Gran parte de los planetas con posibilidad de albergar vida son mundos acuosos
Estos planetas tienen un 50% de contenido de agua, frente al 0,02% de la Tierra
Una de las grandes aspiraciones cient¨ªficas para las pr¨®ximas d¨¦cadas es el hallazgo de vida extraterrestre. Dentro de muy poco, la resoluci¨®n del reci¨¦n lanzado telescopio espacial James Webb permitir¨¢ conocer la composici¨®n de las atm¨®sferas de planetas a a?os luz de la Tierra para comenzar despu¨¦s a buscar se?ales de actividad biol¨®gica. La tentaci¨®n inicial, dado que nuestro planeta es el ¨²nico con seres vivos en el universo conocido, es rastrear esas se?ales en sistemas como el solar, con estrellas de un brillo parecido, y en planetas como la Tierra, rocosos y con cierta cantidad de agua, pero no demasiada. Sin embargo, lo que sabemos sobre los m¨¢s de 4.000 planetas extrasolares identificados es que, probablemente, el hogar del primer ser extraterrestre tendr¨¢ unas condiciones muy distintas del nuestro.
En primer lugar, se sabe que tres de cada cuatro estrellas de la V¨ªa L¨¢ctea son enanas rojas, mucho menos brillantes que el Sol y tambi¨¦n m¨¢s inestables, pero de una abundancia que multiplica las posibilidades de que la vida, aunque con rasgos diferentes a la que nos es familiar, se encuentre a su alrededor. Adem¨¢s, las caracter¨ªsticas de esos sistemas planetarios, con varios planetas apretujados en ¨®rbitas m¨¢s pr¨®ximas a la estrella que la de Mercurio, y un sol que no ciega los telescopios que estudian a sus acompa?antes, facilita la observaci¨®n.
En un trabajo que clasifica con mayor precisi¨®n el campo de b¨²squeda de esos planetas habitables, dos investigadores espa?oles, Rafael Luque, del Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa, y Enric Pall¨¦, del Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias, acaban de concluir, a partir del an¨¢lisis de 43 exoplanetas, que hay un abundante tercer grupo de mundos junto a los rocosos, como la Tierra, o los gigantes gaseosos, como J¨²piter. Los planetas acuosos, con hasta un 50% de su masa compuesta por agua, son, probablemente, tan abundantes como los rocosos, y ofrecen posibilidades interesantes para albergar vida.
En su trabajo, que se publica hoy en la revista Science, los investigadores estudiaron con detalle la densidad de estos 43 mundos y descubrieron que muchos de ellos eran demasiado ligeros para estar formados solo por roca. ¡°Vimos que la densidad del planeta, y no el radio, como se pensaba antes, era lo que separaba a los planetas secos de los h¨²medos¡±, explica Luque. Esos datos sugieren que la mitad de algunos de esos planetas tiene que estar compuesto por agua o por algo m¨¢s ligero.
¡°Aunque la Tierra est¨¢ cubierta de oc¨¦anos, es un planeta muy seco, con solo el 0,02% de agua¡±, apunta el tambi¨¦n investigador de la Universidad de Chicago. ¡°Estos mundos acu¨¢ticos tienen, quiz¨¢, la mitad de agua, pero por lo que sabemos no puede estar en la superficie, distribuido como en la Tierra, alrededor de un n¨²cleo rocoso, porque, al encontrarse tan cerca de la estrella, el agua se evaporar¨ªa. All¨ª, el agua se hallar¨ªa en oc¨¦anos interiores, cubiertos por la corteza, o atrapada entre el magma¡±, contin¨²a Luque. Estos mundos tan pr¨®ximos a su estrella, como sucede con la Luna o Mercurio, est¨¢n bloqueados por fuerzas de marea que les obligan a mostrar siempre la misma cara al astro. Eso hace que un lado del planeta est¨¦ siempre congelado y el otro sea un verdadero infierno, aunque existen modelos te¨®ricos que abren la posibilidad a que, en el interior del planeta, la distribuci¨®n de temperaturas sea m¨¢s homog¨¦nea.
Guillem Anglada Escud¨¦, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC, que no ha participado en el trabajo, considera los resultados ¡°importantes¡± porque ayudan a clarificar las distintas poblaciones de planetas que orbitan estas estrellas. ¡°Adem¨¢s ¡ªa?ade¡ª, esto ayuda a poner la Tierra dentro del contexto de todos los sistemas planetarios posibles¡±. En nuestro sistema solar, la distribuci¨®n de los planetas es relativamente infrecuente, si se tienen en cuenta los exoplanetas conocidos, con un reparto espacial claro, con el exterior del sistema para los gigantes gaseosos y el interior para los rocosos. Aqu¨ª, tambi¨¦n hay mundos acuosos, con enormes oc¨¦anos subterr¨¢neos bajo una corteza helada, como Gan¨ªmedes y Europa, las lunas de J¨²piter, o Tit¨¢n y Enc¨¦lado, los sat¨¦lites de Saturno. En los mundos estudiados, es probable que los planetas oce¨¢nicos se formasen acumulando hielo lejos de su estrella para despu¨¦s migrar hacia el interior del sistema planetario, a ¨®rbitas muy pr¨®ximas a su estrella. En el caso del sistema solar, la r¨¢pida formaci¨®n de gigantes como J¨²piter o Saturno creo una barrera gravitatoria que impidi¨® un posible acercamiento de Urano o Neptuno a las inmediaciones del Sol.
Con una estrella como la nuestra, en una ¨®rbita menor que la de Mercurio, la temperatura ser¨ªa abrasadora, pero junto a enanas rojas, como nuestra vecina Proxima Centauri o el sistema Trappist-1 ¡°habr¨ªa una temperatura templada¡±, recuerda Anglada Escud¨¦. ¡°All¨ª, en un par de a?os, vamos a poder empezar a detectar mol¨¦culas b¨¢sicas, como el agua o el carbono, y despu¨¦s, podremos ver, por ejemplo, si en un planeta hay un exceso de CO? respecto a lo que se ve en los dem¨¢s. Con esa comparativa podremos plantearnos si esa diferencia tiene su origen en alg¨²n tipo de actividad biol¨®gica¡±, concluye.
En 1961, mucho antes de la primera detecci¨®n de un planeta fuera del sistema solar, el escritor polaco Stanislaw Lem public¨® la historia de Solaris, un mundo cubierto casi en su totalidad por un oc¨¦ano que era al mismo tiempo una forma de vida inteligente con la que los humanos, pese a un siglo de esfuerzo, no pod¨ªan comunicarse. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, un compatriota de Lem, Aleksander Wolszczan, detect¨® los dos primeros planetas extrasolares, dos mundos fantasmag¨®ricos, con tres veces la masa de la Tierra, dando vueltas en torno a un p¨²lsar, una estrella de neutrones que despu¨¦s de agotar su combustible hab¨ªa colapsado bajo su propio influjo gravitatorio. Adem¨¢s de excitar la imaginaci¨®n, el trabajo minucioso sobre el mundo real que existe ah¨ª fuera, como el que hoy publican Luque y Pall¨¦, puede ofrecer en los pr¨®ximos a?os sorpresas que rivalicen con las especulaciones literarias.
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