Chile t¨®xico: polarizaci¨®n y nihilismo
Los 50 a?os del golpe de Estado en 2023 ha enrarecido aun m¨¢s el clima t¨®xico, lo que le ha permitido a la derecha pol¨ªtica encontrar un terreno f¨¦rtil para incursionar en un inquietante revisionismo

Desde hace ya varios a?os se viene incubando en Chile un clima de opini¨®n enrarecido, t¨®xico, irrespirable. Es dif¨ªcil fijar su punto de inicio ya que, como todo proceso, este se origina en varios episodios no necesariamente conectados entre s¨ª, pero que al articularse terminan degradando severamente el di¨¢logo pol¨ªtico. En tal sentido, es posible sostener que esta articulaci¨®n de episodios dispersos se inici¨® bajo el segundo Gobierno de Sebasti¨¢n Pi?era (2018-2022), lo que naturalmente no significa que sea el expresidente el principal culpable del proceso de deterioro democr¨¢tico. Como a menudo ocurre, en el origen de las cosas que responden no a un hecho concreto, sino a m¨²ltiples eventos que terminan por configurar un proceso, se encuentran muchos actores, quienes, por diversas razones, extreman posiciones y multiplican los exabruptos.
Al poco tiempo de que el presidente Pi?era asumiera por segunda vez el mando de la naci¨®n, en 2018, varios de sus ministros comenzaron a ser acusados constitucionalmente por una oposici¨®n de izquierdas hegemonizada por diputados comunistas y frenteamplistas, arrastrando a sus colegas socialistas y de centroizquierda (en quienes nunca se vio mucha convicci¨®n en apoyar este tipo de procedimiento de ultima ratio, cuyo efecto es destituir a quien estaba siendo acusado, lo que no los exime de responsabilidad).
Es importante no perder de vista que la acusaci¨®n constitucional fue utilizada en dos oportunidades en los primeros seis meses de iniciado el Gobierno de Pi?era: en contra del ministro de Salud Emilio Santelices el 30 de mayo de 2018 y en contra de tres jueces de la Corte Suprema el 23 de agosto de 2018. Ambas acusaciones no fueron aprobadas por la C¨¢mara de Diputados. Si bien la acusaci¨®n en contra de jueces de la Corte Suprema no estaba orientada a golpear al Gobierno, el hecho es que a muchos sorprendi¨® un uso tan disruptivo del recurso acusatorio. Al a?o siguiente, fue la ministra de Educaci¨®n Marcela Cubillos quien fue acusada, una vez m¨¢s sin ¨¦xito. Lo relevante es que todas estas acusaciones constitucionales fueron formuladas antes que tuviese lugar el estallido social de octubre de 2019 (lo que significa que la polarizaci¨®n de las conductas pol¨ªticas y parlamentarias ven¨ªa de antes).
No puede ser entonces motivo de sorpresa que, con el estallido social a la vista, las acusaciones constitucionales se hayan multiplicado, especialmente por el bajo est¨¢ndar de protecci¨®n de los derechos humanos que se estaba observando de parte del Gobierno del presidente Pi?era: es as¨ª como fue acusado en dos oportunidades el propio jefe de Estado (!), as¨ª como el ministro del Interior Andr¨¦s Chadwick (en este caso exitosamente, dado que fue destituido), sin olvidar que otros tres ministros y un intendente fueron tambi¨¦n acusados. Todo un exceso.
Pues bien, desde que se iniciara el Gobierno del presidente Gabriel Boric en marzo de 2022, ya llevamos cuatro acusaciones constitucionales, un ritmo que, si se le proyecta hasta el t¨¦rmino del actual mandato presidencial, superar¨¢ el desempe?o acusatorio en contra del Gobierno anterior.
No hay nada glorioso en todos estos desempe?os.
Es este contexto de severo deterioro de la deliberaci¨®n democr¨¢tica, agravada por el estallido social y sus efectos pol¨ªticos y electorales, que ha golpeado duramente a un tortuoso proceso de cambio de Constituci¨®n: si durante el primer proceso fue la extrema-izquierda y el mundo de los movimientos sociales quienes llevaron el pandero, en el segundo proceso domina sin contrapeso la extrema-derecha junto a la derecha tradicional que (del mismo modo que la centroizquierda con el PC y el Frente Amplio en 2018 y 2019), es arrastrada hacia posiciones insensatas por el Partido Republicano, tanto en la f¨¢brica constitucional como en la pol¨ªtica normal o, si se quiere, en la ordinary politics, aunque en tiempos que son cada vez m¨¢s raros y extraordinarios (para parafrasear el t¨ªtulo del excelente libro de Nancy Bermeo).
Pues bien, es la idea misma de normalidad democr¨¢tica la que est¨¢ siendo impugnada d¨ªa tras d¨ªa en Chile. Si el deterioro del di¨¢logo democr¨¢tico se aceler¨® con el estallido social, la conmemoraci¨®n de los 50 a?os del golpe de Estado en 2023 ha enrarecido aun m¨¢s el clima t¨®xico, lo que le ha permitido a la derecha pol¨ªtica encontrar un terreno f¨¦rtil para incursionar en un inquietante revisionismo. Si en 2003 el golpe de Estado era condenable por buena parte de la derecha; si en 2013 el presidente Pi?era criticaba a los ¡°c¨®mplices pasivos¡± de la dictadura militar que supieron de las violaciones a los derechos humanos y no hicieron nada, en 2023 el golpe de Estado resulta entendible, y hasta justificable, a partir de una ¡°inversi¨®n de las responsabilidades¡± (aunque, en un raro cinismo, las violaciones a los derechos humanos siguen siendo ¡°inaceptables¡±).
Todas estas cosas se han ido amalgamando con el tiempo, degradando el debate p¨²blico entre actores de izquierdas y derechas que creen, y juran que est¨¢n capturando el sentir profundo de los chilenos (eso que la pol¨ªtica llama empat¨ªa), en circunstancias que esos mismos chilenos se muestran hostiles y hasta indiferentes ante batallas de un campo especializado (el campo pol¨ªtico) escasamente conectadas con controversias generales y sociales que podr¨ªan ser de inter¨¦s de todos. Apoy¨¦monos en dos ejemplos absolutamente polares para graficar el Chile t¨®xico de hoy los que adquieren un realce particular en tiempos nihilistas (tiempos en los que todo vale, tiempos de amalgama, en los que es posible decir de todo como si fuesen dichos sensatos y verdaderos).
El primer ejemplo proviene de los dichos de Carlos Larra¨ªn, quien fuese presidente del partido Renovaci¨®n Nacional -de la derecha tradicional- hace algunos a?os. Ofuscado en una entrevista televisiva por las medidas pro-crecimiento y pro-inversi¨®n que fueron presentadas por el Gobierno, Larra¨ªn no vacil¨® en declarar que ¡°al Gobierno hay que apretarlo hasta hacerlo gritar¡±. Si bien la expresi¨®n es elocuente y cumple la funci¨®n de una cu?a que de personal no tiene nada (la misma frase hab¨ªa sido pronunciada por el expresidente Nixon antes de que se perpetrara el golpe de Estado en Chile), el di¨¢logo que la frase provoc¨® con los periodistas que lo estaban entrevistando es muy aleccionador de estos tiempos t¨®xicos. A la pregunta de Larra¨ªn dirigida a quienes lo estaban entrevistando: ¡°?Por qu¨¦ la labor del Gobierno recae sobre la oposici¨®n?¡±, sus entrevistadores respondieron ¡°por no tener mayor¨ªa en el Congreso¡±, lo que le permiti¨® al entrevistado replicar, en modo nihilista, que el Gobierno pliegue sus banderas y abandone ¡°el ultrismo que los caracteriza¡±, en donde el calificativo ¡°ultrista¡± es tan problem¨¢tico como nihilista.
Al exigir una capitulaci¨®n, eso equivale a decirle al presidente Boric, en tono amenazante, que abandone el programa por el cual fue elegido y claudique ante el Congreso: es el fin del presidencialismo chileno y la llegada del parlamentarismo de facto. A partir de all¨ª, entonces, es posible sostener cualquier cosa, en la m¨¢s completa indiferencia por la verdad: las propuestas econ¨®micas del Gobierno, partiendo por su reforma tributaria, son ¡°refundacionales¡±, una afirmaci¨®n que no solo no se condice con las caracter¨ªsticas del ministro de Hacienda Mario Marcel (un economista reputado, quien fuese elegido en 2022 por la publicaci¨®n brit¨¢nica Central Banking como governor for the year), sino que contradice la opini¨®n de buena parte de los economistas de la plaza (incluyendo a economistas de prestigio internacional como Luigi Zingales).
El segundo ejemplo del Chile t¨®xico es exactamente inverso. En 2023, el periodista Patricio Fern¨¢ndez fue nombrado por el presidente Boric como la persona encargada de coordinar las distintas acciones del Estado para conmemorar los 50 a?os del golpe de Estado. Para tal efecto, Fern¨¢ndez propuso un guion conmemorativo ordenado por los conceptos de Memoria, Democracia, Futuro. Tras haber participado en un podcast con el soci¨®logo Manuel Antonio Garret¨®n, Fern¨¢ndez emiti¨® opiniones que las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos consideraron controversiales, en donde lo controversial se refer¨ªa a la pregunta sobre qu¨¦ asuntos podr¨ªamos estar de acuerdo una vez materializado el golpe: qu¨¦ ¡°sucesos posteriores a ese golpe son inaceptables en cualquier pacto civilizatorio¡±. El esc¨¢ndalo fue desproporcionado, oportunista y muy ignorante, ya que Fern¨¢ndez fue acusado de negacionista por varios dirigentes de las agrupaciones de derechos humanos: por ejemplo, Alicia Lira Matus, presidenta de la Agrupaci¨®n de Familiares de Ejecutados Pol¨ªtico, se permiti¨® afirmar con desparpajo que ¡°lamentablemente lo que ¨¦l piensa [Fern¨¢ndez] es en parte una forma de negacionismo¡±. Impresionante. De nada sirvi¨® la defensa casi desesperada del premio nacional de humanidades Manuel Antonio Garret¨®n: ¡°Se comete una injusticia cuando se le ataca de la forma en que se le ha atacado¡±.
Ser¨ªa muy f¨¢cil multiplicar los ejemplos que retratan a un Chile t¨®xico, en donde la explicaci¨®n reside en la polarizaci¨®n de las ¨¦lites pol¨ªticas y su creciente desconexi¨®n con los chilenos (lo que ya hab¨ªa sido analizado por una encuesta del centro COES a prop¨®sito de tres ¨¦lites, pol¨ªtica, econ¨®mica e intelectual), a lo que se suma la ola revisionista que invade a Chile desde hace un par de a?os y que eclosiona en 2023. Se trata de dos fen¨®menos locales y dom¨¦sticos, pero que se inscriben en tiempos de profundo nihilismo social que est¨¢ socavando desde dentro las bases de la deliberaci¨®n democr¨¢tica, trivializando los valores y hasta el propio estatus de la verdad, como bien lo muestra el ¨²ltimo libro de Wendy Brown, Nihilistic Times. Tiempos t¨®xicos, tiempos oscuros.
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