Goethe y la teor¨ªa foliar
La visi¨®n rom¨¢ntica de Goethe era la de un ecologista que pensaba en el pasado, no para retornar a ¨¦l, sino para repensar el presente en funci¨®n del futuro
Goethe conversaba en silencio con la Naturaleza, es decir, experimentaba con ella de manera simb¨®lica, recorriendo el v¨ªnculo profundo que hay entre la ¨¦tica y el inter¨¦s por lo bello; entre la ciencia, como expresi¨®n de bondad, y la poes¨ªa. Porque para Goethe, la Naturaleza siempre imagina las formas en las que se manifiesta.
Seg¨²n relat¨® en su versi¨®n rom¨¢ntica del mito f¨¢ustico, la Naturaleza guarda un misterio que impide ser desvelado, por ello, forzarla a hacerlo con ¡°palancas y tornillos¡± ser¨ªa una verdadera agresi¨®n. En todo caso, la ¨²nica manera posible de conocer el secreto que esconde la Naturaleza ser¨ªa mediante la expresi¨®n art¨ªstica. Solo el arte consigue hacernos ver m¨¢s all¨¢ de lo visible. De esta manera, con la imaginaci¨®n sensorial podemos llegar a la exactitud cient¨ªfica. Goethe se serv¨ªa del dibujo como ejemplo, porque el dibujante penetra en la superficie de las cosas hasta alcanzar la interioridad de las mismas.
La visi¨®n rom¨¢ntica de Goethe era la de un ecologista que pensaba en el pasado, no para retornar a ¨¦l, sino para repensar el presente en funci¨®n del futuro. Por ello, su intento de alcanzar a Lucrecio qued¨® expresado en el poema titulado La metamorfosis de las plantas, donde Goethe nos cuenta la ascensi¨®n de las plantas hacia la unidad trascendente. El citado poema abre la edici¨®n de su ensayo que, con el mismo t¨ªtulo, acaba de ser publicado en castellano por Atalanta.
Cuando la Naturaleza imagina una forma, la est¨¢ inventando, es decir, juega con ella, crea y recrea la diversidad de la vida
Se trata de una bella edici¨®n donde Goethe sistematiza su pensamiento a la manera de los trabajos de Linneo, en 123 p¨¢rrafos numerados. A medida que vamos leyendo, nos vamos dando cuenta de c¨®mo la Naturaleza est¨¢ estrechamente vinculada a la imaginaci¨®n. De esta manera, podemos imaginar el crecimiento de las plantas a partir de las observaciones del poeta, desde los primeros ¨®rganos, los cotiledones, hasta que se alcanzan formas cada vez m¨¢s complejas. Porque cuando la Naturaleza imagina una forma, la est¨¢ inventando, es decir, juega con ella, crea y recrea la diversidad de la vida. Por decirlo a la manera de Pierre Hadot en su ensayo El velo de Isis (Alpha Decay), la Naturaleza, para Goethe, es juguetona. ¡°Sentada en su mesa de juego, juega a doble o nada¡±.
En el ensayo La metamorfosis de las plantas, Goethe intenta alcanzar el fen¨®meno originario que dar¨ªa origen a los dem¨¢s fen¨®menos; el prototipo original a partir del cual nacer¨ªan las dem¨¢s plantas. De la misma manera que la formaci¨®n de los huesos del cr¨¢neo supone la metamorfosis de la v¨¦rtebra, y del mismo modo que la formaci¨®n de los colores es una metamorfosis de la luz, la formaci¨®n de la planta es una metamorfosis de la hoja.
Del mismo modo que la formaci¨®n de los colores es una metamorfosis de la luz, la formaci¨®n de la planta es una metamorfosis de la hoja
Su teor¨ªa foliar tuvo muchos seguidores, entre ellos, cabe destacar a Henry David Thoreau, autor norteamericano de enorme vigencia en nuestros d¨ªas al ser redescubierto por los movimientos ecologistas. Para Thoreau, en la arena hay ¡°una anticipaci¨®n¡± de la hoja vegetal. La tierra se expresa en forma de hojas porque su interioridad trabaja con esa idea, la imagina y con ello la manifiesta. ¡°Las plumas y las alas de los p¨¢jaros son hojas a¨²n m¨¢s secas y delgadas¡±, sigue diciendo Thoreau en Walden (Errata Naturae), su ensayo sobre la vida en los bosques.
Con todo, la visi¨®n de Goethe queda m¨¢s cerca de la visi¨®n fenomenol¨®gica que de la visi¨®n cient¨ªfica tradicional. Pero el prop¨®sito de descubrir la unidad subyacente bajo los organismos vivos, convirtieron a Goethe en un aventajado en el tiempo. Porque Goethe contribuy¨® a abrir el camino a Darwin para su teor¨ªa de la evoluci¨®n biol¨®gica por selecci¨®n natural.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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