David Foster Wallace, inspiraci¨®n y matem¨¢ticas
De abstracci¨®n en abstracci¨®n, el autor neoyorquino nos conduce por el lenguaje de los n¨²meros hasta alcanzar el Santo Grial de las matem¨¢ticas que es el infinito
En el libro de entrevistas a David Foster Wallace publicado en castellano por la editorial Palido Fuego, el autor neoyorquino habla de sus fantasmas y de sus aficiones; asuntos que oscilan entre la f¨¢bula y la ciencia.
Por ejemplo, Foster Wallace nos cuenta c¨®mo fue capaz de coger una materia tan abstracta como puede ser la ciencia matem¨¢tica y exponerla de manera clara, haci¨¦ndola no solo comprensible, sino placentera para alguien que no supiese matem¨¢ticas. As¨ª naci¨® Todo y m¨¢s, una breve historia del infinito (RBA), una obra curiosa donde Foster Wallace recorre la historia del infinito matem¨¢tico y nos desvela sus misterios desde el siglo V a.C. con la famosa paradoja de Zenon, en la que aparece Aquiles intentando alcanzar una tortuga. De esta manera se aceptaba que al ser el espacio infinitamente divisible, Aquiles nunca podr¨¢ alcanzarla.
De Zenon y su paradoja, Foster Wallace nos lleva hasta Georg Cantor (1845 - 1918) afamado matem¨¢tico nacido en Rusia, aunque nacionalizado alem¨¢n, que fue pionero en la teor¨ªa de conjuntos y que construy¨® su teor¨ªa matem¨¢tica del infinito. Para llegar a dicha teor¨ªa, Cantor se sirvi¨® de la paradoja que formul¨® Galileo en su d¨ªa, donde el pendenciero de Pisa refut¨® el principio l¨®gico de que ¡°el todo es mayor que cualquiera de sus partes¡±. Para demostrar su r¨¦plica, tom¨® el conjunto de n¨²meros cuya ra¨ªz cuadrada es un n¨²mero natural, se?alando que al haber en cada uno de ellos un n¨²mero que es su ra¨ªz cuadrada, y por cada n¨²mero hay un cuadrado, es imposible que haya m¨¢s de un tipo que de otro.
Poseemos la rara habilidad de concebir cosas que no podemos concebir
De esta manera, de abstracci¨®n en abstracci¨®n, David Foster Wallace nos conduce por el lenguaje de los n¨²meros hasta alcanzar el Santo Grial de las matem¨¢ticas que es el infinito. El viaje lo consigue identificando las matem¨¢ticas con la metaf¨ªsica, demostrando que poseemos la rara habilidad de concebir cosas que no podemos concebir. Se refiere a cosas tales como, por ejemplo, que estamos hechos de agua, y que el agua es fundamentalmente hidr¨®geno, y que el hidr¨®geno es inflamable. Con todo, nosotros no somos inflamables.
Durante tan asombroso viaje hay distintas paradas con nombres cient¨ªficos como Teor¨ªa axiom¨¢tica de conjuntos, Teorema del binomio, Teorema de Pit¨¢goras y as¨ª. Mientras va abriendo camino, nos muestra algo tan revelador como que, desde que vamos al colegio, con las primeras clases, se nos ense?a que los n¨²meros son cosas. De esta manera tan did¨¢ctica y cr¨ªtica a la par, Foster Wallace nos lleva a formularnos las siguientes cuestiones: ?D¨®nde est¨¢n los n¨²meros si fueran cosas reales? ?A qu¨¦ se parecen? ?Qu¨¦ es un 3?
Los poetas no enloquecen, pero los jugadores de ajedrez s¨ª. Los matem¨¢ticos se vuelven locos, y los cajeros, pero los artistas creativos no suelen hacerlo. No estoy atacando la l¨®gica: solo digo que este peligro yace en la l¨®gica, no en la imaginaci¨®nGilbert K Chesterton
Seg¨²n Foster Wallace, los n¨²meros son como las especulaciones de los ni?os peque?os o como las ideas de los adolescentes emporrados, por decirlo con sus propias palabras. Al principio de Todo y m¨¢s, cuando hace alusi¨®n a la locura de Cantor, quien termin¨® sus d¨ªas en un sanatorio psiqui¨¢trico, Foster Wallace cita a Gilbert K Chesterton: ¡°Los poetas no enloquecen, pero los jugadores de ajedrez s¨ª. Los matem¨¢ticos se vuelven locos, y los cajeros, pero los artistas creativos no suelen hacerlo. No estoy atacando la l¨®gica: solo digo que este peligro yace en la l¨®gica, no en la imaginaci¨®n¡±.
Tal vez la lucha que mantuvo Foster Wallace en vida para juntar creatividad y l¨®gica fue lo que le llev¨® al suicidio, ya que, cuanto m¨¢s se acercaba a alcanzar su tortuga, m¨¢s lejano estaba de ella. A la larga, esto le condujo a la locura, igual que a otros matem¨¢ticos antes que a ¨¦l. Pero tal vez esto sea una hip¨®tesis y ya sabemos lo que pasa con las hip¨®tesis. Ni son verdaderas ni son falsas, por algo son hip¨®tesis.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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