Las abejas y los chimpanc¨¦s pueden aprender socialmente, como los humanos
Dos experimentos muestran que tanto los insectos como los simios pueden adquirir comportamientos de sus cong¨¦neres, lo que les permitir¨ªa la acumulaci¨®n cultural
Los primates tienen cultura, es algo aceptado desde hace a?os. Un ejemplo son los grupos de orangutanes que habitan en las dos orillas del r¨ªo Kapuas, en la isla de Borneo (Indonesia). Con 150 metros de ancho, es infranqueable para estos animales, que han desarrollado una dieta muy diferente en las dos orillas. Aunque dentro de cada sociedad se come pr¨¢cticamente lo mismo, cuando se comparan riberas, los alimentos var¨ªan en un 60%. Estos h¨¢bitos culturales se pueden transmitir de generaci¨®n en generaci¨®n con una fidelidad pasmosa. En Panin, en Costa de Marfil, se han encontrado pruebas arqueol¨®gicas de que los chimpanc¨¦s de esa regi¨®n usaban como cascanueces hace 4.000 a?os el mismo tipo de piedras que emplean ahora sus descendientes para la misma tarea. En Brasil, se han hallado restos similares de que una poblaci¨®n de monos capuchinos llevan m¨¢s de siete siglos abriendo anacardos con las mismas herramientas.
Como parte de un camino cient¨ªfico que est¨¢ llevando a reconocer capacidades cada vez m¨¢s sofisticadas en los animales, hoy se publica en la revista Nature Human Behaviour un art¨ªculo en el que se pone a prueba su capacidad para la acumulaci¨®n cultural, caracter¨ªstica de los humanos, una vez que se asume que los chimpanc¨¦s (y muchos otros primates) tienen cultura. ¡°Un clip met¨¢lico para sujetar unos papeles, algo tan simple, solo es posible porque nosotros somos capaces de tener acumulaci¨®n cultural. Es probable que no haya nadie en el planeta hoy con todo el conocimiento necesario para producir un clip, desde la extracci¨®n de los minerales hasta todo lo dem¨¢s. Ese conocimiento est¨¢ distribuido entre mucha gente y se ha acumulado a lo largo de muchas generaciones¡±, explica Josep Call, primat¨®logo de la Universidad de Saint Andrews, en Reino Unido, y coautor del estudio.
Hasta ahora, se plantea que, aunque los chimpanc¨¦s aprendan de su entorno qu¨¦ comer o c¨®mo partir una almendra, con un poco de tiempo, podr¨ªan haber desarrollado esas capacidades sin ayuda. Sin embargo, no podr¨ªan aprender nuevas t¨¦cnicas m¨¢s all¨¢ de sus habilidades, algo necesario para acumular conocimientos complejos que, a largo plazo, permitan crear objetos tan alejados de las capacidades de un solo individuo como un clip met¨¢lico.
Para averiguar si los chimpanc¨¦s pueden aprender procesos complejos alejados de su capacidad individual, los investigadores pusieron a prueba a 66 individuos. Para conseguir unos cacahuetes, los animales ten¨ªan que interactuar con una especie de m¨¢quina expendedora que requer¨ªa varios pasos para ofrecer la recompensa. Necesitaban tomar una pelota de madera, tirar de un caj¨®n y mantenerlo abierto, introducir la pelota y despu¨¦s cerrar el caj¨®n para que cayesen los cacahuetes. Los chimpanc¨¦s intentaron resolver el enigma durante tres meses, sin ¨¦xito. Sin embargo, despu¨¦s de que los humanos ense?asen a dos chimpanc¨¦s a superar el problema y estos mostraran sus habilidades delante de sus compa?eros, hubo 14 m¨¢s que pudieron conseguir los cacahuetes. Lo hab¨ªan aprendido de sus compa?eros.
Aunque no sea la prueba definitiva, el resultado muestra que pueden aprender comportamientos concretos que est¨¢n fuera de su alcance y eso les dotar¨ªa de una capacidad para seguir acumulando innovaciones y transmitirlas entre generaciones, aunque de momento no se ha identificado esta acumulaci¨®n cultural en la naturaleza.
Los chimpanc¨¦s son los animales vivos m¨¢s pr¨®ximos a nosotros y sus comportamientos se pueden interpretar como un f¨®sil viviente con el que reconstruir la historia de la mente humana, pero el aprendizaje social no parece un fruto de etapas tard¨ªas de la evoluci¨®n. En un trabajo que se publica hoy en la revista Nature, un grupo de investigadores muestra que los abejorros tambi¨¦n pueden adquirir habilidades, que no desarrollan por s¨ª mismos, aunque se les deje intentarlo un tiempo mirando c¨®mo lo hacen otros. En un experimento similar al de los chimpanc¨¦s, un grupo de abejorros se enfrent¨® a una prueba que, una vez superada, les conducir¨ªa a una recompensa dulce. Aunque no fueron capaces de resolver el rompecabezas por su cuenta, cuando se entren¨® a algunos abejorros para superar el examen y mostraron sus habilidades a sus cong¨¦neres, otros insectos empezaron a realizar todas las tareas necesarias en la secuencia correcta para obtener su premio.
En la naturaleza no se han identificado comportamientos de las abejas que se consideren culturales y esto hace que los investigadores se pregunten por qu¨¦ ha aparecido una capacidad con tanto potencial si no se usa. Alice Bridges, investigadora de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y primera firmante del art¨ªculo, cree que la ausencia de evidencias de que los abejorros tienen una cultura acumulativa no significa que no exista. ¡°Es posible que una parte importante de su comportamiento, que generalmente consideramos innato, podr¨ªa tener alg¨²n componente cultural que no hemos identificado porque no lo hemos buscado y hemos asumido como innato y simple porque asumimos que los insectos son simples¡±, apunta. Otra posibilidad ser¨ªa que, aunque los abejorros tengan capacidad para resolver problemas, aprender socialmente o muestren un comportamiento flexible, porque les es ¨²til para su vida diaria, no empleen esas habilidades para construir una cultura porque no tienen necesidad. ¡°Por poner un ejemplo, no esperar¨ªas que las abejas, tengan cultura acumulativa o no, empiecen a construir coches o bicicletas como los humanos, porque ya pueden volar¡±, afirma Bridges.
Pese a que los experimentos sugieren que la capacidad de aprender tareas dif¨ªciles, que est¨¢ en la base de una cultura incremental, parezca algo compartido por todo tipo de animales, es evidente que los humanos la han desarrollado de manera excepcional. Quiz¨¢, en alg¨²n momento de la historia evolutiva humana, nuestros ancestros se enfrentaron a circunstancias en las que la acumulaci¨®n cultural favoreci¨® su supervivencia. Ahora, adem¨¢s de acumular peque?as innovaciones, los sapiens realizan cambios revolucionarios, como el paso del coche de combusti¨®n interna al el¨¦ctrico. ¡°Es la misma soluci¨®n para el transporte, pero el sistema es completamente diferente¡±, ejemplifica Call. ¡°Ese tipo de cambio radical, revolucionario, todav¨ªa no lo hemos encontrado en los chimpanc¨¦s¡±, a?ade.
En la incorporaci¨®n de las innovaciones, tambi¨¦n es interesante el papel de los individuos excepcionales, que son capaces de hacer por primera vez cosas que despu¨¦s se incorporar¨¢n a la cultura com¨²n. Por un lado, ese tipo de mentes, responsables de una gran cantidad de novedades y que se han visto en varias especies de primates, son escasas. Y es posible que sus nuevos modos no siempre se acepten con entusiasmo. ¡°La cultura es una cosa curiosa, porque surge de la tensi¨®n entre dos fuerzas, entre que las cosas se contin¨²en haciendo como se han hecho siempre, porque si no, no se transmiten, y no hay cultura, y la fuerza que permite introducir cambios que se adoptan y hacen cambiar la cultura, es un choque entre los individuos que propugnan unos cambios y el no cambio [que favorece la inercia] del grupo¡±, apunta Call. A falta de profundizar en esta nueva capacidad animal, parece que deja de ser un rasgo exclusivo de los humanos, como antes sucedi¨® con el uso de herramientas, la comunicaci¨®n intencional o la capacidad para tener recuerdos concretos del pasado.
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