La nueva propuesta constitucional: No es lo mismo
M¨¢s all¨¢ de las leg¨ªtimas cr¨ªticas que admita la nueva propuesta constitucional, en el proceso actual no se cometieron ¡°los mismos errores¡± que en la Convenci¨®n
El s¨²bito arrepentimiento de algunos dirigentes del Socialismo Democr¨¢tico respecto de su apoyo al Apruebo en el plebiscito de 2022 donde triunf¨® el Rechazo ha ido de la mano de una denuncia persistente, seg¨²n la cual el nuevo proceso constitucional en curso padecer¨ªa de los mismos defectos, vicios o problemas de la fallida Convenci¨®n. Sin embargo, cualquiera sea el par¨¢metro que elijamos para analizar uno y otro fen¨®meno, no hay argumentos que permitan respaldar dicha denuncia; no al menos formulada as¨ª, sin los matices y precisiones del caso.
La forma
Las diferencias m¨¢s obvias residen en las formas, esto es, en las reglas del juego y el tono del debate que caracterizaron uno y otro proceso. Si las mayor¨ªas de la Convenci¨®n se empe?aron por intentar rehacer o refundar con estridencia la estructura pol¨ªtica, social y econ¨®mica del pa¨ªs, a partir de la peor lectura posible de la llamada hoja en blanco (ausencia de una regla por defecto), este a?o los expertos y consejeros respetaron las 12 bases o bordes institucionales; bordes que fueron acordados de izquierda a derecha en el Congreso Nacional y que resultan coherentes con la trayectoria constitucional chilena, m¨¢s all¨¢ de las innovaciones involucradas.
Un contraste similar se evidencia si comparamos el respeto a las modalidades elementales del di¨¢logo c¨ªvico, que ha predominado a lo largo del sobrio proceso en curso, versus su violaci¨®n sistem¨¢tica ¡ªmediante funas y otras performance¡ª que abundaron el a?o pasado. En este plano, la distancia es innegable.
El fondo
Una diferencia tanto o m¨¢s significativa se evidencia al reparar en la hostilidad de la Convenci¨®n respecto de las instituciones fundamentales de la democracia constitucional. No fue azaroso que aquel ¨®rgano finalizara sus sesiones de trabajo con un grupo de convencionales gritando, orgullosos, ¡°el pueblo, unido, avanza sin partidos¡±.
Eso era el corolario natural de un proyecto que, entre otros problemas, buscaba eliminar el bicentenario Senado chileno; que otorgaba altas dosis de poder a una c¨¢mara baja que perpetuaba la fisonom¨ªa de la Convenci¨®n; que pon¨ªa en riesgo la independencia del Poder Judicial y del Tribunal Calificador de Elecciones, que pasaba a depender del cuestionado Consejo de la Justicia; y que dificultaba al extremo la futura reforma constitucional (todo lo ¡°sustancial¡± exig¨ªa un cu¨®rum de 2/3, o 4/7 m¨¢s un plebiscito). Todo esto, adem¨¢s, bajo un gobierno identificado con el Apruebo, que implementar¨ªa su propuesta en caso de triunfar. Algo no muy lejano del poder omn¨ªmodo.
Cabe recordar que fueron esa clase de defectos los que llevaron a diversas voces de todo el espectro pol¨ªtico a prevenir sobre los peligros de una eventual captura del poder en caso de imponerse el Apruebo, din¨¢mica propia de los nuevos autoritarismos del siglo XXI. Pues bien, nada semejante puede decirse de la propuesta que se plebiscitar¨¢ en diciembre.
En efecto, se podr¨¢ coincidir m¨¢s o menos con los cambios al sistema pol¨ªtico y las medidas anti-fragmentaci¨®n contenidos en ella ¡ªmuchos abogados y polit¨®logos los consideramos un avance¡ª, pero lo cierto es que, con independencia de ese debate, tales cambios respetan plenamente la separaci¨®n de poderes y los otros pilares de una rep¨²blica democr¨¢tica. El texto rechazado el 4 de septiembre de 2022 no gozaba de esa cualidad.
?Un texto de un solo sector?
Desde luego, habr¨ªa sido deseable contar con un consenso m¨¢s amplio de cara al plebiscito que se avecina. Y, con independencia del resultado electoral, ser¨¢ materia de discusi¨®n dilucidar qu¨¦ responsabilidad tienen aqu¨ª el Partido Republicano (?no hab¨ªa que ceder y dialogar m¨¢s desde un inicio?), las izquierdas (?era razonable apostar por el todo o nada en las negociaciones?), y el Consejo en general (¨®rgano 100% electo que exigi¨® el oficialismo como condici¨®n del nuevo proceso, y que inevitablemente le imprimir¨ªa alg¨²n sello al anteproyecto de los expertos).
No obstante, tambi¨¦n en esta dimensi¨®n se requiere formular de manera rigurosa la comparaci¨®n y la cr¨ªtica. Despu¨¦s de todo, los datos disponibles revelan que la mitad (50,1%) de las votaciones del Consejo cont¨® con sobre el 90% de apoyo de sus miembros, mientras que en la Convenci¨®n apenas el 8,4% de los sufragios super¨® ese nivel de respaldo. El contraste es elocuente.
Y si se a?ade ¡ªcon raz¨®n¡ª que las cifras no son concluyentes en esta clase de asuntos, y que por tanto se necesita un examen cualitativo, del mismo modo debe reconocerse que la nueva propuesta constitucional recoge no s¨®lo agendas relevantes para las mayor¨ªas del Consejo, sino tambi¨¦n una serie de banderas o demandas que hist¨®ricamente han sido levantadas por la centroizquierda o grupos independientes.
Ellas van desde el fortalecimiento de la descentralizaci¨®n y la paridad de salida transitoria y flexible para las elecciones parlamentarias, hasta el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, los cuidados, el cambio clim¨¢tico y el respeto a los animales (entre varios otros temas). ?Se pod¨ªa decir algo an¨¢logo acerca de la Convenci¨®n y sus mayor¨ªas?
La insistencia en afirmar que ahora se incurri¨® en ¡°los mismos problemas¡± s¨®lo ratifica el extrav¨ªo m¨¢s o menos profundo de un mundo pol¨ªtico que a¨²n no comprende la gravedad de lo ocurrido en la Convenci¨®n, ni tampoco asume a cabalidad sus responsabilidades al respecto. M¨¢s all¨¢ de las leg¨ªtimas cr¨ªticas que admita la nueva propuesta constitucional, en el proceso actual no se cometieron ¡°los mismos errores¡±. No es lo mismo.
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