Soledad Ch¨¢vez, ling¨¹ista: ¡°El diccionario no menosprecia a nadie, solo da cuenta de lo que usan los hablantes¡±
Premiada en Espa?a por su tesis doctoral sobre un diccionario de chilenismos de principios del siglo XX, la miembro de n¨²mero de la Academia Chilena de la Lengua habla sobre correcci¨®n, lenguaje inclusivo y el uso de la palabra ¡®huev¨®n¡¯
Llana y elocuente, bienhumorada y erudita, Soledad Ch¨¢vez Fajardo (Santiago, 47 a?os) se ve a sus anchas en su oficina del tercer piso de la Facultad de Filosof¨ªa y Humanidades de la Universidad de Chile, en Santiago. Lo dice ella misma: ¡°Dime si no soy afortunada. Me levanto feliz y me vengo para ac¨¢ feliz. Y la gente me ve as¨ª, porque hago lo que me apasiona: ense?o historia de la lengua, lexicograf¨ªa [la redacci¨®n y actualizaci¨®n de diccionarios, as¨ª como su estudio]. Eso es una realizaci¨®n y una bendici¨®n¡±.
La directora del Departamento de ling¨¹¨ªstica de la Universidad de Chile ha hecho no pocas contribuciones a su disciplina, como supieron en la Sociedad Espa?ola de Historiograf¨ªa Ling¨¹¨ªstica, que en abril premi¨® su tesis acerca del Diccionario de chilenismos y otras voces y locuciones viciosas, de Manuel Antonio Rom¨¢n (1901-1918), con la que se hab¨ªa doctorado en 2021 por la Universidad Aut¨®noma de Madrid. A partir de ese trabajo acad¨¦mico surgieron dos libros en 2022: Diccionarios del fin del mundo (acerca de las primeras obras de esta especie en Chile e Hispanoam¨¦rica) y Elementos de lexicograf¨ªa hispanoamericana fundacional (sobre el diccionario de Rom¨¢n).
Hay quien considera la erudici¨®n un fin en s¨ª misma, pasto de alguna ¨¦lite intelectual, pero no la ocupante del sill¨®n 14 de la Academia Chilena de la Lengua, estudiosa y redactora de diccionarios, formadora de lexic¨®grafos. La lengua, cree, es de todos sus usuarios.
Pregunta. ?C¨®mo describe su relaci¨®n con las palabras?
Respuesta. Desde chica una relaci¨®n de amor con las palabras. Soy una fan de Themo Lobos [uno de los referentes de la historieta chilena y creador de Mampato]. Lo conoc¨ª por la revista Cucal¨®n, que circul¨® los 80 y parte de los 90, y que me abri¨® un mundo. Ten¨ªa la secci¨®n Etimolog¨ªas, en que te explicaba una etimolog¨ªa con sus dibujos maravillosos. Ah¨ª vi que las palabras ten¨ªan una historia, y esa historia te llevaba a otras palabras, a otros significados. Yo no sab¨ªa que exist¨ªa la ling¨¹¨ªstica como disciplina, era una ni?a. Pero empec¨¦ a tener una relaci¨®n muy fuerte, que pasa por respetar las palabras tal como son.
P. ?De qu¨¦ manera se respetan?
R. Hay que cuidar las palabras y aprender a insertarlas bien en los contextos. Tiempo atr¨¢s nos entrevistaron a unos pocos de la Academia Chilena de la Legua para la palabra huev¨®n, y el periodista dice: ¡®parece que huev¨®n est¨¢ entrando con fuerza en Latinoam¨¦rica¡¯. Y yo dec¨ªa, ?qu¨¦ bien! Pero esto tambi¨¦n tiene que ver con las comunicaciones, con las redes: cada vez estamos conociendo m¨¢s esta lengua con tantas variedades. Entonces, que se empiece a conocer y a reflexionar en torno a huev¨®n y todas las acepciones que tenemos, y los usos, las formas y las funciones, es una maravilla. A veces hay una relaci¨®n muy purista y conservadora con ciertas palabras y para m¨ª huev¨®n tiene su historia. Pero todav¨ªa no conocemos la historia de ciertas palabras, y los que trabajamos en eso nos debemos a ellas y tenemos ah¨ª una responsabilidad de develarla. Por ejemplo, hace poco hablamos de eso con una amiga despu¨¦s de o¨ªr a una abogada usar el denante ¨Cy me acord¨¦ de el denantes, el endenante y endenantes¨C, que son usos arcaicos. Y uno podr¨ªa, quiz¨¢, usar el hace un rato.
P. ?C¨®mo ve la responsabilidad de los lexic¨®grafos?
R. Hay gente que puede enfadarse con una expresi¨®n del tipo ¡®fumar como chino¡¯ ?C¨®mo nos estamos cargando a los chinos! Pero no es que el lexic¨®grafo los menosprecie a ellos o a nadie: lo que hace el diccionario es dar cuenta de lo que usan los hablantes. Ahora, en una sociedad de la responsabilidad, alguien podr¨ªa preguntar si vamos a seguir usando esa frase. Pensemos en el Diccionario de la lengua espa?ola, el m¨¢s popular [DLE, ex Diccionario de la RAE]. Hay un equipo de muchos lexic¨®grafos en Madrid que no tienen la funci¨®n de decirnos qu¨¦ es lo correcto, lo incorrecto, lo ¨¦tico, lo injusto. Lo que hace el lexic¨®grafo es agarrar un espejo y decir, ¡®se?ores, esto son ustedes¡¯. ?Qu¨¦ pasa si alguien que no es chileno, o que est¨¢ aprendiendo el espa?ol como segunda lengua, o que lea en 50 a?os m¨¢s, cuando ya no se use, ¡®fumar como chino¡¯, va al diccionario y no lo encuentra? Ese es el problema. El diccionario te muestra todo: lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo ¨¦tico y lo poco ¨¦tico. Todo, porque es la forma de representar a una comunidad ling¨¹¨ªstica. Depende de nosotros, los usuarios, lo que vamos a usar. Y lo que puede hacer un lexic¨®grafo, y es lo ideal, es poner alguna marca: esto es despectivo, esto es coloquial, esto es vulgar.
P. Los diccionarios de la lengua son percibidos como una voz de autoridad ¨C'no lo digo yo, lo dice el diccionario¡¯¨C, y en Chile el DLE tiene valor probatorio en un proceso judicial ?C¨®mo se llevan estos roles?
R. Cuando ves la historia de una lengua desde un punto de vista de estandarizaci¨®n ¨Ccu¨¢ndo se empez¨® a escribir literatura en esa lengua o a elaborar gram¨¢ticas en esa lengua, etc.¨C, ah¨ª tambi¨¦n estuvieron los diccionarios. Y la poblaci¨®n respeta un diccionario y puede darse cuenta de que hace falta uno. A veces uno dice: me siento insuficiente como hablante del chileno porque no est¨¢ el chileno que yo hablo bien representado en el Diccionario de la Lengua Espa?ola (DLE). Poquito a poco van entrando palabras, pero podr¨ªamos quiz¨¢ nosotros elaborar y redactar nuestro propio diccionario, como hicieron los mexicanos con el Diccionario del espa?ol de M¨¦xico, de Luis Fernando Lara, que es un diccionario integral. El mexicano no se siente representado por el DLE y s¨ª por lo que hay ah¨ª. A un chileno podr¨ªa pasarle lo mismo.
P. ?Y el Diccionario de uso del espa?ol de Chile (DUECh)?
R. Es que ese es solo de palabras diferenciales: pienso en un diccionario que apunte al todo. Porque uno dice paradero, no dice parada; o dice micro y no autob¨²s. Y despu¨¦s ves que el l¨¦xico m¨¦dico, el l¨¦xico legal, son diferentes en otros lugares y no nos damos cuenta hasta que vivimos ah¨ª.
P. En 2022, un instructivo de la Subsecretar¨ªa de la Ni?ez llam¨® a no hablar de ¡°menores¡±, sino ¡°de ni?as, ni?os, ni?es y/o adolescentes¡±. El caso es que menor, en el sentido de menor de edad, se sigue usando sin perjuicio de que algunos lo encuentren despectivo.
R. Si quieres decir menor de edad, cuando dices menor, se subentiende que hay una elipsis para hacer el lenguaje m¨¢s ¨¢gil. Pero si alguien te sale con que est¨¢s usando ¡®menor¡¯ en este otro sentido, puede sencillamente ser que no. El diccionario, la gram¨¢tica, la ortograf¨ªa, son herramientas que nos ayudan a usar mejor nuestra lengua y a conocerla mejor. En un pleno de la Academia Chilena, tiempo atr¨¢s, alguien empez¨® a criticar el Diccionario de la lengua espa?ola (DLE) porque confunde: ¡®?Por qu¨¦ est¨¢ toballa?¡¯. Pero si t¨² te vas a toballa en el DLE, remite de inmediato a toalla. Y toballa tiene una marquita: un desus, por desusado. Y si te vas al ¨¦timo, ver¨¢s que dice: ¡°Del antiguo tobaja, y este del germ¨¢nico thwahlj?¡±.
P. Lo correcto, ha dicho el gram¨¢tico Carlos Gonz¨¢lez, ¡°es un criterio social, no ling¨¹¨ªstico: es como si un bot¨¢nico determinara qu¨¦ planta es correcta para mi jard¨ªn¡±. ?C¨®mo se entiende hoy lo correcto y lo ejemplar?
R. La idea del espa?ol ejemplar o de una lengua ejemplar implica que la gente te entienda. Uno puede caer en alg¨²n tipo de incorrecci¨®n o en alguna cuesti¨®n agramatical ¨Ccuando gramaticalmente no tendr¨ªa que ir tal orden o tal elemento¨C, y ah¨ª puede decir, ¡®no te estoy entendiendo¡¯ o ¡®esto se presta a confusi¨®n¡¯. Esa es la idea de una lengua ejemplar: es la que usas para redactar una constituci¨®n o las leyes. Para que no haya lugar a dudas, para que todo est¨¦ muy claramente escrito. Siempre les digo a mis estudiantes: dominen su lengua, conozcan bien la ejemplaridad de turno, porque va cambiando. Hoy, para muchas personas decir hubieron es incorrecto, porque no est¨¢ dentro de la ejemplaridad de turno. Pero, si te das cuenta, cada vez m¨¢s gente usa el hubieron.
P. Quiz¨¢ nunca se dej¨® de usar por parte de muchos hablantes.
R. Bueno, el presidente Boric usa el hubieron, y puede llegar el d¨ªa en que hubieron forme parte de la ejemplaridad. Pero uno tiene que conocer las reglas del juego para, luego, desarmarlas. Es lo que me pasa con el lenguaje no binario: primero hay que conocer bien las reglas del juego. Incluso, como soy latinista, me encantar¨ªa que el lat¨ªn se ense?ara en los colegios, como pasa en muchos pa¨ªses. As¨ª conocer¨ªamos mejor nuestra lengua.
P. ?C¨®mo ve la creatividad cuando se incorpora el morfema ¡®e¡¯, como en todes, y el esfuerzo que supone para la consistencia gramatical?
R. El ejemplo del lenguaje no binario es interesant¨ªsimo, porque no es com¨²n. Muy pocas veces, a lo largo de la historia de nuestra lengua, ha habido una conciencia ling¨¹¨ªstica de este tipo, que va de la mano con un reconocimiento social. Es muy dif¨ªcil que se d¨¦ en un hablante la conciencia de empezar a usar, en este caso, morfemas [las partes de las palabras que indican su funci¨®n gramatical, como la ¡®o¡¯ en ni?os], porque a nivel morfol¨®gico es muy dif¨ªcil que haya un cambio ling¨¹¨ªstico. Hay una tendencia en los hablantes a ser m¨¢s expeditos y m¨¢s simples, y lo de la ¡®e¡¯ choca con esta reivindicaci¨®n. Porque tener conciencia de que hay que usar la ¡®e¡¯ en determinados casos implica m¨¢s tiempo, m¨¢s conocimiento.
P. ?Implica pensar en las palabras que usamos en el momento en que las usamos?
R. Claro, y es muy dif¨ªcil. Por eso digo que es muy complicado instalar un cambio, pero mientras haya una motivaci¨®n ideol¨®gica que implica un reconocimiento y un respeto, lo encuentro admirable. Yo no lo uso, porque me cuesta: lo digo una vez, y luego se me va.
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