Como la vida misma
A partir ahora derechas e izquierdas coincidir¨¢n en el mismo relato: los chilenos rechazaron dos proyectos identitarios
Alguna vez le escuch¨¦ decir a Roberto M¨¦ndez ¨Cel decano de la encuestolog¨ªa chilena- que cuando hay un Gobierno de izquierdas la gente en Chile se vuelve capitalista, y cuando hay uno de derechas se vuelve socialista. Esto ayuda a explicar los sorprendentes vuelcos que ha experimentado la escena electoral chilena tras el estallido social de 2019, y el macizo triunfo del en contra al proyecto constitucional propuesto por la derecha en el plebiscito de este domingo.
Sucede que, como el dios Jano, los chilenos tenemos simult¨¢neamente dos caras: una marcadamente individualista y otra estatista. En tiempos de vacas flacas todos miramos al Estado en busca de ayuda o como agente de cambio, pero cuando ellas se reponen inmediatamente emerge ese capitalista que todos tenemos dentro.
Lo mismo cuando surgen amenazas de dejarnos s¨®lo con una de las dos caras. As¨ª sucedi¨® con la Convenci¨®n Constitucional, con la que se inici¨® el proceso constitucional que hoy termina. Ella amenaz¨® con borrar la cara capitalista, por lo cual fue rechazada abrumadoramente en el plebiscito de septiembre del a?o pasado. No fue un golpe de Estado, como en 1973, pero si un golpe cultural y pol¨ªtico de magnitudes parecidas. Prueba de ello es que terminamos en un plebiscito como el de hoy, donde las alternativas en la papeleta fueron dejar las dos caras, la capitalista y la socialista, tal como est¨¢n actualmente, o modificar la ecuaci¨®n en un sentido a¨²n m¨¢s capitalista, sazon¨¢ndolo con pizcas de moralismo conservador.
Pero en el d¨ªa de hoy le toc¨® el turno a la propuesta que surgi¨® del Consejo Constitucional, controlado a su gusto por las derechas. Ella amenaz¨® con quitar dientes al Estado y sufri¨® la misma suerte que el proyecto de la Convenci¨®n: el rechazo. Los chilenos, por lo visto, estamos resueltos a preservar nuestras dos caras ante amenazas de izquierdas o derechas. Son nuestra identidad, como Jano.
No estoy de acuerdo, por lo mismo, con quienes interpretan los vaivenes del electorado chileno dese una ¨®ptica ideol¨®gica. Discrep¨¦ de quienes en octubre del diecinueve sostuvieron que ¡°Chile cambi¨®¡±, y que lo seguir¨ªa haciendo indefectiblemente ¡°hasta que la dignidad se vuelva costumbre¡±. Discrep¨¦ tambi¨¦n de quienes plantearon que el triunfo del Rechazo en 2022 inauguraba un nuevo ciclo donde las derechas pod¨ªan actuar a su antojo, como lo hizo el Partido Republicano en el Consejo Constitucional al desechar el acuerdo de los Expertos. Lo que tenemos, en realidad, es una sociedad compleja, y como tal, un sistema con m¨²ltiples caras o componentes que interact¨²an de maneras que no siempre son lineales ni predecibles, lo que conduce a comportamientos que no se pueden anticipar o controlar.
Lo sucedido en Chile desde el estallido social que abri¨® paso al proceso constitucional se entiende entonces mejor preguntando a Chat GPT sobre el comportamiento de los sistemas complejos. En ellos el cambio en una parte o componente del sistema puede tener efectos inesperados en otras partes. Exhiben comportamientos no lineales, donde peque?as variaciones en las condiciones iniciales pueden llevar a resultados muy diferentes (el famoso efecto mariposa). Hay cambios que obedecen al conjunto del sistema y no a la actuaci¨®n de sus componentes individuales. Y se generan bucles de retroalimentaci¨®n que pueden amplificar los efectos o mitigarlos.
?C¨®mo fue que una Convenci¨®n Constitucional anticapitalista deriv¨® en el dilema del d¨ªa de hoy, cuando lo que estuvo en juego fue si mantener el orden democr¨¢tico-capitalista actual, o radicalizarlo en un sentido ?m¨¢s capitalista!? La respuesta hay que buscarla en los sistemas complejos, que por si sirve de consuelo, tienen mayor capacidad de adaptarse y evolucionar en respuesta a cambios en el entorno. El caso de Chile as¨ª lo demuestra, con un proceso constitucional que a la larga consigui¨® procesar exitosamente las pulsiones violentas que en 2019 estuvieron a un tris de destruir la democracia.
Los chilenos salimos hoy de esta larga experiencia constitucional como uno sale muchas veces de las terapias: aceptando que el proceso fue m¨¢s largo que lo previsto, con la sensaci¨®n de no haber descubierto la piedra filosofal, pero m¨¢s conformes con la vida que nos toca vivir.
En mi ¨²ltimo libro (La Sociedad Impaciente, 2022) dec¨ªa que el Chile de hoy se comprende a partir de eso que la RAE define como ¡°la intranquilidad producida por algo que molesta o que no acaba de llegar¡±. Esto nos ha conducido a oscilar, como en un p¨¦ndulo, entre nuestras dos caras, a no soportar la espera ni la disciplina, a responder agresivamente ante cualquier contrariedad, a no encontrar sosiego. Los motivos no son idiosincr¨¢ticos sino materiales: una econom¨ªa que no crece, una desigualdad que atenta contra la expansi¨®n del sentido de dignidad, un sue?o meritocr¨¢tico transformado en pesadilla, el temor agudo a la delincuencia y la inmigraci¨®n y una clase dirigente juzgada como indolente. Los viejos airbags, como la familia, la clase social, el partido, el sindicato, la Naci¨®n y, muy en especial, la religi¨®n, han caducado, con lo que no hay nada que mitigue la impaciencia. De ah¨ª el estallido de 2019; de ah¨ª la b¨²squeda de una soluci¨®n milagrosa, como la que se deposit¨® en la cuesti¨®n constitucional.
Tras cuatro a?os de traves¨ªa, sin embargo, y tras evaluar las alternativas que se le ofrecieron, el pueblo chileno dio su veredicto. ¡°Ya basta. Preferimos quedarnos con la Constituci¨®n que tenemos, lo cual ha venido cambiando lenta y pacientemente, y que puede seguir cambiando en el futuro, antes que quemar las naves y embarcarnos en una nueva aventura¡±. Nos pas¨® como a esas parejas que, despu¨¦s de probar por fuera, vuelven a reunirse y a valorar lo que ten¨ªan.
En aquel libro suger¨ªa aprender del budismo y el hinduismo, para quienes ¡°la paciencia no es signo de apat¨ªa o cobard¨ªa, sino de fuerza y coraje; no es una se?al de resignaci¨®n, sino de esperanza; no es un signo de pasividad, sino de control de la impulsividad¡±.
El modo como hoy hemos cerrado el proceso constitucional quiz¨¢s apunta en ese sentido. A partir ahora derechas e izquierdas coincidir¨¢n en el mismo relato: los chilenos rechazaron dos proyectos identitarios, uno inspirado en la ¡°nueva izquierda¡± y el otro en la ¡°nueva derecha¡±. No fue lo que so?amos, pero es lo que conseguimos y tendremos que cuidar. Como la vida misma.
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