Los pasajeros olvidados del ¡®Artemis I¡¯
En cuanto se apag¨® la ¨²ltima fase del cohete, se desprendieron diez peque?os sat¨¦lites que iban en una ruta similar hacia la Luna. Alguno fall¨®, pero la mayor¨ªa de ellos siguen activos, con misiones variopintas
Pese a no ir tripulada, la c¨¢psula Ori¨®n est¨¢ monopolizando la atenci¨®n de quienes siguen la exploraci¨®n espacial. Sobre todo, por las espectaculares vistas de la Luna que ha enviado (la c¨¢mara est¨¢ situada en un panel de c¨¦lulas solares que, al moverse, permite enfocar a uno u otro lado). En cuanto se apag¨® la ¨²ltima fase del cohete, ya con la c¨¢psula en ruta a la Luna, se desprendieron diez peque?os sat¨¦lites que iban de pasajeros en el viaje. Como una perdigonada, todos ellos entraron en una ruta similar hacia nuestro sat¨¦lite. Alguno fall¨®, pero la mayor¨ªa de ellos siguen activos, con misiones variopintas.
Casi todos esos sat¨¦lites est¨¢n basados en un dise?o com¨²n: el Cubesat. Son veh¨ªculos compuestos por m¨®dulos c¨²bicos de solo diez cent¨ªmetros de arista. Seg¨²n las necesidades, puede utilizarse solo uno o varios ensamblados. En el caso de Artemis, el m¨¢s com¨²n es el de seis unidades: unas se destinan a sistemas de propulsi¨®n y otras a alojar los experimentos propiamente dichos. En todo caso, es una opci¨®n econ¨®mica y fiable, ya que se trata de un dise?o muy probado.
Alguno ha sido promocionado por agencias especiales como la japonesa JAXA o la propia NASA; otros responden a intereses de ciudadanos privados, como el bautizado Team Miles, un artefacto del tama?o de una caja de zapatos equipado con un juego de cuatro motores i¨®nicos de nuevo dise?o. Emiten iones de yodo y proporcionan apenas medio gramo de impulso, suficiente para ¨Csin prisa- alterar su posici¨®n o trayectoria.
Otros sat¨¦lites se destinar¨¢n a estudios sobre la Luna. LunIR y Lunar Ice Cube deben operar desde la ¨®rbita lunar, buscando la firma caracter¨ªstica de ciertas emisiones de bases, en particular agua y otros elementos vol¨¢tiles. Eso s¨ª, su viaje ser¨¢ largo. Ice Cube, por ejemplo, sigue una trayectoria que tardar¨¢ tres meses en alcanzar la Luna. Ha de ser as¨ª porque se trata de llegar all¨ª con muy poca velocidad de forma que el peque?o motor de a bordo (tambi¨¦n de propulsi¨®n el¨¦ctrica) pueda frenarlo y forzar su entrada en ¨®rbita.
La presencia de agua en la superficie lunar es el santo grial de muchas exploraciones. El sat¨¦lite LunaH-Map intentar¨¢ detectar hielo oculto hasta una profundidad de un metro. Su ¨®rbita le llevar¨¢ a pasar sucesivamente sobre los polos de la Luna, concretamente por la vertical del cr¨¢ter Shackelton, uno de los m¨¢s prometedores, situado justo en el polo Sur.
Para localizarlo se utiliza un detector de neutrones, b¨¢sicamente, un cristal de litio, cesio e itrio que destella brevemente al recibir un impacto. Este m¨¦todo ya se ha empleado en otras sondas, en concreto para la b¨²squeda agua en Marte, pero en Luna-H Map, aprovechando que volar¨¢ muy bajo, permitir¨¢ componer mapas de distribuci¨®n de hielo con mucha m¨¢s resoluci¨®n.
La agencia japonesa ha aportado dos sat¨¦lites a esta misi¨®n. EQUULEUS analizar¨¢ el plasma presente en las proximidades de nuestro sat¨¦lite, un factor importante para prever la protecci¨®n de futuros astronautas. Y tambi¨¦n los destellos producidos cuando un meteorito impacta sobre la Luna.
Como los dem¨¢s, EQUULEUS tambi¨¦n lleva su propio sistema de propulsi¨®n: un motor de agua. Carga litro y medio que, calentado a 100 grados, se convierte en vapor que se expulsa por las toberas. No ofrece mucho impulso. M¨¢s o menos, como un motor i¨®nico.
El otro sat¨¦lite japon¨¦s, OMOTENASHI es el ¨²nico de los diez que deb¨ªa posarse en la Luna. Eso s¨ª, empleando un m¨¦todo algo violento. La c¨¢psula, de 700 gramos, frenar¨ªa su descenso disparando un peque?o motor a solo 100 metros de altura. A partir de ah¨ª, seguir¨ªa en ca¨ªda libre, amortiguando el impacto mediante un airbag. A bordo, solo dos instrumentos: Un detector de radiaci¨®n y ¨Cnaturalmente- un aceler¨®metro para medir la crudeza del golpe.
No es la primera vez que se utiliza este m¨¦todo. Ya en los a?os sesenta, la NASA envi¨® a la Luna tres sondas de la seria Ranger, que deb¨ªan depositar un sism¨®metro en la Luna. El instrumento iba envuelto en una esfera de madera de balsa, un material libero que deb¨ªa deformarse en el impacto, absorbiendo as¨ª buena parte de la energ¨ªa del choque. Ninguna de las tres consigui¨® su objetivo.
Siguiendo esa triste tradici¨®n, OMOTENASHI tampoco ha tenido ¨¦xito. Tras una serie de problemas con las comunicaciones, el d¨ªa 21, la agencia japonesa anunci¨® por Twitter que daba por perdido a su peque?o explorador.
For ham enthusiasts, and all over the world:
— OMOTENASHI Project (@OMOTENASHI_JAXA) November 21, 2022
Though we tried to recover OMOTENASHI and start the landing sequences today, the communication didn't come back, and we gave up our UHF operation on the landing phase. Thank you for the excellent cooperation from everyone. https://t.co/gMdOPLlUWs
Otro, en cambio, puede haber tenido m¨¢s suerte. O no. Es el NEA Scout, un peque?o sat¨¦lite equipado con una vela solar desplegable de nueve metros de lado. Como los yates de competici¨®n, se dise?¨® para navegar por el espacio impulsado solo por la tenue presi¨®n del viento solar. Su objetivo, un diminuto asteroide descubierto hace un par de a?os que ni siquiera tiene nombre, tan solo una clave: 2020GE.
2020GE es uno de los objetos cuya ¨®rbita puede aproximarlos a la Tierra. En concreto, en septiembre del a?o pr¨®ximo llegar¨¢ a s¨®lo seis millones de kil¨®metros. Por esa fecha estaba previsto que el velero solar se le aproximase en un sobrevuelo a c¨¢mara lenta (apenas a 100 Km/h), lo que permitir¨ªa a sus c¨¢maras apreciar en su superficie detalles de 10 cent¨ªmetros. Por desgracia, no est¨¢ claro que la operaci¨®n vaya a tener ¨¦xito. De momento, las estaciones de rastreo no han podido establecer contacto con el sat¨¦lite.
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