La noche de Santiago no despierta: econom¨ªa, inseguridad y nuevos h¨¢bitos apagan la vida nocturna
El estallido social de 2019 y la pandemia modificaron el panorama nocturno de la capital chilena. Los bares y restaurantes cierran m¨¢s temprano y la gente prefiere juntarse en casa
Jueves, 11 de la noche. Natalia y Bel¨¦n conversan animadas en la terraza del Bar Escondido, un tradicional local nocturno en un peque?o pasaje en pleno barrio Lastarria, en Santiago centro. Las dos amigas, de 39 a?os, cuentan que no salen mucho, que prefieren juntarse en casas y que esta noche es una excepci¨®n: fueron al teatro y despu¨¦s decidieron pasar a tomar algo. ¡°No salgo mucho desde hace un tiempo, ya que est¨¢ cerrando todo muy temprano y est¨¢ un poco peligrosa la ciudad. Entonces, no es tan agradable salir, no me siento tan c¨®moda¡±, dice Natalia, sentada al lado de una cubeta de champa?a. ¡°Tambi¨¦n hay un tema econ¨®mico por el que uno prioriza quedarse en casa. Est¨¢ todo muy caro¡±, agrega Bel¨¦n.
Unas mesas m¨¢s all¨¢, sentado a un costado de la entrada de su local, Jaime Oyarz¨²n, due?o del bar Hookah Troopa, cuenta que el barrio ha cambiado mucho. ¡°Antes era mucho m¨¢s prendido [animado]. La gente ahora llega m¨¢s tarde y se va m¨¢s temprano. Influye que Santiago centro es hoy considerado una de las comunas m¨¢s peligrosas de Chile. El estrato econ¨®mico tambi¨¦n baj¨®. Un amigo me dijo el otro d¨ªa que vino a almorzar a Lastarria y era como estar en Patronato [barrio tradicional de comercio ambulante en la vecina comuna de Recoleta]¡±, dice.
En los ¨²ltimos a?os, el barrio ha visto desaparecer varios locales emblem¨¢ticos. El italiano Squadritto, el bar Berri y el Victorino, uno de los m¨¢s populares del sector, cerraron sus puertas.
Algunos barrios cerrados desde las siete de la tarde
La vida nocturna de Santiago ha cambiado desde el estallido social de octubre de 2019 y la pandemia que arranc¨® a comienzos de 2020. Es una sensaci¨®n generalizada entre quienes viven en la ciudad, pero mientras algunos, m¨¢s entusiastas, dicen que la noche est¨¢ volviendo a despertar, otros creen que nunca se recuper¨® de los toques de queda y las cuarentenas.
La principal queja es lo temprano que cierran los bares y restaurantes. ¡°La actividad nocturna ha ido decayendo. Hay ciertos barrios en los que, definitivamente, la actividad termina a las siete de la tarde¡±, afirma M¨¢ximo Picallo, presidente de la Asociaci¨®n Chilena de Gastronom¨ªa, el gremio que re¨²ne a las principales empresas del sector.
Una explicaci¨®n, dice, es que despu¨¦s de la pandemia los restaurantes tuvieron que adaptar sus horarios y reducir sus turnos, lo que les impide alargar la jornada y cerrar m¨¢s tarde. ¡°Muchos trabajadores no quisieron volver a trabajar en horarios nocturnos y por eso cierran las cocinas m¨¢s temprano¡±, dice. Hoy es com¨²n que entre 10.00 y las 11 de la noche muchos locales ya no ofrezcan m¨¢s platos y que, en vez de cerrar sus puertas a las tres de la ma?ana los fines de semana, como ocurr¨ªa antes, los bares ahora abran hasta la una y media¡±.
La inseguridad de la ciudad es otro factor. ¡°Las personas est¨¢n m¨¢s reacias a salir de noche por temor a ser asaltadas¡±, agrega Picallo. Opina que una medida que podr¨ªa ayudar a revivir la vida nocturna ser¨ªa que el Metro cierre m¨¢s cerca de las dos de la ma?ana y no a las 11 como lo hace ahora. Y que se revise la ley de alcoholes que, a su juicio, ¡°es bastante anticuada¡± e impide que un restaurante pueda tener m¨²sica en vivo si no cuenta con patente de cabaret o que las personas puedan bailar en un bar si que no cuenta con patente de discoteca.
Adi¨®s al bullicio, bienvenido el sue?o
En Providencia, que en los a?os 90 y 2000 fue uno de los epicentros del carrete ¨Ccomo le dicen los chilenos a salir de fiesta¨C el bullicio, antes abundante en la arteria principal de la comuna, hoy ya no existe. A las 10 de la noche del jueves las calles se ven desoladas, algunos pocos transe¨²ntes caminan r¨¢pido para coger un Uber o taxi o para entrar en el estacionamiento subterr¨¢neo. La fiesta aqu¨ª se concentra en focos puntuales, donde unos pocos locales encienden el ambiente. El sector de los restaurantes ubicado en las inmediaciones de la calle Nueva de Lyon, donde est¨¢n los restaurantes Baco o Le Bistr¨®, que antes se manten¨ªa abierto hasta al menos la una de la ma?ana, hoy cierra sus puertas a las 11.
M¨¢s abajo, en el paseo Orrego Luco, hay m¨¢s actividad. Son las nueve y unos 80 comensales, la mayor¨ªa bajo los 30 a?os, conversan animados en las mesas dispuestas en las terrazas de los distintos bares. Mat¨ªas Vivar, jefe de local del emblem¨¢tico bar y discoteque Subterr¨¢neo, cuenta que en este rinc¨®n de Santiago la fiesta sigue prendida. Los fines de semana el paseo abre sus locales hasta las dos de la ma?ana y la discoteca funciona hasta las cuatro los martes y mi¨¦rcoles y hasta las cinco los jueves, viernes y s¨¢bado.
Caminando m¨¢s al poniente, el barrio General Flores est¨¢ surgiendo como un nuevo polo de la noche. Nuevos bares han abierto en los ¨²ltimos meses, enfocados a un p¨²blico m¨¢s mayor y sofisticado. Uno de ellos es el Guachita culebra. Instalado en una vieja casona, su gran ventaja es la gran terraza que se abre en su patio trasero cubierta por un viejo parr¨®n y la barra de color verde que decora el fondo del jard¨ªn. B¨¢rbara Castell¨®n, jefa de sala del bar, cuenta que de jueves a s¨¢bado cierran a las dos de la ma?ana y su cocina se mantiene abierta hasta las 12.45. Reconoce, eso s¨ª, que ha visto un cambio en el comportamiento de los clientes. ¡°Llegan a las ocho y entre 11.30 y 12 ya piden la cuenta y, por lo que uno escucha, se van para su casa a dormir. No es que salgan a carretear (de fiesta) despu¨¦s¡±, dice.
Para Mat¨ªas Rivas, director de Ediciones UDP y un agudo observador de los fen¨®menos sociales, cree que ¡°durante la pandemia la gente se dio cuenta lo que significaba dormir profundamente, cambi¨® su relaci¨®n con el sue?o y eso modific¨® definitivamente su relaci¨®n con la noche¡±, dice. ¡°La gente prolonga las noches en sus casas, ven maratones de Netflix, encargan comida y se despiertan temprano a subir cerros. Acostarse temprano ya no es de perno (nerd), es una opci¨®n¡±, comenta.
A eso se sum¨® la delincuencia y la econom¨ªa, agrega. ¡°Es muy caro comer afuera y a la gente no le hacen los n¨²meros. Antes, la noche era el despilfarro, pero esa noche ahora es muy peque?a. ?D¨®nde te vas de tapas en Santiago? Bellavista (un barrio tradicional de la vida nocturna en Providencia) est¨¢ contaminado por la delincuencia, muri¨® la noche que hab¨ªa en Lastarria, en el centro ya no hay nada. Ya no se ve un sistema de gente fluyendo, salvo que sean del comercio ambulante. Antes, caminar de noche era una cosa muy com¨²n¡±, se?ala.
Fiestas ocultas y la electr¨®nica
Andrea Ortega, urbanista, profesora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales (UDP), cree que la noche ha ido recuperando terreno, pero de manera diferente a como era antes de la pandemia. Coincide en que ahora las personas prefieren quedarse hasta m¨¢s temprano y no trasnochar tanto, pero dice que hay nuevos fen¨®menos interesantes de observar.
¡°Hay otro tipo de actividades nocturnas. Por ejemplo, se est¨¢n haciendo muchas fiestas ocultas. Es una tendencia que se da en otras grandes ciudades y que se est¨¢ replicando en Santiago¡±, explica. Ortega menciona que otros lugares hist¨®ricos de la noche de la capital chilena, se reinventan y no pasan de moda. Es el caso de la Blondie, la discoteca que abri¨® sus puertas hace 30 a?os y que se consagr¨® como un lugar de culto entre el under santiaguino de fines de los 90. Hoy, pese a estar en plena Alameda, contigua a barrios considerados peligrosos, sigue convocando a parte importante de la bohemia santiaguina que busca un lugar donde bailar.
Ariel N¨²?ez, su productor general, cuenta que reciben hasta 1.000 personas por noche y que, aunque siguen yendo los parroquianos de siempre, el p¨²blico que hoy manda es el de 30 a?os o menos. ¡°Y te dir¨ªa que la m¨²sica cambi¨® en tres a?os. Antes de la pandemia el icono era Madonna y apareci¨® Dua Lipa¡±, dice.
M¨¢s bajo perfil y como un secreto que se traspasa de boca en boca, la movida electr¨®nica est¨¢ haciendo su entrada en la capital santiaguina. El periodista y DJ Nico Castro, que junto al fot¨®grafo Pepo Fern¨¢ndez forman el d¨²o Aer¨®bica, empezaron a producir sus propias fiestas itinerantes entre 2017 y 2018 en diferentes lugares de Santiago. La mayor¨ªa entre las c¨¦ntricas comunas de Quinta Normal, Independencia y Recoleta. ¡°El cambio fue radical entre lo que pasaba antes de pandemia y post. Y ha tomado giros inesperados. Cuando todo se empez¨® a abrir se gener¨® un fervor que yo no hab¨ªa visto antes¡±, dice. En Santiago, cuenta, ¡°ha proliferado una industria que funciona muy quitada de bulla, con una legislaci¨®n muy prohibitiva, pero que est¨¢ teniendo impacto regional y global, trayendo a artistas y yendo a tocar a otras partes¡±, cuenta.
Es una realidad que, a su juicio, contrasta con lo apagada que est¨¢ la ciudad en los lugares m¨¢s consolidados. ¡°Todo cierra a las 10 u 11 de la noche, la ciudad se apaga muy temprano. Muchas veces estas condiciones restrictivas terminan generando un movimiento contracultural muy potente. Hoy hay muchas fiestas underground ocurriendo, algunas hasta con 2.000 personas, pero a¨²n as¨ª Santiago no es una ciudad que nunca duerme. Al contrario, duerme harto¡±, opina.
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