La renovaci¨®n socialista de los 80s: virtudes y l¨ªmites
En 2024 se ha producido una recuperaci¨®n del impulso renovador, reconociendo no solo que el mundo de hoy es radicalmente distinto, sino que adem¨¢s estamos habitando democracias cuyos derechos liberales se encuentran bajo asedio
Desde hace algunos meses, se ve en el pobre debate pol¨ªtico e intelectual chileno un intento por rescatar la renovaci¨®n socialista de los a?os ochenta y proyectarla hacia el futuro.
De ese esp¨ªritu participa el Manifiesto del socialismo democr¨¢tico que fue publicado hace algunos meses atr¨¢s, y m¨¢s recientemente algunos seminarios organizados por el Instituto Igualdad y la Fundaci¨®n Chile 21, entre otros centros de estudio.
No se ha valorado en su justo valor la renovaci¨®n socialista chilena ochentera. Se trat¨® de un relevante movimiento pol¨ªtico e intelectual que fue articulado en el exilio por destacados dirigentes socialistas (Jorge Arrate, Carlos Ominami, Jos¨¦ Miguel Insulza, Jos¨¦ Antonio Viera-Gallo, entre varios otros), el que se inici¨® en un m¨ªtico encuentro en Francia, en Chantilly en 1982, derivando en un segundo encuentro en 1983. A partir de entonces, el debate pol¨ªtico en el exilio se tradujo en un movimiento intelectual al interior de Chile, al encontrar una virtuosa conexi¨®n con soci¨®logos y cientistas pol¨ªticos refugiados en ONGs y centros de estudio, especialmente en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Santiago. As¨ª las cosas, forman parte del mismo proceso renovador los soci¨®logos Manuel Antonio Garret¨®n, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Brunner y Tom¨¢s Moulian, as¨ª como el cientista pol¨ªtico Angel Flisfisch, con total independencia de su posterior evoluci¨®n pol¨ªtica.
?De qu¨¦ trataba la renovaci¨®n socialista?
Para responder esta pregunta, es importante recordar algunos elementos del contexto pol¨ªtico mundial en aquel entonces con los ojos de la izquierda chilena. En los ochenta, el comunismo aun segu¨ªa en pie (la Uni¨®n Sovi¨¦tica estaba pronta a iniciar su propia transformaci¨®n interna mediante la perestroika, una vez concluida la era Brezhnev). A comienzos de esa d¨¦cada, reci¨¦n se iniciaba la reorganizaci¨®n neoliberal del capitalismo: si bien este experimento se inici¨® en Chile bajo la dictadura de Pinochet, es solo a partir del gobierno de Margaret Thatcher en 1979 y la elecci¨®n de Ronald Reagan en Estados Unidos en 1981 que el neoliberalismo comienza globalmente a desplazar al keynesianismo. Por lo mismo, aun no era patente la crisis de la socialdemocracia cl¨¢sica y su filosof¨ªa de los derechos sociales universales: recordemos que es en 1983 que el gobierno socialista de Fran?ois Mitterrand en Francia inicia su giro econ¨®mico hacia la rigueur a partir de pol¨ªticas de austeridad. Se trataba de un mundo en el que China reci¨¦n iniciaba su despego modernizador bajo el liderazgo de Deng Xiaoping. En cuanto a Am¨¦rica del Sur, era un sub-continente poblado de dictaduras y autoritarismos.
La renovaci¨®n socialista chilena, entonces, despegaba al mismo tiempo que se iniciaban giros y bifurcaciones en el funcionamiento del capitalismo.
Ese era el estado del mundo en el que se desarroll¨® este original proceso renovador. Positivamente, este movimiento pol¨ªtico e intelectual desarroll¨® una desgarradora auto-cr¨ªtica sobre el gobierno de la Unidad Popular, lo que la llev¨® a reivindicar la democracia representativa y liberal como marco insuperable de la acci¨®n pol¨ªtica de izquierdas. De modo m¨¢s o menos expl¨ªcito, se produjo un creciente abandono del marxismo: en tal sentido, la renovaci¨®n socialista fue el equivalente paulatino y funcional del Congreso de Bad Godesberg del SPD en Alemania en 1959, en el que se abandon¨® tanto al marxismo como la dictadura del proletariado. Puede entonces entenderse que la renovaci¨®n socialista haya provocado resquemores, molestia y una profunda antipat¨ªa en importantes sectores del socialismo chileno, lo que significa que, como movimiento pol¨ªtico e intelectual, el proceso renovador trascend¨ªa con creces las fronteras del Partido Socialista.
?C¨®mo no ver que, sin este proceso renovador, el complejo proceso de transici¨®n pol¨ªtica a la democracia que se iniciaba en Chile en 1990 no hubiese sido el mismo? Es m¨¢s: este proceso renovador suministr¨® categor¨ªas de evaluaci¨®n de la realidad y conceptos que permitieron encarar, de modo estrat¨¦gico y racional, la transici¨®n desde la dictadura a la democracia con Pinochet como comandante en jefe, en un marco tutelado de funcionamiento del r¨¦gimen democr¨¢tico. Esta es la principal virtud de la renovaci¨®n del socialismo chileno: permiti¨® aquilatar rigurosamente la enorme complejidad de la transici¨®n, posibilitando acciones estrat¨¦gicas, conductas calculadas sin nunca perder de vista el car¨¢cter lento y progresivo del cambio de r¨¦gimen.
Pero esta virtud, innegable, constituy¨® tambi¨¦n el l¨ªmite de la renovaci¨®n socialista. Era tal la radicalidad del modelo econ¨®mico chileno de los Chicago Boys, sobre todo su penetraci¨®n en la cultura, que este movimiento renovador no logr¨® suministrar las herramientas para tomar conciencia del car¨¢cter revolucionario del ¡°modelo¡±, y aun menos para establecer los fundamentos no tanto de un modelo alternativo (impensable en aquel entonces) como de comprensi¨®n de la existencia de otras variedades de capitalismo
Virtudes y l¨ªmites: la historia se ha encargado de evidenciarlas.
No es una casualidad si, en 2024, se ha producido una recuperaci¨®n del impulso renovador, reconociendo no solo que el mundo de hoy es radicalmente distinto, sino que adem¨¢s estamos habitando democracias cuyos derechos liberales se encuentran bajo asedio por diversos tipos de fuerzas de extrema derecha (y en algunos pocos casos, como Venezuela, por izquierdas ultra), pero sobre todo por un capitalismo que ha logrado adaptarse a crisis econ¨®micas recurrentes.
Estamos muy lejos de la ca¨ªda final del capitalismo. Muchos pensamos que con la crisis de 2007-2008, se abr¨ªan posibilidades de disputar la hegemon¨ªa de la organizaci¨®n neoliberal por fuerzas socialistas de nuevo tipo. Eso no ocurri¨®.
Esto es lo que explica la necesidad de una nueva renovaci¨®n, en condiciones bastante m¨¢s desmedradas que en el pasado, especialmente por la ausencia de v¨ªnculos virtuosos entre pol¨ªtica de partidos y socialismo intelectual.
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