Las hormigas que derrotaron a los leones
Una especie invasora de estos insectos provoc¨® una reacci¨®n en cadena en la sabana que dej¨® a los felinos sin poder cazar cebras
Esta es una pel¨ªcula coral donde hay hormigas que protegen a unos ¨¢rboles de los enormes elefantes y a cambio reciben refugio. A la sombra de los espinos silbantes (una especie de acacia), los leones acechaban a las cebras, su presa preferida, lo que hac¨ªa que no necesitaran atacar a los imponentes b¨²falos, que viv¨ªan de forma apacible en esta parte de la sabana africana. Pero hace unos a?os lleg¨® al parque de Ol Pejeta, en Kenia, otra especie de hormigas llamadas leonas ¨Dcuriosamente¨D que han puesto el ecosistema patas arriba. Tras exterminar a las aut¨®ctonas, las acacias se quedaron sin sus protectoras, los paquidermos las destrozaron y los felinos perdieron el parapeto desde donde emboscar a unas cebras que ya no pueden cazar. Al final, en esta historia, los que pierden no son tanto los reyes de la selva como los b¨²falos, que han pasado a representar casi la mitad del men¨² de los leones.
El espino silbante (Acacia drepanolobium) es una planta mirmec¨®fita, es decir, vive en asociaci¨®n con una colonia de hormigas, en este caso con las Crematogaster mimosae. La relaci¨®n simbi¨®tica entre la acacia y los insectos es de las que los ec¨®logos llaman mutualismo fundacional, porque est¨¢n en la base de todo el ecosistema. Los ¨¢rboles han evolucionado desarrollando ¨®rganos espec¨ªficos donde los insectos levantan sus hormigueros. Tambi¨¦n exudan n¨¦ctar fuera de las flores para sus hu¨¦spedes. A cambio, las hormigas las defienden ferozmente de los elefantes, que suponen el 70% de los megaherv¨ªboros del parque. ?Sus armas? Las mand¨ªbulas y el ¨¢cido f¨®rmico que lanzan a la trompa de los elefantes, muy sensible, pero tambi¨¦n en toda la boca y los ojos. A pesar de lo desigual de la batalla, la defensa funciona, como muestran las im¨¢genes de antes y despu¨¦s de la invasi¨®n.
Estas acacias, base del ecosistema, son claves tambi¨¦n en su c¨²spide. La sabana es un paisaje del miedo en el que el juego entre la vida y la muerte, entre los depredadores y depredados, depende de la visibilidad. En el parque de Ol Pejeta (famoso por albergar a los dos ¨²ltimos rinocerontes blancos del norte y ser escenario de su intento de recuperaci¨®n), los leones aprovechan el espino silbante para acechar a las cebras, que buscan espacios cuanto m¨¢s abiertos mejor. Los ¨¦quidos supon¨ªan dos tercios de la dieta de los felinos hasta que llegaron las malas de la pel¨ªcula.
¡°Empezamos a detectarlas alrededor de 2014, pero ya llevaban all¨ª un tiempo, quiz¨¢s m¨¢s de una d¨¦cada. Son muy peque?as, por lo que pueden pasar desapercibidas si no las est¨¢s buscando¡±, dice Todd Palmer, ec¨®logo de la Universidad de Florida (Estados Unidos) y autor s¨¦nior de esta investigaci¨®n. Palmer lleva trabajando en Ol Pejeta desde inicios de siglo y hab¨ªa publicado varios trabajos sobre la relaci¨®n de beneficio mutuo entre acacias y sus hormigas. Por eso, su preocupaci¨®n fue creciendo al ver c¨®mo las hormigas leonas (Pheidole megacephala) iban adue?¨¢ndose de una acacia tras otra. Estas hormigas est¨¢n entre las 100 especies invasoras m¨¢s da?inas del planeta. Y tienen esa fama bien ganada. Cuando llegan a un espino silbante, matan a las rivales y se comen sus huevos, pupas y larvas, acabando con el hormiguero, aunque son mucho m¨¢s peque?as que las C. mimosae. ¡°Cuando aparecieron, ninguno de nosotros se dio cuenta porque no son agresivas con los animales grandes, incluidas las personas. Ahora vemos que est¨¢n transformando paisajes de maneras muy sutiles, pero con efectos devastadores¡±, a?ade Palmer.
Una vez exterminadas las defensoras, las hormigas leonas agujerean el suelo bajo la acacia donde crean su hormiguero y se desentienden del destino del ¨¢rbol, que queda indefenso ante el ramoneo de los elefantes. Eso enormes herb¨ªvoros no son conservadores y, sin ¨¢cido f¨®rmico y picaduras que lo impidan, no se limitan a dejar al ¨¢rbol sin hojas, lo destrozan. La consecuencia ha sido que, en la ¨²ltima d¨¦cada, el paisaje se ha despejado. Los ec¨®logos ten¨ªan claro que esto iba a tener consecuencias al m¨¢s alto nivel. Para investigarlo, vallaron varias parcelas con alambradas electrificadas tanto en zonas con espinos silbantes invadidos como libres de invasoras y siguieron los movimientos de seis leonas con collares GPS que pertenec¨ªan a otras tantas manadas cuya poblaci¨®n supera los 80 felinos. Durante tres a?os analizaron sus movimientos y el n¨²mero de presas que cazaron.
Los resultados, publicados ahora en la revista cient¨ªfica Science, muestran la reacci¨®n en cadena que puede provocar un diminuto animal de apenas 2 mil¨ªmetros (las obreras, las soldados llegan hasta los 12), capaz de obligar al rey de la selva a cambiar las presas de las que se alimenta. En las parcelas sin vallado, pero con hormigas invasoras, muchas de las acacias han desaparecido y la visibilidad casi se ha triplicado. A diferencia de otros ecosistemas, los leones de Ol Pejeta no lanzan persecuciones tras sus presas. La acechan y emboscan aprovechando la distorsi¨®n del escenario provocada por los troncos y follaje de los ¨¢rboles. Pero sin ellos, la ocurrencia de cebras apresadas en las zonas invadidas por las hormigas fue casi tres veces menor que en las que a¨²n quedaban espinos silbantes libres de la plaga. Desde 2003, la proporci¨®n de cebras en la dieta de los felinos en el parque ha bajado del 67% al 42%. Sin embargo, la poblaci¨®n de leones no ha descendido. La explicaci¨®n parece estar en los b¨²falos. Hace 20 a?os, antes de que llegaran las hormigas leonas, los felinos no cazaron ni un solo b¨²falo. Ahora, representan el 42% de su men¨².
¡°La naturaleza es inteligente y criaturas como los leones tienden a encontrar soluciones a los problemas que enfrentan¡±, cuenta Palmer, ¡°pero a¨²n no sabemos qu¨¦ pasar¨¢ tras este profundo cambio en su estrategia de caza; queremos saber como acaba esta historia¡±. Las hormigas leonas avanzan por Ol Pejeta a un ritmo de 50 metros al a?o. En el otro extremo del ecosistema, el mayor depredador de la sabana se ha visto obligado a cambiar de presas. En un correo, Palmer recuerda que ¡°los b¨²falos son muy grandes, con machos que son dos veces m¨¢s grandes que la cebra m¨¢s grande, y tanto los machos como las hembras tienen cuernos que pueden usar para defenderse, por lo que siempre ser¨¢n una presa formidable; si los leones podr¨¢n seguir cazando m¨¢s b¨²falos sin sufrir las consecuencias es una pregunta sin respuesta, por ahora¡±.
El fin de esta pel¨ªcula a¨²n est¨¢ por decidir. La invasi¨®n de las hormigas leonas, introducidas de forma inadvertida por los humanos desde las islas del ?ndico, es un fen¨®meno creciente en todo el este de ?frica, una amplia regi¨®n de cientos de miles de kil¨®metros cuadrados en la que entre el 70% y el 90% de la cobertura vegetal son especies de acacias como el espino silbante. No se sabe qu¨¦ consecuencias podr¨ªa tener si lo que est¨¢ sucediendo en Ol Pejeta tambi¨¦n est¨¢ pasando en otros parques y reservas. En un comentario al estudio, tambi¨¦n publicado en Science, la zo¨®loga de la Universidad de la Columbia Brit¨¢nica (Canad¨¢), Kaitlyn M. Gaynor, escribe: ¡°En ¨²ltima instancia, la conservaci¨®n de ecosistemas saludables requiere no solo prevenir la extinci¨®n de especies, sino tambi¨¦n identificar y preservar las interacciones m¨¢s importantes entre especies¡±, como la del espino silbante y sus hormigas protectoras.
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