¡®True crime¡¯
El crimen organizado a peque?a y gran escala es un problema que tiene m¨²ltiples dimensiones y explicaciones, aunque muchas de ellas est¨¢n ¨ªntimamente conectadas a cuestiones econ¨®micas
De acuerdo con un estudio de Ipsos divulgado en marzo de este a?o, Chile es el pa¨ªs m¨¢s preocupado del mundo por el crimen y la violencia, m¨¢s que duplicando el promedio global. Un dato in¨¦dito en la historia del pa¨ªs y sorprendente a la luz de lo que ocurre en otras naciones de la regi¨®n, donde las tasas de criminalidad no se quedan cortas en comparaci¨®n con las chilenas y en donde el fen¨®meno lleva muchos a?os manifest¨¢ndose, al punto de perder lugares en la lista de preocupaciones.
En Chile, la evoluci¨®n cuantitativa y cualitativa que ha tenido el fen¨®meno ha ido consistentemente al alza y a niveles mayores de complejidad y el hecho de que en noviembre de 2023 se estrenara el Equipo contra el Crimen Organizado y Homicidios (ECOH) en el Ministerio P¨²blico, hace evidente que la criminalidad dej¨® atr¨¢s la condici¨®n de ¡®pyme¡¯ para mutar en gran corporaci¨®n, incluso con redes trasnacionales.
El crimen, no el que tiene m¨®viles pasionales o el de menor calado que ejercen personas individuales con fines de supervivencia, ha dado forma a una econom¨ªa paralela, con organizaciones que compiten por capturar los enormes m¨¢rgenes asociados a operar en mercados y negocios donde no hay impuestos, controles o exigencias de calidad de los productos, exigencias por leyes laborales, regulaciones ambientales o de derechos humanos y en donde las autoridades y las sanciones no suponen costos o desincentivos que hagan necesario cambias de actividad.
De hecho, se podr¨ªa argumentar que hoy, cuando la asonada delincuencial ha alcanzado contornos in¨¦ditos, el que se instale como una de las principales medidas de combate la construcci¨®n de nuevas instalaciones penitenciarias, podr¨ªa equipararse a anunciar la construcci¨®n de un hospital que estar¨¢ en unos a?os para abordar una pandemia que est¨¢ en pleno desarrollo.
El crimen organizado a peque?a y gran escala es un problema que tiene m¨²ltiples dimensiones y explicaciones, aunque muchas de ellas est¨¢n ¨ªntimamente conectadas a cuestiones econ¨®micas. Por de pronto, el crimen no es algo que sea indiferente al crecimiento de los pa¨ªses. En el caso de Chile, diversos estudios han intentado y est¨¢n tratando de cuantificar sus efectos, en donde un informe de fines de 2023 del Centro Latinoamericano de Pol¨ªticas Econ¨®micas y Sociales de la Universidad Cat¨®lica (Clapes UC) ha cifrado en un 2% del PIB los perjuicios asociados a la delincuencia, un costo que se duplic¨® en tan solo una d¨¦cada.
No se trata de n¨²meros peque?os (2% es el crecimiento potencial que tiene hoy el pa¨ªs, de acuerdo con las m¨¢s recientes estimaciones del Banco Central), y cuyo alcance va mucho m¨¢s all¨¢ de lo meramente cuantitativo. Basta pensar someramente en algunas de las situaciones asociadas a la criminalidad para hacerse una idea de por qu¨¦ este es un tema que no s¨®lo califica para estar entre las mayores preocupaciones de la ciudadan¨ªa, sino que tambi¨¦n entre las mayores urgencias de las autoridades y de las pol¨ªticas p¨²blicas.
El crimen trastorna a la educaci¨®n, al reclutar mano de obra entre menores de edad que desertan del sistema escolar; afecta la sanidad p¨²blica, entre otras cosas a trav¨¦s de la distribuci¨®n de drogas y la venta de productos falsificados sin control de calidad; alienta toda una econom¨ªa informal (con la consecuente informalidad laboral) que merma los ingresos fiscales, genera pasivos previsionales y desv¨ªa recursos del Estado y los privados a gastos (no inversi¨®n) en seguridad; infiltra la matriz de decisiones de los inversionistas y los criterios con que las firmas clasificadores valoran el riesgo pa¨ªs, pudiendo afectar en ¨²ltima instancia el costo de financiamiento; corrompe las instituciones; amenaza la capacidad del pa¨ªs de retener y atraer talentos para el funcionamiento competitivo de la econom¨ªa; genera desintegraci¨®n y desconfianza social; amenaza derechos como el de propiedad y, claro est¨¢, el derecho a la vida de sus v¨ªctimas; y un largo etc¨¦tera.
El sector empresarial ha estimado que el gasto en seguridad que deben hacer, seg¨²n sus ¨²ltimas estimaciones, asciende a unos US$ 2.000 millones y que sus manifestaciones se dan a todo nivel. En el sector log¨ªstico y puertos, por donde se introducen y exportan drogas, armas y hasta personas; en el sector minero, donde se roban c¨¢todos y veh¨ªculos; en los sectores telecomunicaciones y energ¨ªa, con el robo de cables; en el sector forestal y pesquero, con el robo de productos, en el sector financiero, con las amenazas de del ciber crimen, y as¨ª, en pr¨¢cticamente en cada una de las actividades que se pueda enumerar. Esos gastos, altos y crecientes, muy probablemente se llevan a precios y terminan en ¨²ltimo t¨¦rmino penalizando a la actividad y a los consumidores.
Como salta a la vista, el problema ha adquirido un calado de enormes proporciones y requiere de acciones decididas para evitar que Chile se termine de mimetizar con el entorno de la regi¨®n, donde se produce casi la mitad de las v¨ªctimas de homicidios intencionales de todo el mundo, pese a que la regi¨®n s¨®lo representa el 8% de la poblaci¨®n global (como consigna un art¨ªculo que tiene como coautor al exministro Rodrigo Vald¨¦s).
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