En busca del tibur¨®n blanco en aguas gallegas
Una expedici¨®n intenta capturar y marcar tiburones blancos en el Atl¨¢ntico nororiental para determinar sus v¨ªnculos con la poblaci¨®n de este depredador en el Mediterr¨¢neo
Mar adentro, a unos 10 kil¨®metros del puerto de Fisterra (A Coru?a), rompe el alba entre una bruma ligera y un cielo de nubes grises. La marejada anima un leve vaiv¨¦n en la cubierta del M/V, un pesquero con casi 40 metros de eslora reconvertido en laboratorio de biolog¨ªa marina. Parte de la tripulaci¨®n prepara el operativo: cebos, caldo de pescado, aparejos y boyas dispuestos en torno al buque. Un ingenioso im¨¢n para atraer al tibur¨®n blanco. Eficaces trampas para apresarlo a la m¨ªnima oportunidad que se presente.
Mientras los pescadores ultiman el reclamo, investigadores espa?oles y estadounidenses se mentalizan para el gran momento. Si el animal aparece y se logra subirlo a bordo en una plataforma ad hoc, apenas contar¨¢n con un cuarto de hora. Tiempo escaso para marcarlo con un geolocalizador, extraer muestras y tomar medidas antes de devolverlo al agua. Ser¨ªa un aut¨¦ntico hito, la primera vez que se captura un ¡°blanco¡± ¡ªas¨ª se refieren todos en el M/V al escualo¡ª nadando por el Atl¨¢ntico nororiental. ¡°Muchos piensan que es imposible, pero nada lo es si tienes la tenacidad suficiente y te niegas a rendirte¡±, sentencia, tirando de ¨¦pica, Chris Fischer, fundador de Ocearch, la ONG que financia la expedici¨®n.
Fischer habla con gravedad de viejo marinero. En lugar de rudos ropajes, viste tejidos sint¨¦ticos. En vez de fumar en pipa, vapea. Pero el esp¨ªritu permanece. A principios de este siglo alcanz¨® la fama en EE UU protagonizando series de pesca mayor para ESPN y National Geographic. En 2007, un amigo investigador le alert¨® sobre la ca¨ªda dr¨¢stica en las poblaciones de tiburones blancos. ¡°Me dijo que, sin ellos, el equilibrio de los oc¨¦anos se ver¨ªa seriamente amenazado¡±, asegura. A Fischer le empez¨® a rondar la mente una autoexigencia: el imperativo de contribuir a preservar al rey de los mares. Cre¨® Ocearch, que ha impulsado exitosas campa?as en EE UU, Sud¨¢frica y Australia. A medio camino entre el fil¨¢ntropo que baja al barro y un personaje de Joseph Conrad, Fischer expone sin tapujos la cara oscura de su misi¨®n. ¡°Todo esto¡±, confiesa mientras traza en el aire vagas figuras con el dedo, ¡°me ha costado un divorcio y hasta mi ¨²ltimo d¨®lar¡±.
Para su proyecto actual ¡ªSave the Med (en espa?ol, salvar al Mediterr¨¢neo)¡ª Ocearch ha armado un equipo multidisciplinar con cient¨ªficos de Espa?a, Francia e Irlanda. Quieren analizar ciclos reproductivos, rutas migratorias, salud, dieta... De aqu¨ª a dos a?os, se publicar¨¢n m¨¢s de 30 estudios. La primera etapa arranc¨® a finales de julio y se prolongar¨¢ durante ocho semanas. El M/V bordear¨¢ el Golfo de Vizcaya antes de seguir hasta las Islas Brit¨¢nicas. En marzo del pr¨®ximo a?o dar¨¢ comienzo la segunda fase: el trabajo de campo en el Mediterr¨¢neo.
El objetivo de la campa?a es alejar al blanco mediterr¨¢neo del peligro de extinci¨®n. Aumentar su presencia. Garantizar su continuidad en relativa abundancia. ?Por qu¨¦ entonces surca el M/V las fr¨ªas aguas gallegas? La respuesta se halla en dos hip¨®tesis que la expedici¨®n se ha propuesto indagar. La primera ¡ªexplica Pablo Garc¨ªa Salinas, investigador de la Fundaci¨®n Oceanogr¨¤fic, con sede en Valencia¡ª postula que ¡°las hembras del Atl¨¢ntico podr¨ªan estar utilizando el Mediterr¨¢neo como una especie de guarder¨ªa: ir¨ªan all¨ª a dar a luz y, cuando las cr¨ªas crecieran, saldr¨ªan por el estrecho de Gibraltar¡±. Algunas especies de grandes animales marinos, apunta Garc¨ªa Salinas, eligen bah¨ªas y otras zonas protegidas, con menos depredadores, para que las cr¨ªas pasen sus primeros meses o a?os de vida. Adem¨¢s, contin¨²a este investigador, las capturas y avistamientos de tibur¨®n blanco en el Mediterr¨¢neo suelen tener, sobre todo en los ¨²ltimos a?os, un denominador com¨²n: son ejemplares juveniles.
La segunda hip¨®tesis, que conectar¨ªa a las poblaciones de tibur¨®n blanco en el Mediterr¨¢neo y el Atl¨¢ntico nororiental, se sustenta en razones m¨¢s prosaicas, con menor encanto narrativo. ¡°Es posible que un subgrupo salga del Mediterr¨¢neo en busca de presas, quiz¨¢ siguiendo la migraci¨®n del at¨²n¡±, asevera Harley Newton, jefa de investigaci¨®n en Ocearch, quien enfatiza la peculiaridad del blanco mediterr¨¢neo: ¡°Es el ¨²nico que vive en un mar cerrado, el resto habita en oc¨¦ano abierto¡±. En un fen¨®meno muy poco estudiado, cunde la falta de informaci¨®n. ¡°S¨ª es seguro que hay blancos en las costas atl¨¢nticas espa?ola, portuguesa y francesa, tenemos pruebas documentales de sobra¡±, a?ade Newton. Y, por supuesto, en el Mediterr¨¢neo. Garc¨ªa Salinas recuerda que ¡°en los a?os 70 se captur¨® una hembra de casi seis metros, entre las m¨¢s grandes jam¨¢s vistas¡±, cerca de Cap Farrutx, en Mallorca. M¨¢s recientemente, en 2018, la grabaci¨®n de un gran escualo junto a Cabrera, tambi¨¦n en Baleares, confundi¨® a los expertos. Unos creyeron ver un blanco. Otros, un marrajo.
A pesar del reto que plantea calcular especies marinas, las tendencias de pesca y avistamientos invitan a pensar en una escasez creciente de Carcharodon carcharias (su nombre cient¨ªfico) en aguas mediterr¨¢neas. Garc¨ªa Salinas y Newton coinciden en que las poblaciones de tibur¨®n blanco van sucumbiendo a la presi¨®n pesquera. Sobre su alimento (otras especies menores) y sobre ellas mismas. Tambi¨¦n embarcado en el M/V, un exmarine brit¨¢nico que opta por el anonimato cuenta que lleva meses trabajando en un documental con el que quiere denunciar la falta de regulaci¨®n (o la vista gorda de las autoridades) en el norte de ?frica, que a¨²n constituye un cierto refugio a la sobreexplotaci¨®n de otras zonas. Muestra fotograf¨ªas tomadas por ¨¦l mismo de peque?os blancos ofertados en lonjas de un pa¨ªs magreb¨ª que pide no especificar. ¡°Estamos estirando la cuerda hacia su posible extinci¨®n¡±, lamenta. A nivel global, la lista roja de la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza sit¨²a al tibur¨®n blanco como especie vulnerable.
Ocearch pretende que su experiencia en otras regiones sirva para evitar la cat¨¢strofe. Newton destaca que su organizaci¨®n ha ayudado a recuperar la poblaci¨®n de blancos en la costa este de EE UU. ¡°Hace tiempo mapeamos su ruta migratoria e identificamos su ¨¢rea de guarder¨ªa¡±. La investigaci¨®n concluy¨® que la primera se extiende hasta Canad¨¢ en verano y hacia el Golfo de M¨¦xico en invierno. A su vez, delimit¨®, para la segunda, una bah¨ªa cercana a Nueva York. Informaci¨®n muy valiosa que ha ayudado a afinar las medidas de conservaci¨®n. Y a hacer lobby para que se aprueben leyes m¨¢s estrictas. ?Podr¨¢n convencer a los estados norteafricanos para que sus flotas dejen de pescar blancos? ¡°Ser¨¢ todo un desaf¨ªo¡±, admite Newton.
Pasan las horas a bordo del M/V y el anhelado momento no llega. Se observan ballenas a lo lejos. Asoman algunos delfines. De pronto, varios investigadores se arremolinan a popa. Una figura esbelta, con el torso azul intenso y unos dos metros de longitud, aparece, se oculta y reaparece de nuevo, sirvi¨¦ndose de la quilla como escondite. Una voz dictamina que se trata de una tintorera, una de las m¨¢s de quinientas especies de tiburones catalogadas. El animal juguetea unos minutos y sigue su rumbo.
¡°Un blanco, un solo blanco en estas ocho semanas, es todo lo que necesitamos¡±, subraya Fischer mirando al horizonte. La captura abrir¨ªa las puertas a su geolocalizaci¨®n en tiempo real. La muestra gen¨¦tica obtenida permitir¨ªa contrastar su grado de parentesco con el de otros ejemplares capturados durante la campa?a. Y, en caso de que en alg¨²n momento cruzara el estrecho de Gibraltar, saldr¨ªa fortalecida la teor¨ªa de una conexi¨®n atl¨¢ntico-mediterr¨¢nea. Tambi¨¦n se allanar¨ªan futuros apresamientos. ¡°El primero nos guiar¨¢ hacia el resto¡±, asevera el fundador de Ocearch.
Fischer va m¨¢s all¨¢ de logros cient¨ªficos y apela al poder simb¨®lico de esa captura inaugural: ¡°La gente podr¨ªa saber d¨®nde se encuentra el tibur¨®n en cada momento [en la web de Ocearch, se puede consultar la ubicaci¨®n exacta de sus m¨¢s de 200 marcados]. Se crear¨ªa expectaci¨®n y esto contribuir¨ªa enormemente al debate. Es nuestra forma de dar voz al animal¡±.
Desestigmatizar el pez m¨¢s temido del mundo supone otra prioridad para la tripulaci¨®n del M/V. Sus poderosos dientes han nutrido miedos desmesurados, algunos inspirados en ficciones hiperb¨®licas. Garc¨ªa Salinas insiste en el abismo que dista entre su imagen de depredador sanguinario y una realidad mucho menos sensacionalista. Los hechos describen a una criatura de aspecto imponente, pero apenas interesada en los humanos, a los que no considera comida digna de su paladar. ¡°Los ataques a personas, muy raros, suelen ser bocados de tentativa¡±, aclara. Seg¨²n un archivo elaborado por el Museo de Ciencias Naturales de Florida, los blancos mataron en 2023 a cuatro personas en todo el mundo. Mucho m¨¢s rese?able se antoja su papel para la diversidad de los oc¨¦anos. ¡°Est¨¢n en lo alto de la cadena alimentaria. Protegi¨¦ndolos a ellos, se protege al resto. Como ocurre con los osos o los tigres, ser¨ªa impensable que desaparecieran¡±, remata Garc¨ªa Salinas.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, X e Instagram, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.