Certezas ped¨ªs
Reclamar a la ciencia que se calle mientras no tenga una conclusi¨®n definitiva es fruto de la ignorancia
Llevamos todo el a?o atropellados por un amasijo de ¨¢tomos, el SARS-CoV-2 que ha puesto el mundo patas arriba. Los cient¨ªficos llevaban d¨¦cadas prediciendo una pandemia de estas caracter¨ªsticas, pero ninguno de ellos, naturalmente, sab¨ªa qu¨¦ virus la causar¨ªa ni en qu¨¦ fecha exacta. A principios de este infeliz a?o del Se?or de 2020 conocimos de cara al agente infeccioso. No era un virus de la gripe, como la mayor¨ªa de los expertos hubiera esperado despu¨¦s de las tres pandemias del siglo XX causadas por esa familia mort¨ªfera, sino un coronavirus nuevo y desconocido. Los vir¨®logos han tenido que investigar el virus mientras los epidemi¨®logos trataban de yugular su propagaci¨®n y los inmun¨®logos se apresuraban a dise?ar nuevas vacunas.
De esta situaci¨®n de emergencia cient¨ªfica se ha derivado cierta percepci¨®n p¨²blica de que los cient¨ªficos est¨¢n todav¨ªa m¨¢s confusos que la poblaci¨®n general sobre las recomendaciones contra el virus. Hay l¨ªderes de opini¨®n a los que admiro como analistas pol¨ªticos que han exigido a los investigadores que se aclaren entre ellos antes de dirigirse a la gente y al poder pol¨ªtico, en una chocante exhibici¨®n de ignorancia sobre la forma en que progresa el conocimiento. Lo que sab¨ªamos en enero ha quedado parcialmente sobrese¨ªdo, como lo har¨¢ en diciembre una parte de lo que sabemos ahora, pero pretender que la ciencia se calle mientras no tenga certezas absolutas solo puede calificarse de estupidez cient¨ªfica, una enfermedad cr¨®nica del intelectual espa?ol medio.
¡°La estupidez cient¨ªfica es una enfermedad cr¨®nica del intelectual espa?ol medio¡±
Dicho lo cual, hoy ya sabemos los mecanismos fundamentales de la propagaci¨®n de la covid-19, y no precisamente gracias a la inercia del pensamiento pol¨ªtico patrio. Elizabeth Lee, Justin Lessler y sus colegas de la Facultad de Salud P¨²blica Johns Hopkins en Baltimore, un nodo principal del an¨¢lisis de datos durante la pandemia, revisan esas certezas en Science. Una de las m¨¢s importantes es que la mayor¨ªa de las infecciones por el SARS-CoV-2 ocurren en las casas, las residencias de ancianos y otros espacios cerrados y mal ventilados.
La raz¨®n puede parecer obvia ahora ¨Cen esos lugares la gente experimenta contactos prolongados con otra gente¡ª, pero no era tan obvia en marzo, cuando las medidas adoptadas por los Gobiernos se centraban en evitar las superficies que pudieran estar contaminadas en espacios p¨²blicos. En un estudio surcoreano de 60.000 casos, los contactos en casa demostraron sextuplicar el riesgo de infecci¨®n de cualquier otro lugar. Las parejas de los infectados y los mayores se llevan la peor parte, y los j¨®venes portadores asintom¨¢ticos son los principales contagiadores, aunque un abuelo infectado tambi¨¦n se las trae. Son datos obtenidos por esa ciencia que deber¨ªa estar callada en espera de certezas metaf¨ªsicas.
Hay mucho, mucho m¨¢s en el art¨ªculo de la Johns Hopkins, y recomiendo su lectura a todos los analistas, a ser posible antes de la pr¨®xima tertulia. Certezas, ped¨ªs, cuando a duras penas ten¨¦is una m¨ªnima noci¨®n de lo que es eso, salvo por los cursos de catequesis que os desorientaron a¨²n m¨¢s. Deponed vuestra actitud y aprended algo de lo que suena fuera de vuestra c¨¢mara de eco.
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