Loros que inventan palabras y orcas con sombrero: ?pueden ser creativos otros animales?
Macacos que lavan boniatos, aves que roban leche o delfines que juegan mojando gaviotas. La lista de animales que innovan no es corta
Con tan solo seis meses de edad, a Dolly le encantaba llamar la atenci¨®n de las personas que pasaban por el oceanario Port Elizabeth, en Sud¨¢frica. Sol¨ªa coger una variedad de objetos como plumas, piedras, algas o pieles de pescado y presionarlos contra el cristal de la c¨¢mara de observaci¨®n subacu¨¢tica. Cuando era ignorada, se marchaba y volv¨ªa en tres o cuatro ocasiones sucesivas con objetos diferentes. Un d¨ªa, un observador se encendi¨® un cigarrillo y solt¨® una gran nube de humo ante la atenta mirada de la peque?a delf¨ªn. Acto seguido, Dolly nad¨® hacia su madre, y cuando regres¨®, solt¨® una bocanada de leche, produciendo el mismo efecto que el humo del cigarrillo. A partir de entonces, incorpor¨® este nuevo truco a su repertorio de t¨¦cnicas para captar la atenci¨®n.
Con este comportamiento, Dolly hizo alarde de una impresionante capacidad imitativa, pero ?podr¨ªamos decir que fue tambi¨¦n creativa? La ciencia a¨²n no ha llegado a un consenso sobre qu¨¦ es exactamente la creatividad, en gran parte porque su estudio se puede abordar desde disciplinas variadas, como la psicolog¨ªa o el comportamiento animal, y cada una aporta matices diferentes. No obstante, la mayor¨ªa de las definiciones coinciden en que la creatividad es un proceso cognitivo que genera un comportamiento nuevo y ¨²til. As¨ª, podr¨ªamos decir que elaborar una pieza de arte ¨²nica que transmita efectivamente un sentimiento es un proceso creativo, pero tambi¨¦n lo es usar por primera vez una herramienta para solucionar un problema o inventar un juego que divierta.
La lista de especies que innovan en sus comportamientos no es corta, e incluye sobre todo loros, c¨®rvidos, primates y cet¨¢ceos. ?lex era un loro al que ense?aron las palabras cherry para pedir una cereza, banana para pedir un pl¨¢tano y apple para pedir una manzana. Enseguida empez¨® a utilizar bien cherry y banana, pero se neg¨® a aprender apple. En su lugar, se invent¨® la palabra banerry, lo que resulta l¨®gico dado que la manzana tiene la forma de una cereza pero el color de un pl¨¢tano. Igualmente, los cuervos de Nueva Caledonia son excelentes innovadores, especialmente a la hora de usar herramientas, pues las fabrican frecuentemente en la naturaleza y en el laboratorio, han demostrado que saben usarlas para resolver nuevos problemas.
Modas culturales
Uno de los casos m¨¢s famosos de innovaci¨®n en primates es el llevado a cabo por Imo, una hembra de macaco japon¨¦s. A mediados de los a?os 60, en la isla japonesa de Koshima, Imo empez¨® a lavar boniatos en el mar para quitarles la arena antes de com¨¦rselos. Este comportamiento, que nunca antes se hab¨ªa observado, se extendi¨® por la poblaci¨®n de macacos en la isla y pas¨® a formar parte de su cultura. Otros macacos japoneses fueron observados al oeste de Kioto utilizando piedras para jugar. En este caso, tambi¨¦n fue una hembra llamada Glance la que hab¨ªa comenzado la actividad, y en cinco a?os, esta costumbre ya era frecuente en el resto del grupo.
Es sorprendente la gran cantidad de comportamientos novedosos que se han documentado en cet¨¢ceos, siendo un grupo de animales mucho menos estudiado que los anteriores, debido a las dificultades pr¨¢cticas obvias. En 1987, una orca hembra del estrecho de Puget, en Norteam¨¦rica, se puso por primera vez un salm¨®n muerto en la cabeza a modo de sombrero. Enseguida, otros individuos de la zona empezaron a imitarla hasta que, seis semanas despu¨¦s, abandonaron el h¨¢bito. Aunque realmente se desconoce el motivo por el que las orcas llevaban salmones, todo apunta a que se trataba de un caso de moda cultural.
Los cet¨¢ceos destacan de forma especial por su innovaci¨®n en el juego, muchas veces a costa de otras especies. Unos delfines oscuros en Argentina, despu¨¦s de alimentarse de un banco de anchoas, agarraron cuidadosamente las patas de gaviotas desprevenidas y las sumergieron medio metro para seguidamente soltarlas. Con este juego tan peculiar y ¨²nico, nunca llegaron a causar da?o f¨ªsico a las aves, simplemente parec¨ªan divertirse al mojarlas. Otro ejemplo es el de los delfines que molestan cachalotes. Tanto en la costa como en los barcos en movimiento, se originan olas que los delfines utilizan para surfear, pero estos inteligentes cet¨¢ceos tambi¨¦n aprovechan las olas que generan los gigantes del mar. Cuando los cachalotes se mueven demasiado lento y las olas no son muy grandes, los delfines nadan cerca de sus ojos, consiguiendo as¨ª sacarles de quicio para que provoquen olas m¨¢s grandes en las que surfear.
Todos estos son ejemplos llamativos de comportamientos novedosos, pero no siempre tienen que ser necesariamente fruto de la creatividad, pudiendo haber surgido por casualidad. Consideremos el sonado caso de los herrerillos que aprendieron a abrir botellas. En la Inglaterra de los a?os 1920, estaba asentada la costumbre de repartir diariamente botellas de leche que, tapadas con un precinto de aluminio, se dejaban a las puertas de las casas. Un d¨ªa, un herrerillo aprendi¨® a abrir las botellas para beberse la leche y esta destreza se extendi¨® hasta llegar a pa¨ªses del continente como Holanda. Es posible que el primer p¨¢jaro que abri¨® una botella lo hiciera accidentalmente, tal vez al picotear un insecto que se arrastraba por la tapa de aluminio. Si no sabemos la manera en la que se ha generado un nuevo comportamiento, desconocemos el proceso cognitivo que hay detr¨¢s y, por tanto, no podemos hablar propiamente de creatividad. Por eso, quienes estudian el comportamiento de los animales en libertad suelen utilizar m¨¢s el t¨¦rmino ¡°innovaci¨®n¡±, ya que no hace referencia al proceso cognitivo.
Un nuevo truco
No obstante, los animales en cautividad se pueden someter a problemas nuevos en condiciones controladas. En el Centro Oce¨¢nico Makapuu, en Hawaii, la cient¨ªfica Karen Pryor realiz¨® un famoso experimento en la d¨¦cada de los 60 llamado ¡°la propuesta creativa¡±. El primer sujeto de estudio fue una delf¨ªn de hocico estrecho llamada Malia, que estaba acostumbrada a realizar distintos trucos ante el p¨²blico. En sus sesiones de entrenamiento, Karen le daba una recompensa a Malia cada vez que realizaba correctamente un comportamiento.
A partir de cierto momento, la investigadora comenz¨® a recompensar al delf¨ªn solo la primera vez que hac¨ªa uno de los trucos durante la sesi¨®n, pero no si lo repet¨ªa. Cuando Malia agotaba todo el repertorio, empezaba a mostrar signos de frustraci¨®n por no poder obtener m¨¢s recompensas. Sin embargo, en la ma?ana del cuarto d¨ªa, pareci¨® entender de manera espont¨¢nea de qu¨¦ iba la cosa. De pronto, dio vueltas para coger velocidad, se coloc¨® boca arriba y derrap¨® por la superficie como si estuviese navegando. Hab¨ªa inventado un nuevo truco. A partir de entonces, Malia continu¨® generando nuevos comportamientos sin cesar.
Otros investigadores se han inspirado en el m¨¦todo de Karen para provocar conductas creativas en los animales. Louis M. Heman, profesor de la Universidad de Hawaii, entren¨® a varios delfines para que, ante el gesto crear, respondieran haciendo un nuevo comportamiento. Incluso, posteriormente, consigui¨® pedir a dos delfines que generaran trucos por primera vez de manera coordinada. Estos ejemplos demuestran no solo que los delfines pueden ser creativos, sino tambi¨¦n que parecen entender el concepto de novedad.
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