Mutaciones
Las variantes brit¨¢nica y sudafricana del coronavirus no ser¨¢n las ¨²nicas
Empecemos por la zanahoria. El coronavirus muta, y en ocasiones eso resulta en una variante que se propaga m¨¢s que la media de sus competidores, los infortunados coronavirus que no llevan la mutaci¨®n. Hay un mutante brit¨¢nico, uno sudafricano y otro reci¨¦n detectado en Jap¨®n que proviene de Brasil. Pero no hay que preocuparse, porque esas mutaciones no afectan a la capacidad de las vacunas para hacerse pasar por el agente infeccioso, que es a lo que aspira toda vacuna. Si lo hace bien, nuestro sistema inmune cae en la trampa, reacciona contra la vacuna y se queda preparado por si luego llega el virus de verdad. Los virus mutan, es su forma de vida, y nos ofrecen un modelo acelerado de la evoluci¨®n biol¨®gica. Una peque?a ventaja en la propagaci¨®n se convierte a lo largo de las generaciones en una cepa dominante. Y si nosotros medimos una generaci¨®n en 20 o 30 a?os ¨Cel tiempo que nos cuesta reproducirnos¡ª, el virus la cuenta en 20 o 30 minutos. Mientras no afecte a la eficacia de la vacuna, miel sobre hojuelas. Hasta aqu¨ª la zanahoria.
Ahora pasemos al palo. La tranquilidad que trasmiten los gestores sanitarios est¨¢ basada en la mejor ciencia disponible, pero eso no quiere decir que los cient¨ªficos la compartan. Los investigadores, y en particular los brit¨¢nicos, s¨ª est¨¢n preocupados por las mutaciones presentes y futuras. Para empezar, el mero hecho de que un mutante se extienda con m¨¢s eficacia implica el riesgo de que aumente la propagaci¨®n del coronavirus, con sus consecuencias bien conocidas de saturaci¨®n hospitalaria, enfermedad y muerte. Pero los cient¨ªficos tambi¨¦n necesitan comprender a qu¨¦ se debe la mayor propagaci¨®n de los mutantes. Sin entendimiento no hay una v¨ªa segura hacia la soluci¨®n del problema. Todo ser¨ªan palos de ciego en la espesura del paisaje pand¨¦mico.
Los virus mutan, es su forma de vida, y nos ofrecen un modelo acelerado de la evoluci¨®n biol¨®gica
Laboratorios de varios pa¨ªses trabajan con frenes¨ª para averiguar esas causas. Una investigaci¨®n prepublicada el viernes (a¨²n no revisada por cient¨ªficos independientes) ha hallado un nexo entre la variante brit¨¢nica y la sudafricana. Cada una de ellas consta de varias mutaciones puntuales, pero una de ellas coincide entre ambas, y est¨¢ en un lugar de la esp¨ªcula, la prote¨ªna que forma las espinas del virus y se agarra a las c¨¦lulas humanas, que por investigaciones anteriores es conocida como una arquitectura clave para el reconocimiento. El estudio concluye que esa mutaci¨®n que ha ocurrido al menos dos veces en el planeta no afecta a la eficacia de la vacuna de Pfizer. Pero faltan muchas cosas por entender, y varios otros estudios est¨¢n en marcha.
El descubrimiento de la variante brit¨¢nica fue una chiripa (serendipity, en la jerga cient¨ªfica). La prueba diagn¨®stica de referencia, la PCR, detecta los genes del virus mediante unos min¨²sculos velcros que reconocen los extremos de cada gen o segmento de gen. Los especialistas brit¨¢nicos detectaron virus aislados de pacientes que no aceptaban uno de los velcros. La mutaci¨®n clave estaba justo ah¨ª. Si eso ha sido de chiripa, cabe predecir m¨¢s mutaciones en un an¨¢lisis sistem¨¢tico.
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