Los grandes carn¨ªvoros que m¨¢s matan no son los que creemos
Un estudio revela que, en general, los cazadores solitarios como los osos y pumas cobran m¨¢s presas por cabeza que los predadores sociales como los leones o lobos
Los grandes predadores terrestres son animales que al mismo tiempo nos fascinan y nos atemorizan, y que son objeto de un constante tira y afloja entre la necesidad de conservarlos y la de mantenerlos a distancia. Pero respecto a la amenaza que representan, solemos guiarnos por t¨®picos no siempre fieles a la realidad. Investigadores de la Universidad Deakin de Melbourne, en Australia, han analizado cu¨¢les de ellos son los que m¨¢s presas matan. Y los resultados desaf¨ªan lo que creemos saber, llamando la atenci¨®n sobre la necesidad de estudiar con m¨¢s profundidad la actividad de los depredadores.
Desde las leyendas ancestrales y los cuentos antiguos como Caperucita Roja, los lobos arrastran una mala prensa que siempre los presenta como criaturas sanguinarias e implacables. Por el contrario, el oso es un personaje tierno y adorable, elevado al estrellato de los peluches. Sin embargo, la realidad es diferente: un oso, un omn¨ªvoro al que imaginamos comiendo bayas de un arbusto, mata m¨¢s presas que un lobo, casi un 14% m¨¢s.
Esta es una de las conclusiones del estudio publicado por Luke Emerson y sus colaboradores en la revista Biological Reviews. Recopilando datos de an¨¢lisis publicados sobre la actividad depredadora de distintas especies, los investigadores descubren que, en general, los cazadores solitarios como los osos, tigres, linces y pumas se cobran m¨¢s presas por cabeza que los predadores sociales como los leones o los lobos. Por ejemplo, se?ala Emerson, a cada lobo le corresponde una presa abatida cada 27 d¨ªas, mientras que un lince mata cada cuatro d¨ªas.
Esta diferencia podr¨ªa deberse a que los cazadores sociales pueden con presas m¨¢s grandes, por lo que necesitan matar con menos frecuencia. ¡°La vida en grupo reduce significativamente la demanda energ¨¦tica¡±, escriben los autores. Adem¨¢s, los predadores solitarios como guepardos o pumas pueden perder m¨¢s f¨¢cilmente sus capturas ante otros carn¨ªvoros grupales y de mayor tama?o, por lo que consumen menos carne de la que cazan. Este cleptoparasitismo, como se llama al robo de comida de otros animales, es origen de otro falso t¨®pico: ¡°Si has visto la pel¨ªcula El rey le¨®n, pensar¨¢s que las hienas mayoritariamente roban la comida¡±, comenta Emerson. ¡°Pero no es el caso. Los leones a menudo roban a las hienas, as¨ª como a otros carn¨ªvoros como los guepardos o los licaones¡±.
Conflictos humano-carn¨ªvoro
¡°Aunque no se especifica en los estudios, parece que mucha de la investigaci¨®n sobre tasas de depredaci¨®n viene motivada por conflicto o competici¨®n entre humanos y carn¨ªvoros¡±, se?ala Emerson. Los ataques directos de carn¨ªvoros a humanos son la excepci¨®n, pero los conflictos se extienden tambi¨¦n a las p¨¦rdidas que sufren los ganaderos y a la depredaci¨®n de herb¨ªvoros salvajes que est¨¢n sometidos a cuotas de caza establecidas.
Estos conflictos alimentan debates que nunca terminan de cerrarse, y que tienen sus peculiaridades en cada regi¨®n del mundo: en ?frica, los pastores mas¨¢is tradicionalmente resuelven los conflictos con los leones por su propia mano, a golpe de lanza o usando veneno. En la Uni¨®n Europea, el lobo est¨¢ en proceso de perder parte de su protecci¨®n y algunos grupos pol¨ªticos defienden su caza. La cacer¨ªa de grandes carn¨ªvoros est¨¢ permitida y regulada en EE UU.
Emerson conf¨ªa en que investigaciones como la suya aporten luz a estos debates, ayudando a clarificar nuestra comprensi¨®n de la actividad predadora de los grandes carn¨ªvoros y quiz¨¢ cambiando la percepci¨®n p¨²blica. No se trata de poner en el punto de mira a los osos o los linces ¡ª¡±esta ser¨ªa una interpretaci¨®n simplista¡±, valora¡ª, sino de estudiar el impacto de las especies de carn¨ªvoros en los ecosistemas y aplicar este conocimiento a la conservaci¨®n.
Cazar para conservar, ?funciona?
En concreto, la caza como herramienta de conservaci¨®n, utilizada a lo largo y ancho del mundo, es un punto caliente del debate. En la Universidad Estatal de Colorado, Rebecca Niemiec dirige el Animal Human Policy Center e investiga sobre la conservaci¨®n y sus aspectos sociales. Niemiec explica que la mayor¨ªa de los profesionales a¨²n aprecian el valor de la caza en la gesti¨®n de las poblaciones de grandes mam¨ªferos herb¨ªvoros y de algunas aves; en EE UU, con una potente tradici¨®n cazadora, tanto las tasas de las licencias de caza como la venta de armas aportan fondos a la conservaci¨®n.
¡°Sin embargo, la importancia de la caza como herramienta de gesti¨®n de los carn¨ªvoros se cuestiona cada vez m¨¢s, y aporta menos fondos¡±, aclara. Los estudios de Niemiec y sus colaboradores muestran que el apoyo a la caza recreativa de predadores est¨¢ en declive por razones ¨¦ticas. ¡°Algunos estudios muestran que la caza recreativa no es la herramienta m¨¢s eficaz para reducir las p¨¦rdidas de ganado¡±, a?ade. En su lugar, la investigadora destaca el uso de sistemas disuasorios para evitar estos ataques, restringiendo el uso de m¨¦todos letales para los animales concretos que repetidamente causen problemas.
Los grandes carn¨ªvoros tienen papeles importantes en la estructura de los ecosistemas, por lo que eliminarlos o reducir sus n¨²meros puede tener efectos en cascada, concluye Emerson; ¡°siendo conscientes del problema de los posibles conflictos, debemos tener cuidado en c¨®mo los gestionamos¡±.
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