El matem¨¢tico que so?aba con ordenadores en 1830
El 14 de junio de 1822 Charles Babbage anunci¨® el dise?o del primero de sus prototipos, que fueron considerados in¨²tiles hasta mediados del siglo XX, cuando se entendi¨® su valor revolucionario
En 1991 un equipo de ingenieros del Museo de Ciencias de Londres construy¨® ¨Cutilizando tan solo t¨¦cnicas y materiales de la era victoriana¨C un ordenador, llamado m¨¢quina de diferencias, dise?ado 170 a?os antes por el matem¨¢tico ingl¨¦s Charles Babbage (1791-1871) As¨ª, probaban que los sue?os de su creador no fueron delirios, como consideraron sus contempor¨¢neos, sino que podr¨ªan haberse llevado a cabo y haber anticipado la construcci¨®n de los primeros ordenadores m¨¢s de un siglo.
Por aquella ¨¦poca, Babbage afirmaba que sus m¨¢quinas revolucionar¨ªan el mundo, y durante toda su vida dedic¨® grandes esfuerzos, gastando incluso su fortuna personal, a su dise?o y construcci¨®n. Ridiculizado por sus coet¨¢neos, Babbage escribi¨®: ¡°otra ¨¦poca debe juzgar mi trabajo¡±. Y as¨ª ha sido. Fue olvidado por la comunidad cient¨ªfica hasta que sus apuntes personales fueron descubiertos en 1937. Gracias a estos, y a los avances de la ¨²ltima mitad del siglo pasado en computaci¨®n, Babbage es considerado el padre de la computadora moderna.
Graduado en 1814 en Matem¨¢ticas por la Universidad de Cambridge, en 1816 fue elegido miembro de la Royal Society tras presentar tres trabajos muy destacables sobre c¨¢lculo diferencial. Entonces sobre este tema todav¨ªa pesaban una serie de prejuicios patri¨®ticos, desencadenados un siglo atr¨¢s por la agria pelea entre Isaac Newton y el alem¨¢n Gottfried Leibniz por la autor¨ªa del c¨¢lculo, y recrudecidos por otras disputas y guerras entre pa¨ªses europeos e Inglaterra. Frente a ellos, en 1812 Babbage fund¨® la Sociedad Anal¨ªtica para introducir en su pa¨ªs los avances matem¨¢ticos generados en el continente.
Alrededor de 1820 abandon¨® las matem¨¢ticas puras y se centr¨® en el proyecto de creaci¨®n de una m¨¢quina calculadora, entre otros. Tras conseguir financiaci¨®n del gobierno brit¨¢nico, el 14 de junio de 1822 pudo mostrar algunas partes de un primer modelo de la m¨¢quina de diferencias, capaz de hacer de manera mec¨¢nica c¨¢lculos rutinarios (como logaritmos), en los que es f¨¢cil cometer errores cuando se hacen a mano. El dispositivo era capaz de obtener autom¨¢ticamente valores num¨¦ricos de funciones polin¨®micas usando los llamados cocientes de diferencias finitas, eliminando as¨ª, seg¨²n Babbage, errores derivados de realizar los c¨®mputos de forma manual.
A la vez que segu¨ªa con estos proyectos, en 1828 obtuvo la c¨¢tedra de matem¨¢ticas en la Universidad de Cambridge, donde r¨¢pidamente gener¨® antipat¨ªas, tanto por su car¨¢cter como por sus ideas. Esto no mejor¨® con la publicaci¨®n, en 1830, de un libro tremendamente cr¨ªtico con la Royal Society ¨Ca la que culpaba del declive de la ciencia en el Reino Unido¨C, y con alguno de sus miembros m¨¢s ilustres, como Michael Faraday. Aquellas disputas le perseguir¨ªan durante el resto de su vida. Adem¨¢s de estas, Babbage defendi¨® otras ideas muy controvertidas en su ¨¦poca, como el uso de la ciencia en la industria, sobre lo que trata su libro Sobre la econom¨ªa de la maquinaria y sus fabricantes.
Sin haber completado la construcci¨®n de su modelo m¨¢s avanzado de la m¨¢quina de diferencias desarroll¨® otro prototipo, su contribuci¨®n de mayor envergadura: la m¨¢quina anal¨ªtica, sorprendentemente cercana a las computadoras electr¨®nicas que se idear¨ªan un siglo despu¨¦s. En diciembre de 1837 public¨® un art¨ªculo describiendo sus elementos y funcionamiento. La m¨¢quina empleaba tarjetas perforadas que pod¨ªan contener datos digitales para controlar una secuencia de operaciones, o simplemente almacenar datos, lo que la convert¨ªa en una m¨¢quina programable. En este ambicioso proyecto colabor¨® con Ada Lovelace, con quien escribi¨® varios programas que deb¨ªan ser procesados por la m¨¢quina.
Simult¨¢neamente a estos avances, las controversias acompa?aban a Babbage ¨Cdisputas con otros investigadores, como George Biddell Airy; cr¨ªticas porque no hab¨ªa impartido ni una sola clase desde su ingreso en la universidad¨C y en 1839 abandon¨® su posici¨®n de la Universidad de Cambridge. Precisamente Airy era, en aquella ¨¦poca y hasta 1881, asesor principal del gobierno brit¨¢nico en materia cient¨ªfica, y su opini¨®n sobre las m¨¢quinas de Babbage, a las que describi¨® como in¨²tiles, encontr¨® eco en la instituci¨®n, que no financi¨® el proyecto y lo abandon¨® a su suerte.
La m¨¢quina empleaba tarjetas perforadas que pod¨ªan contener datos digitales para controlar una secuencia de operaciones, o simplemente almacenar datos, lo que la convert¨ªa en una m¨¢quina programable
Lejos de renunciar al proyecto, Babbage sigui¨® trabajando en los planos y mecanismos de sus m¨¢quinas a lo largo de toda su vida, invirtiendo su propia fortuna en ello, sin ¨¦xito. Muchos historiadores han tratado los problemas que no hicieron posible que las m¨¢quinas se construyesen: enemistades, el car¨¢cter de Babbage, la falta de financiaci¨®n adecuada o, seg¨²n algunos, la inviabilidad del proyecto dada la situaci¨®n industrial y econ¨®mica de la ¨¦poca.
En este declive imparable Babbage muri¨® en 1871, y fue enterrado sin representantes gubernamentales ni ninguna ceremonia p¨²blica. Hoy d¨ªa, en una ¨¦poca en la que hablamos de inteligencia artificial mientras estudiamos lo diminuto en nuestro viaje para entender el universo, Babbage y sus derrotas nos dejan una valiosa lecci¨®n: hay que plantearse lo inimaginable, y que lo juzguen en otra ¨¦poca.
Jos¨¦ Merodio es profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
Caf¨¦ y Teoremas es una secci¨®n dedicada a las matem¨¢ticas y al entorno en el que se crean, coordinado por el Instituto de Ciencias Matem¨¢ticas (ICMAT), en la que los investigadores y miembros del centro describen los ¨²ltimos avances de esta disciplina, comparten puntos de encuentro entre las matem¨¢ticas y otras expresiones sociales y culturales y recuerdan a quienes marcaron su desarrollo y supieron transformar caf¨¦ en teoremas. El nombre evoca la definici¨®n del matem¨¢tico h¨²ngaro Alfred R¨¦nyi: ¡°Un matem¨¢tico es una m¨¢quina que transforma caf¨¦ en teoremas¡±.
Edici¨®n y coordinaci¨®n: ?gata A. Tim¨®n Garc¨ªa-Longoria (ICMAT)
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