Tragedia, comedia, extravagancia: sobre el proceso constitucional chileno
Del mismo modo que la centroizquierda termin¨® siendo arrastrada por la extrema izquierda hacia posiciones insensatas, ahora es la centroderecha la que es cooptada por enmiendas constitucionales sumamente conservadoras
No hay mejor frase, por su elocuencia, que la que fuese acu?ada por Marx al inicio del 18 brumario de Luis Bonaparte: ¡°La historia ocurre dos veces, la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa¡±. A trav¨¦s de ella, Marx buscaba comparar de modo par¨®dico el verdadero golpe de Napole¨®n Bonaparte de 1799 que pon¨ªa fin a la revoluci¨®n francesa, con ese otro golpe, formalmente parecido pero de estatus inferior, encabezado por su sobrino Napole¨®n III Bonaparte en 1851. Trat¨¢ndose de una gran frase, no es f¨¢cil encontrar dos acontecimientos que se encuentren a su altura.
Pues bien, el proceso de cambio constitucional chileno le viene como anillo al dedo a esta frase. En 2021, tras el estallido social de octubre de 2019, Chile inici¨® un proceso de cambio constitucional (antecedido por un plebiscito de entrada en octubre de 2020, favorable al cambio de Constituci¨®n) cuyo primer episodio fue una elecci¨®n de 155 convencionales constitucionales en el mes de mayo de dicho a?o. Esos comicios fueron ganados por diversas listas de izquierdas, en donde una de ellas, de caracter¨ªsticas ultra (la Lista del Pueblo), junto a diversos convencionales provenientes de los movimientos sociales, se beneficiaron de una extra?a decisi¨®n institucional adoptada por los partidos, la que les permit¨ªa a candidatos que no se conoc¨ªan entre ellos y que no militaban en partidos inscribir listas como si fuesen partidos. Una verdadera rareza. Durante un a?o, redactaron una larga Carta Fundamental en la que se constitucionalizaban todo tipo de derechos (muchos de ellos vinculados a identidades de grupos que fueron humillados por d¨¦cadas), pero tambi¨¦n medidas program¨¢ticas: un verdadero ¨¢rbol de Navidad redactado en medio de pr¨¢cticas carnavalescas y charivaris varios, cuya reiteraci¨®n termin¨® por aburrir a un electorado que volv¨ªa a sufragar de modo obligatorio. Innumerables intelectuales del norte global vieron en el texto constitucional todo lo que ellos habr¨ªan so?ado para sus propios pa¨ªses, una Constituci¨®n virtuosa, as¨ª como muchos intelectuales chilenos tomaron posici¨®n de modo m¨¢s rom¨¢ntico que textual. El resultado fue desastroso: el 62% de los 13 de casi 15 millones de votantes rechaz¨® la propuesta de cambio constitucional.
Una tragedia
En mayo de 2023, fueron elegidos 51 consejeros constitucionales, quienes deb¨ªan redactar una nueva Constituci¨®n a partir de un borrador elaborado por un comit¨¦ compuesto por 24 expertos nombrados con el acuerdo de todos los partidos pol¨ªticos. El resultado de la elecci¨®n de mayo de 2023 fue el perfecto ant¨®nimo de las elecciones de dos a?os antes: la extrema derecha del Partido Republicano irrumpi¨® con el 35% de los votos, una hegemon¨ªa a la que se suman como corderitos (la expresi¨®n no es m¨ªa, sino del empresario de derecha C¨¦sar Barros) una disminu¨ªda y aterrada derecha tradicional. El efecto de espejo con la anterior Convenci¨®n Constitucional es perfecto: del mismo modo que la centroizquierda termin¨® siendo arrastrada por la extrema izquierda y los convencionales de los movimientos sociales hacia posiciones insensatas (a pesar de la resistencia de los socialistas, quienes fueron tildados de traidores en varias ocasiones), ahora es la centroderecha la que es cooptada por enmiendas constitucionales sumamente conservadoras que ya est¨¢n siendo votadas por el pleno del Consejo Constitucional. Si bien el proceso a¨²n no concluye y a¨²n no tenemos a la vista el texto definitivo que volver¨¢ a ser abordado por el Comit¨¦ de Expertos (en el que ya no observaremos la misma conducta aperturista de los juristas de derechas que hicieron posible consensuar un texto constitucional m¨ªnimo), el tono y fondo del asunto ya est¨¢n instalados: el camino del rechazo est¨¢ abierto, y por si fuera poco abrumadoramente apoyado por los chilenos seg¨²n las encuestas. De nada sirve alegar, como lo hace el exconvencional Rodrigo ?lvarez de la UDI, que es injusto comparar el primer proceso con el segundo: el objetivo es exactamente el mismo, aun cuando la metodolog¨ªa utilizada es distinta entre ambos procesos, en donde el payaseo de las formas de la primera convenci¨®n se compara f¨¢cilmente con el primitivismo de las propuestas del actual Consejo Constitucional, en ambos casos a partir de un marcado ¨¦nfasis en identitarismos y, en el caso actual, de formas nunca antes vistas de populismo constitucional.
Una comedia
Todos los actores de este segundo proceso tienen conciencia de que el ¨¦xito est¨¢ muy cuesta arriba. El problema es muy simple: nadie quiere realmente asumir el costo que supone adherir a la opci¨®n Apruebo para terminar siendo derrotado, y probablemente aniquilado en el plebiscito de salida de diciembre pr¨®ximo. Son muchos los intereses en juego, especialmente para la derecha: desde conquistar la hegemon¨ªa electoral en las pr¨®ximas elecciones locales de 2024 hasta apostar a ganador en las elecciones presidenciales de 2025 (en las que el l¨ªder de la extrema derecha Jos¨¦ Antonio Kast dej¨® de encabezarlas, siendo superado por la eventual candidata de la derecha tradicional Evelyn Matthei). Esto bien podr¨ªa traducirse en que pocos, tal vez nadie en la derecha se proponga encarnar la opci¨®n Apruebo, a pesar de tener los votos para aprobar cualquier texto.
Una extravagancia
?Qu¨¦ hacer ante tama?a anomal¨ªa estrat¨¦gica? En primer lugar, todos los partidos pol¨ªticos debiesen reconocer su enorme capacidad para naufragar dos veces ante el mismo roquer¨ªo: la primera vez fue tr¨¢gico, la segunda vez ser¨¢ c¨®mico. En segundo lugar, tomar en serio el hecho que Chile se est¨¢ transformando en un pa¨ªs constitucionalmente exc¨¦ntrico, a escala mundial: no conozco casos en donde un pa¨ªs que decidi¨® incursionar en un proceso de cambio constitucional fracase dos veces en tres a?os. Todo un r¨¦cord, pero de los malos.
Pero la extravagancia no se detiene all¨ª. Todav¨ªa existe la posibilidad, cada vez menos te¨®rica, de que no haya plebiscito: ?por qu¨¦ raz¨®n? Pues porque bien podr¨ªa darse la situaci¨®n, tan c¨®moda como rar¨ªsima, en donde no exista un acuerdo sobre un texto a ser plebiscitado, recordando que el plebiscito ya tiene fecha y el ¨®rgano regulador de las elecciones (Servel) lo tiene completamente organizado. Esto significar¨ªa que un plebiscito que ya tiene fecha¡no pueda tener lugar a falta de acuerdo sobre lo que tiene que ser plebiscitado.
Si todo lo anterior termina siendo cierto, el alcance sem¨¢ntico de la palabra extravagancia quedar¨¢ corto, y Chile dejar¨¢ atr¨¢s sus pergaminos de pa¨ªs serio: ser¨¢ como salir ¨²ltimo en una clasificatoria, o descender a una categor¨ªa inferior en cualquier competencia deportiva.
El problema es que de lo que estamos hablando no es de deporte. ?En qu¨¦ momento Chile se fue al carajo? Una excelente pregunta que ya hab¨ªa sido planteada por mi colega Claudio Fuentes en 2016.
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