El ¡®James Webb¡¯ ya es un telescopio tras desplegar sus alas
Una vez extendidos los espejos solo queda la calibraci¨®n de los instrumentos del m¨¢s complejo observatorio espacial
El James Webb ya es un telescopio, no un paquete de metal, l¨¢minas de pl¨¢stico, p¨¦rtigas, motores, espejos y electr¨®nica. En las ¨²ltimas horas extendi¨® por fin sus ¡°alas¡± de espejos que hasta entonces hab¨ªan ido plegadas a ambos lados del reflector principal que adquir¨ªa as¨ª sus seis metros y medio de di¨¢metro. Era el ¨²ltimo paso cr¨ªtico antes de llegar a su destino, en Lagrange 2.
Previamente el Webb hab¨ªa cumplido con una serie de pasos previos: la extensi¨®n de su panel solar y antena principal. Luego, el temido despliegue y tensionado del parasol que deber¨¢ protegerlo de la luz directa del Sol. Y el jueves, la extensi¨®n del ¡°tr¨ªpode¡± que sujeta en posici¨®n el espejo secundario, siete metros por delante del reflector principal.
La mayor parte de estos movimientos se han realizado a c¨¢mara lenta, comprobando minuciosamente cada paso. Solo la extensi¨®n del tr¨ªpode del espejo secundario llev¨® m¨¢s de media hora. En ese tiempo, el eje del motor que accionaba una de sus patas p¨¦rtiga (las otras dos simplemente segu¨ªan el movimiento) apenas dio tres cuartos de vuelta comprobando su posici¨®n d¨¦cima de grado a d¨¦cima de grado.
Todas estas operaciones se siguen desde el centro de control vigilando la telemetr¨ªa que llega desde la nave. El telescopio no lleva c¨¢maras de v¨ªdeo para comprobar si su propio despliegue ha tenido ¨¦xito. Pero lo que le falta de vista lo suple con el tacto: centenares de sensores repartidos por todos los mecanismos de a bordo informan del giro de cada motor, el ¨¢ngulo de cada varilla o el engarce de cada pestillo.
En un momento dado se consider¨® instalar a bordo c¨¢maras de v¨ªdeo, pero la idea fue desechada: el despliegue es tan complicado y tiene tantos puntos cr¨ªticos que se hubiesen necesitado docenas de c¨¢maras. Su peso y el de las l¨¢mparas de iluminaci¨®n (el espejo e instrumentos asociados est¨¢n siempre en la sombra) habr¨ªa restado carga ¨²til. Adem¨¢s, las c¨¢maras hubiesen tenido que conectarse al cuerpo central mediante cables el¨¦ctricos y estos desprenden calor. Un calor que es m¨ªnimo, pero los ingenieros no quisieron comprometer la eficacia del parasol introduciendo en ¨¦l ¡°puntos calientes¡±.
La NASA ha transmitido en directo todas las fases del despliegue, ilustradas con excelentes im¨¢genes. Pero no son vistas reales sino un modelo animado, generado por ordenador. Eso s¨ª, sus movimientos durante cada etapa de la apertura respond¨ªan exactamente a las se?ales de telemetr¨ªa. Cada vez que algo a bordo se desplegaba o que un pestillo se encajaba, el correspondiente sensor enviaba una se?al que, a su vez, se reflejaba en el modelo.
Cada ¡°ala¡± del reflector sostiene tres de los 18 espejos que componen el reflector principal. Ahora, una vez abiertas, enclavadas en posici¨®n y enfriado suficientemente el telescopio empezar¨¢ el lento proceso de calibraci¨®n.
A pesar de las estrictas tolerancias de fabricaci¨®n, nadie espera que el telescopio est¨¦ ahora perfectamente ajustado. Las vibraciones del despegue, la apertura de sus muchos mecanismos, las dilataciones y contracciones de la estructura y, sobre todo el ajuste de los segmentos del reflector tendr¨¢n que compensarse. De hecho, si el Webb se enfocase ahora a una estrella, probablemente cada espejo individual generar¨ªa su propia imagen fuera de alineamiento. Se trata de ajustarlos para que las 18 coincidan en una sola, justo donde est¨¢n los instrumentos de medici¨®n.
Cada uno de los 18 espejos est¨¢ sujeto a la estructura por cuatro puntos ajustables: tres lo sostienen; el cuarto, en su centro, permite cambiar liger¨ªsimamente su curvatura para que entre todos formen una superficie c¨®ncava ¨®pticamente perfecta. Eso implica ajustes de enorme precisi¨®n. Har¨ªan falta 10.000 pasos individuales de cada uno de sus actores para desplazarlo solo el equivalente al grosor de un cabello. De hecho, en modo de ajuste fino, los espejos se mueven m¨¢s despacio de lo que crece la hierba.
Por supuesto, calibrar perfectamente el espejo es un proceso mucho m¨¢s complicado de lo que sugiere esta simple explicaci¨®n. Los ingenieros que cuidan el telescopio tienen a su disposici¨®n varias docenas de algoritmos que les permitan ir ajustando uno a uno los 18 espejos. Tardar¨¢n semanas. Y lo mismo puede decirse de los cuatro instrumentos de a bordo, que tambi¨¦n deben calibrarse. No se espera recibir la primera imagen del Webb por lo menos hasta mayo.
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