Los investigadores partieron por Europa. Pero hay que recordar una cosa: los de Am¨¦rica Latina son los pa¨ªses republicanos m¨¢s antiguos del mundo. Cuando se crea Naciones Unidas, un 42% de los firmantes son rep¨²blicas latinoamericanas; lo mismo en Bretton Woods. Porque el resto del mundo todav¨ªa era parte de los grandes imperios. Entonces, me pidieron que hiciera un trabajo sobre el quiebre de la democracia en Chile en 1924, un quiebre en un pa¨ªs donde se hab¨ªa establecido una cierta consolidaci¨®n del proceso democr¨¢tico.

A.C. En 1924, la democracia chilena ya iba a cumplir 100 a?os, o los hab¨ªa cumplido, seg¨²n c¨®mo se mida. En cierto modo, era la trayectoria menos interrumpida de Am¨¦rica Latina.

A.V. Exactamente. Entonces me dediqu¨¦ a eso. En noviembre de 1973 ten¨ªa el manuscrito listo para compartirlo con los otros autores, algunos europeos, otros especialistas de Latinoam¨¦rica, en la Universidad de Yale. Pero hab¨ªa ocurrido el golpe de Estado en Chile, ante lo cual Juan Linz me dice que debo escribir de lo que estaba pasando en esos momentos, porque para todos era una cosa importante. Linz era muy cercano a Giovanni Sartori, que en alg¨²n momento le dice que en Italia hay un gran inter¨¦s por lo que pas¨® en Chile. Entonces le mandamos el primer borrador y Sartori lo public¨® en la Rivista Italiana di Scienza Politica. Eso fue lo primero. Despu¨¦s, en 1976, sale el mamotreto sobre el quiebre de la democracia en el mundo, en el cual mi trabajo ocupaba como un cuarto del total. Y al fin se public¨® por separado.

A.C. Hasta donde recuerdo, ese no fue un trabajo a distancia. Viniste a Chile, hablaste con mucha gente, hiciste trabajo de campo¡­

A.V. S¨ª, llegu¨¦ a Chile en enero de 1974, porque ten¨ªa una beca para seguir algunos de mis estudios, incluyendo el golpe de Estado de 1924. Aprovech¨¦ de entrevistar a mucha gente. El exministro del Interior Carlos Briones, que estuvo tratando de llegar a un consenso para salvar al pa¨ªs¡­

A.C. Tambi¨¦n lo conoc¨ª. Era un hombre que hab¨ªa estado muy solo, rechazado por su Partido Socialista, ignorado por los partidos de la Unidad Popular¡­

A.V. S¨ª, muy solo. Tambi¨¦n entrevist¨¦ largamente a Eduardo Frei Montalva. Nos reunimos varias veces y la ¨²ltima, cuando nos despedimos, ¨¦l me pone la mano en el hombro y me dice: ¡°Arturo, espero que digas la verdad de lo que pas¨® en Chile¡±. Yo le promet¨ª que le mandar¨ªa la primera versi¨®n de mi trabajo. Como tambi¨¦n a Patricio Aylwin y a mucha gente.

A.C. No creo que a Frei le haya gustado. El libro es demasiado cr¨ªtico con todos, es el libro de una tragedia sin h¨¦roes.

A.V. Efectivamente, mientras hac¨ªa clases en la Universidad de Duke, en North Carolina, un d¨ªa recibo una carta de ocho p¨¢ginas de Eduardo Frei Montalva, acus¨¢ndome de ser parte de la conspiraci¨®n comunista en contra de Chile. No le gust¨® mi trabajo porque, en el fondo, digo que el quiebre de la democracia ocurre cuando efectivamente no se pudo conformar un centro gobernante. ?C¨®mo llega Allende al poder? Con un 36,6% del voto, menos de lo que hab¨ªa sacado en su campa?a electoral anterior. Alessandri le segu¨ªa con un 35,2%, algo as¨ª, muy cercano.

A.C. 39.338 votos de diferencia.

A.V. Y con eso pasa al Congreso, que tiene que decidir. Obviamente, los sectores de centro y de izquierda de la Democracia Cristiana estaban m¨¢s proclive a votar a favor de Allende.

A.C. Habr¨ªa sido muy dif¨ªcil no cumplir con la tradici¨®n. Hasta entonces hab¨ªan sido elegidos todos los presidentes mayoritarios, aunque se tratara de mayor¨ªas peque?as, como el mismo Jorge Alessandri en 1958.

A.V. S¨ª, exactamente. Pero se necesitaba esa aprobaci¨®n de todas maneras. Y es aqu¨ª donde entra el complot por parte de Estados Unidos y algunas empresas, como la International Telephone and Telegraph, que presionan al Gobierno de Nixon para que el Congreso no apruebe a Allende, que apoye a Alessandri, que ¨¦ste renunciara y pudiera volver Frei.

A.C. Es lo que se llam¨® el gambito Frei.

A.V. Que Alessandri renunciara y volviera Frei, porque ya no es un per¨ªodo continuo. Pero eso obviamente que no comulgaba muy bien con el sector de izquierda, con el sector de Jacques Chonchol y otros de la DC, que estaba muy dividida en esto. Ese fue un poco el comienzo del quiebre de la democracia.

A.C. Es curioso. En el fondo, tu tesis sostiene que el caso chileno es eminentemente pol¨ªtico y tiene que ver con la p¨¦rdida del centro.

A.V. Y de las instituciones que exist¨ªan en ese momento. Francamente, yo estoy bastante convencido, hasta hoy, de que efectivamente se podr¨ªa haber logrado otra cosa. La objeci¨®n m¨¢s fuerte que tuvo Eduardo Frei a mi trabajo fue porque dec¨ªa que muchos pol¨ªticos le dieron un apoyo t¨¢cito al golpe. En la respuesta que le mand¨¦, en una carta larga, cito la etimolog¨ªa de la palabra t¨¢citamente, que quiere decir aprobar al callarse. Como ¨¦l era presidente del Senado y no dijo nada en contra de esto, efectivamente estaba avalando el golpe, a pesar de todos los esfuerzos que hac¨ªa el cardenal y de todas las conversaciones que hubo en esos d¨ªas. Y del hecho de que Briones hab¨ªa planteado un plebiscito, al que Allende se someter¨ªa. Esa era una salida.

A.C. ?De veras crees que eso pudo tener ¨¦xito?

A.V. No, no estoy seguro. Porque, claro, los niveles de polarizaci¨®n eran muy grandes y hab¨ªa sectores muy fuertes, tambi¨¦n en la izquierda, que estaban con un prop¨®sito distinto y eso no hay que ignorarlo. La econom¨ªa estaba en una situaci¨®n muy dif¨ªcil. As¨ª que era un panorama bastante complicado.

A.C. El golpe es un subproducto de la polarizaci¨®n, que ven¨ªa de mucho antes. Lo que Mario G¨®ngora ha denominado como los proyectos totalizantes, que jugaban al todo o nada desde fines de los a?os 50.

A.V. Es cierto. Pero Chile tambi¨¦n ten¨ªa una historia muy especial: cuando se crea el Partido Comunista en Chile, que es antes de la Revoluci¨®n Rusa, ¨¦ste y otros partidos marxistas pasan a ser parte de un ruedo pol¨ªtico de larga data. Eso era lo que le preocupaba a la gente como Kissinger en el Gobierno de Nixon. ?T¨² crees que Kissinger estaba preocupado por Chile? Estaba preocupado de qu¨¦ pod¨ªa pasar en Italia y Francia.

A.C. Sobre todo en Italia, ?no? Los aliados occidentales trataron por todos los medios de impedir que Italia cayera en la ¨®rbita sovi¨¦tica a trav¨¦s de un PC muy poderoso, que hab¨ªa encabezado la lucha de los partisanos contra el fascismo. La soluci¨®n fue la DC.

A.V. S¨ª, sobre todo Italia. Entonces, ?qu¨¦ presidente est¨¢ eligiendo este Chilito? De ah¨ª nace la famosa frase de Kissinger: ¡°Estados Unidos no puede quedarse inm¨®vil y permitir que un comunista sea elegido por la irresponsabilidad de su gente¡±.

A.C. Claro. Pero me parece que tu libro tiene esa conclusi¨®n: quiz¨¢s habr¨ªa sido posible otra cosa. Hay un futuro alternativo, por as¨ª decirlo. Pero tambi¨¦n describe un proceso que es cada vez peor. No hay un momento de freno, un oasis, una tregua.

A.V. Te agradezco esa observaci¨®n, porque yo y mis colegas est¨¢bamos convencidos de que esta arquitectura del sistema pol¨ªtico chileno no era apta para poder solucionar estos problemas. De ah¨ª que El quiebre de la democracia en Chile dice que lo que habr¨ªa que plantear ser¨ªa una evoluci¨®n a un parlamentarismo. Esa es la alternativa. Eso es lo que empec¨¦ a tratar de vender en Chile en ese momento. Acord¨¦monos de que un 40% de todos los gobiernos parlamentarios de Europa de postguerra son gobiernos de minor¨ªa. ?Y por qu¨¦ persisten esos gobiernos? ?Por qu¨¦ no caen? Porque si no hay una mayor¨ªa, se deber¨ªa ir a una reelecci¨®n, pero la oposici¨®n tambi¨¦n est¨¢ dividida y no quiere ir a una elecci¨®n porque sus legisladores no quieren perder sus esca?os. As¨ª que hay incentivos pol¨ªticos importantes incluso para mantener un Gobierno de minor¨ªa. Chile tiene esta oportunidad de realizarlo en el proceso constitucional. ?Cu¨¢les son las reglas del juego de la instituci¨®n democr¨¢tica que permita que en situaciones de polarizaci¨®n fuerte haya alguna soluci¨®n que sea acorde con el Estado de derecho y la Constituci¨®n?

A.C. Cuando la idea del parlamentarismo se ha planteado en Chile, la principal objeci¨®n es que la tradici¨®n chilena tiene otra direcci¨®n y parece dif¨ªcil que los ciudadanos se entusiasmen por tener un jefe del Ejecutivo por el que no han podido votar, sino que es un diputado al que han designado sus pares. Hay una intermediaci¨®n que podr¨ªa ser desmotivadora, que requiere otra cultura.

A.V. Es cierto y yo reconozco eso. Hay una cierta reticencia en Am¨¦rica Latina y en Chile a la idea de no tener un presidente, una tradici¨®n del gran l¨ªder. Ahora, tambi¨¦n sabemos lo que pas¨® en Am¨¦rica Latina con los grandes l¨ªderes. Aparece un Rosas en Argentina, que no se quiere ir nunca; en M¨¦xico o Venezuela, lo mismo. En Chile hubo mucho conflicto entre las ¨¦lites, guerras internas y civiles, donde muere Carrera, O¡¯Higgins sale del pa¨ªs, en fin. El art¨ªfice, al final, es Manuel Bulnes, que, como Washington, es el general que triunfa en la guerra contra la Confederaci¨®n y vuelve como el h¨¦roe de todos, y los chilenos por fin tienen algo en com¨²n, ganaron la guerra. Bulnes demor¨® mucho en llegar a Santiago, porque lo vitoreaban en todas partes. Y es elegido presidente y, al igual que Washington, decide que no va a estar m¨¢s de dos periodos. Y luego su Gobierno es muy transversal, invita a dirigentes de partidos opositores. Su ministro del Interior trata de intervenir en una elecci¨®n y la Corte Suprema falla en su contra; y Bulnes dice que hay que defender a la Corte, al Estado de derecho. Cuando se alza un primo, Prieto, lo derrota usando la milicia republicana que hab¨ªa creado.

A.C. Que es como el origen verdadero de las Fuerzas Armadas.

A.V. S¨ª, y eso pone a Chile en un rumbo distinto. ?Por qu¨¦ se diferencia de otros pa¨ªses? No por Diego Portales, que estuvo en el Gobierno s¨®lo tres a?os y viv¨ªa en Valpara¨ªso, no estaba en Santiago, y era ministro. Y adem¨¢s lo matan muy joven. Esa es la historia. Como dijiste, la tradici¨®n latinoamericana ha sido el presidencialismo. Lo que hay que hacer es parlamentarizarlo.

A.C. ?Como Francia, con la cohabitation y todo eso?

A.V. No estoy de acuerdo con el modelo franc¨¦s ni con la cohabitaci¨®n. Hemos visto que est¨¢ fracasando en Francia y ha fracasado en pa¨ªses donde se le copi¨®. Un caso dram¨¢tico es Hait¨ª. Tampoco ha funcionado en Per¨². ?Qu¨¦ significa parlamentarizar el presidencialismo? Dos cosas: asegurarse de que no tengamos un hiperpresidencialismo, es decir, que el presidente no tenga la facultad de mandar un proyecto de ley e insistir que el Parlamento lo vote. Y segundo, eliminar la segunda vuelta, una cosita tambi¨¦n copiada de los franceses.

A.C. ?Te parece? Yo habr¨ªa dicho que evita gobiernos elegidos con un 34%, que consolida fuerzas en torno a un ganador por poco margen.

A.V. Es un desastre, aunque no deber¨ªa ser as¨ª. Pero ?qu¨¦ pasa? Tomemos el caso de Per¨². Tienes de candidatos a Ollanta Humala, izquierda, y Keiko Fujimori, derecha. En el centro est¨¢n PPK, Toledo y Casta?eda. Estos tres est¨¢n de acuerdo y la distancia con los otros dos es enorme. ?Por qu¨¦ no se ponen de acuerdo? Porque cada uno cree que va a llegar a la segunda vuelta y con eso se destruyen los partidos. ?Y qui¨¦nes llegan? Los extremos.

A.C. Ah, y con bajos porcentajes.

A.V. Muy bajos. Lo que pas¨® en Chile, lo que pasa en muchas partes. Es un desastre. El presidente elegido se cree muy mayoritario. Pero es un error, representa s¨®lo lo que sac¨® en la primera vuelta. ?Cu¨¢l es la soluci¨®n y como se parlamentariza esto? Tiene que ir al Parlamento si nadie consigue un 45%. Y en ese caso, la primera mayor¨ªa tiene una o dos semanas para conformar un Gobierno, un Gabinete y un programa. Si no lo logra, la segunda mayor¨ªa tiene dos semanas para hacer lo mismo. Y si no puede, hay que hacer otras elecciones. Con eso se crea es un incentivo anterior para formar coaliciones. Es lo que recomend¨¦ al Consejo Constitucional.

A.C. El hiperpresidencialismo de la Constituci¨®n de 1980, que no ha sido reformado fundamentalmente, se le atribuye por lo general a Jaime Guzm¨¢n, pero parece que eso no es cierto. M¨¢s cierto parece ser que el presidente Jorge Alessandri Rodr¨ªguez [1958-1964], el hijo de Arturo, fue una influencia importante para fortalecer en exceso al presidente.

A.V. S¨ª, pero recordemos tambi¨¦n que hay un diferendo muy fuerte entre el grupo que presid¨ªa Jorge Alessandri y lo que quer¨ªan los militares. Alessandri se preocup¨® porque le quer¨ªan dar demasiadas facultades a los militares.

A.C. Tambi¨¦n eso es herencia de la experiencia de su padre.

A.V. Exactamente. Y hab¨ªa diferencias importantes con Jaime Guzm¨¢n. Los or¨ªgenes de esa Constituci¨®n son muy complicados, porque tambi¨¦n hay un diferendo dentro de la propia Junta Militar. Y la Constituci¨®n que por fin se aprueba es netamente antidemocr¨¢tica.

A.C. Es una Constituci¨®n radical.

A.V. S¨²per radical, porque en el fondo pasa a establecer que puede haber el Gobierno autoritario de m¨¢s larga duraci¨®n de toda la historia del pa¨ªs.

A.C. Estaba pensando en el final de tu libro, que define cu¨¢les son los fen¨®menos que estuvieron en el origen del quiebre democr¨¢tico. Lo que no hace ¨Cy quiz¨¢s no podr¨ªa haberlo hecho¨C era prever lo que vendr¨ªa, o sea, que el golpe ser¨ªa tan duro, tan radical.

A.V. Lo que define al golpe es que tambi¨¦n deja a las instituciones en trizas. Es cierto que cuando aparecen los Chicago boys, tienen una oposici¨®n muy fuerte por parte de sectores militares que quer¨ªan tener el control del Estado en la econom¨ªa. Cuando torpedean esa parte, se abre la econom¨ªa y hay un crecimiento econ¨®mico importante, que efectivamente permite que Chile pueda avanzar. La Concertaci¨®n (1990-2010) asume mucho de eso. Algo que se critica mucho hoy por la cr¨ªtica al neoliberalismo. Francamente, creo que es un error. Los gobiernos de la Concertaci¨®n fueron exitosos en cambiar los problemas m¨¢s serios que ten¨ªa la Constituci¨®n desde un comienzo. El Chile de hoy es un Chile distinto, donde hay un problema muy serio: que desaparece la extrema pobreza. Por primera vez hay mucha gente que tiene alguna esperanza de tener una vida distinta. Pero esa clase media emergente es incre¨ªblemente vulnerable, y eso marca mucho de lo que est¨¢ pasando en Chile hoy. Las protestas y todo lo dem¨¢s tiene que ver con un sector importante de la sociedad que, habiendo casi llegado a algo, se siente asustado. El chofer del taxi que por fin pudo comprar un autito, se lo chocan, no puede pagar los impuestos y se le acaba todo. O la persona que estudi¨® y es inteligente y con su grado de abogado no puede entrar a los bufetes m¨¢s importantes, porque es de clase baja. El clasismo todav¨ªa sigue vivo.

A.C. D¨¦jame pasar por tu siguiente libro. Ven¨ªas mucho a Chile en los a?os 80 y escribiste con Pamela Constable Una naci¨®n de enemigos, que debe ser el t¨ªtulo m¨¢s triste sobre Chile que jam¨¢s se ha puesto. Contiene una idea muy desoladora, que est¨¢bamos divididos hasta ser enemigos, no s¨®lo con Pinochet, sino desde antes.

A.V. Creo que es un t¨ªtulo que piso nuestro editor. Es cierto que la divisi¨®n ven¨ªa de antes. Por ejemplo, no es cierto que el hiperpresidencialismo radical haya empezado con la Junta Militar. Empez¨® en el Gobierno de la DC, con Frei. Hab¨ªa un desprecio por los radicales, por el partido bisagra, porque cambiaban de bando con facilidad. La DC llega y dice: somos un partido que va a cambiar todo. Es una ideolog¨ªa de centro.

A.C. Cosa rara: una radicalidad de centro, cuando el centro no deber¨ªa ser ideol¨®gico.

A.V. All¨ª empez¨®. Pas¨® algo parecido en Estados Unidos. Un cierto desprecio por la pol¨ªtica chica, que describo en mi trabajo sobre gobiernos locales en Chile: el acuerdo para que se construyera un ferrocarril por aqu¨ª y por all¨¢. Eso no era corrupci¨®n, era una respuesta a las necesidades de esa localidad. Por supuesto, tiene que hacerse con la Contralor¨ªa vigilando bien, seg¨²n el Estado de derecho y sin que los fondos p¨²blicos pasen a sectores privados. Ese es el problema que se discute en Chile hoy. Lo investigu¨¦ para otro libro, Intermediarios pol¨ªticos en Chile, cuyo t¨ªtulo en ingl¨¦s era Political brokers in Chile.

A.C. Lo recuerdo. Muy minucioso, casos de escala local. Pero volvamos a la tensi¨®n: la polarizaci¨®n que ve¨ªas en los a?os de Allende y de Pinochet, ?no la ves ahora?

A.V. No es la misma cosa. Creo que lo que hay que recalcar es que Chile sigue siendo un pa¨ªs muy clasista. Ah¨ª hay tensiones sociales muy importantes. Adem¨¢s, tenemos un mundo incre¨ªblemente cambiante, donde hay una diferencia muy grande entre generaciones j¨®venes que no entienden lo que tuvieron que asumir las generaciones mayores. Eso se ve en ese cierto rechazo por sectores de la sociedad a los esfuerzos que tuvo que hacer la Concertaci¨®n para manejar a un pa¨ªs que sal¨ªa el per¨ªodo m¨¢s largo en su historia de autoritarismo.

A.C. Es lo que desconocen las generaciones m¨¢s j¨®venes.

A.V. Quiz¨¢s se requieren m¨¢s personas de la generaci¨®n bisagra.

A.C. El problema es que esa generaci¨®n bisagra no logr¨® hacer ninguna de las dos cosas. Ni la que hicieron sus mayores, ni la que est¨¢n haciendo los m¨¢s j¨®venes.

A.V. Ese es un drama para Chile.

A.C. ?Y qu¨¦ ves para adelante, para salir del estado de estancamiento pol¨ªtico?

A.V. Hay algunas reglas del juego que se deben mejorar. No es posible que el Ejecutivo cree una comisi¨®n que le propone una ley y luego la manda al Congreso para que la apruebe. No, esa concertaci¨®n se tiene que hacer en el Legislativo.

A.C. Para ti no es un problema la baja calidad del Parlamento.

A.V. Es que esa baja calidad tambi¨¦n es producto de que no se puedan lograr cosas. Si tienes una situaci¨®n de ingobernabilidad porque el dise?o mismo de las instituciones est¨¢ mal hecho, ?qu¨¦ pasa? El desprestigio no s¨®lo es del Parlamento, sino tambi¨¦n de los partidos. Y los partidos son la esencia de la democracia, como dijo Madison.

A.C. Estoy entendiendo que la fragmentaci¨®n de los partidos es producto de su desprestigio.

A.V. En parte es producto. Y tambi¨¦n que se pueda lograr cosas porque el Parlamento de repente las tap¨®. Entonces, la verdad es que el proceso constitucional es muy importante y esperemos que salgan instituciones que puedan mejorar estas cosas, el hiperpresidencialismo mal hecho y la segunda vuelta mal pensada. En casi todas las democracias la poblaci¨®n no se divide en forma de U, donde t¨² tienes los dos extremos, izquierda-derecha, con las mayor¨ªas. No, se divide en forma de campana, donde los extremos de izquierda y derecha son minoritarios y el centro pol¨ªtico, no ideologizado, pragm¨¢tico, es la proporci¨®n mayor. La segunda vuelta no reconoce eso, todo lo contrario: llegan los dos extremistas y pasan solamente ellos dos.

A.C. Crisis de la democracia: ?en todo el mundo?

A.V. Lo que est¨¢ pasando con la crisis de la democracia no es s¨®lo un problema de Am¨¦rica Latina, aunque sigue siendo el continente de las rep¨²blicas m¨¢s antiguas del mundo. El problema m¨¢s serio del siglo XXI es que cuando terminaron los grandes imperios, se crearon muchos estados-naciones, donde se impuso un estado en poblaciones que no eran naciones, que no eran homog¨¦neas, que ten¨ªan diferencias religiosas, geogr¨¢ficas, hist¨®ricas, culturales. Etiop¨ªa, Nigeria y otros lugares. Eso es muy distinto en Am¨¦rica Latina. Pero lo que se requiere es que las instituciones est¨¦n dise?adas de tal forma que se pueda llegar a consensos en representaci¨®n de todas y todos. El drama de la p¨¦rdida de injerencia de la democracia no es s¨®lo un tema de los pa¨ªses con una tradici¨®n m¨¢s fuerte. Gran parte del mundo no tiene ninguna tradici¨®n.