Un violento asalto a un convento en el barrio de Boric conmueve a Chile: dos monjas fueron tomadas como rehenes
Dos delincuentes amenazaron con violarlas. ¡°Estuvimos una hora con cuchillos en nuestros cuerpos, tuve que negociar nuestra propia libertad y nuestra propia vida¡±, relat¨® la madre superiora de la congregaci¨®n
La madrugada del s¨¢bado 27 de enero, dos monjas de la Congregaci¨®n Hijas de San Jos¨¦ Protectoras de la Infancia, ubicada en el centro de Santiago de Chile, en el barrio Yungay, a unas tres cuadras de la casa del presidente Gabriel Boric, fueron asaltadas dentro del convento. Las mujeres, de unos 60 a?os, fueron amedrentadas con cuchillos, amarradas de pies y manos durante una hora por dos delincuentes que hasta ahora no han sido identificados, y quienes, adem¨¢s, las amenazaron con violarlas. Ambos entraron por el techo, escalando los ¨¢rboles y les robaron un mill¨®n de pesos (poco m¨¢s de 1.000 d¨®lares).
El violento asalto ha conmocionado a Chile, un pa¨ªs que vive una crisis de seguridad sin precedentes y que, seg¨²n todas las encuestas, tiene a la delincuencia, por lejos, como la principal preocupaci¨®n de la ciudadan¨ªa.
¡°Estuvimos una hora con cuchillos en nuestros cuerpos, tuve que negociar nuestra propia libertad y nuestra propia vida. Ellos nos amenazaron: que si nosotras grit¨¢bamos nos iban a violar y que les entreg¨¢ramos la plata¡±, relat¨® Rosa Elena Bahamonde, la madre superiora de la congregaci¨®n a Televisi¨®n Nacional, una de las v¨ªctimas junto a la religiosa Cecilia Mu?oz. ¡°Eran extranjeros, pero tambi¨¦n hay que clasificar, porque yo trabajo con mucha gente extranjera y no podemos colocarlos a todos en el mismo saco. Hay distintas formas de c¨®mo llegaron los extranjeros y distintos tipos de extranjeros. Lo mismo pasa en nuestro pa¨ªs¡±.
La congregaci¨®n ocupa una manzana del barrio Yungay. En una parte del edificio viven una decena religiosas, entre 50 y 94 a?os, algunas de ellas postradas; en otra se ubica el templo San Jos¨¦, que tambi¨¦n fue asaltado la madrugada del 27 de enero y, en una tercera ¨¢rea, est¨¢ el Colegio Mar¨ªa Luisa Villal¨®n, a cargo de las Hijas de San Jos¨¦ Protectoras de la Infancia en el que es profesora Bahamonde.
Fue precisamente una exalumna de ese colegio, Eva Lehto, quien hizo p¨²blico el asalto el martes a trav¨¦s de una carta que envi¨® al diario El Mercurio. ¡°Con mucho dolor, rabia e impotencia escribo estas l¨ªneas¡±, arranca la misiva, en la que cont¨®, con detalles, que dos monjas ¡°fueron tomadas como rehenes¡±. La exalumnas se enteraron del hecho al amanecer del 27 de enero, cuando una de ellas, en un WhatsApp grupal, cont¨® que en la aplicaci¨®n de seguridad vecinal Sosafe hab¨ªa un reporte que se?alaba lo siguiente: ¡°Personas en calidad de reh¨¦n en el colegio Mar¨ªa Luisa Villal¨®n¡±.
Delincuencia: ¡°No somos nosotras, es la ciudadan¨ªa la que est¨¢ sufriendo¡±
Seg¨²n relat¨® Rosa Elena Bahamonde, los delincuentes le se?alaron: ¡°Queremos la plata que las monjas se roban¡±. ¡°La negociaci¨®n la hice yo. ¡®T¨² quieres la plata, ll¨¦vate la plata, pero no me lleves los recursos de los alumnos¡¯. No lo pod¨ªa permitir, era mi vida y los recursos fueron comprados con plata del Estado, que le pide cuentas a uno¡±.
Bahamonde continu¨®: ¡°Yo no quer¨ªa perder la vida, prefer¨ªa perder la plata¡±. Y cont¨® que los delincuentes registraron tres oficinas y que cuando ella advirti¨® a uno de ellos que en una habitaci¨®n hab¨ªa una monja postrada, le dijo: ¡°¡®Ten misericordia con ella¡¯. Ni un respeto. (Luego) pas¨® a la capilla a rezar y le dije: ¡®¡¯?Tambi¨¦n sabes rezar?¡±. Fue en ese momento que Bahamonde aprovech¨® el minuto: ¡°Lo roci¨¦ tres veces con alcohol spray y me dijo: ¡®?Por qu¨¦ me hace da?o? Y yo le digo: ?Y t¨² crees que el da?o que me haces t¨² es menor que el que yo te hago? T¨² me tocas, y vas a conocerme¡±.
Tras el asalto, Rosa Elena Bahamondes, dijo molesta: ¡°No podemos seguir as¨ª. Todos los medios hoy corren porque fueron las monjas, pero no somos nosotras, es la ciudadan¨ªa la que est¨¢ sufriendo. Hoy uno se encuentra encerrado en sus propias casas y no es normal; no es normal que nosotras tengamos que poner electricidad hasta en el techo¡±.
La religiosa relat¨® que cuando ella y las personas del barrio Yungay hoy salen a la calle, lo hacen ¡°escondiendo todo, que nada se vea¡± . ¡°Este barrio es importante para Santiago. Todos lo encuentran bonito, pero para quienes vivimos aqu¨ª no es bonito (...) La seguridad es imposible. Usted no puede hablar por tel¨¦fono, no puede andar con cartera, no puede venir con sus compras porque es asaltada, (sobre todo) las ancianas, la gente sola¡±.
¡°Gracias a Dios salimos con vida, porque en ese momento usted no tiene posibilidad de pensar si va a vivir o va a morir¡±, agreg¨®. ¡°Ahora [esto] es noticia porque somos religiosas, pero debiera ser todos los d¨ªas [noticia]. Las v¨ªctimas somos el patio trasero de la pol¨ªtica y del Gobierno (...) Ya somos inherentes al dolor. No vemos el dolor del otro, y como no somos capaces de verlo, un asalto m¨¢s es un asalto m¨¢s; una muerte m¨¢s es una muerte m¨¢s. La prioridad importante es el derecho a la vida¡±.
La superiora de la congregaci¨®n cont¨® que este asalto se ha sumado a otro delito sufrido en diciembre: ¡°El barrio [Yungay] ha ido cambiando mucho. La delincuencia ha aumentado mucho¡±, se?al¨®.
Y, sobre la llegada al barrio del presidente Boric, quien vive en una casona, dijo: ¡°Para m¨ª fue lo peor. Tenemos de vecino al presidente, pero el vecino duerme no m¨¢s aqu¨ª. No vive el diario vivir¡±.
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