Si viajamos al pasado, podr¨ªamos llegar a ser nuestra propia abuela
Con la lectura de los relatos de Beaumont, nos adentramos en las paradojas cient¨ªficas, pues, lo de viajar en el tiempo se enfrenta con el principio de causalidad, por el cual se postula que las causas preceden a los efectos y nunca al contrario
Charles Beaumont (1929-1967) fue un autor norteamericano que escrib¨ªa sus historias desde los m¨¢rgenes, llegando a traspasar las fronteras del g¨¦nero, ya fuese negro, de terror o de ciencia-ficci¨®n, como el relato que hoy nos ocupa y que se titula Padre, querido padre.
En el citado relato, Beaumont nos acerca hasta la famosa paradoja del abuelo, la misma que dice que una persona realiza un viaje a trav¨¦s del tiempo y mata a su abuelo antes de que este tenga descendencia, de tal manera que el viajero del tiempo nunca podr¨ªa haber sido concebido y esto se supone que es contrario a toda l¨®gica. Pero, en este caso, Beaumont realiza una variante; cambia al abuelo por el padre, consiguiendo un relato gamberro que da la vuelta a la paradoja. El volumen en el que aparece esta pieza acaba de ser publicado recientemente por el Paseo editorial; una selecci¨®n de narraciones donde, adem¨¢s de viajes en el tiempo, tambi¨¦n encontramos incursiones en la f¨ªsica cu¨¢ntica y en los universos paralelos.
Con la lectura de los relatos de Beaumont nos adentramos en las paradojas cient¨ªficas, pues, lo de viajar en el tiempo se enfrenta con el principio de causalidad, por el cual se postula que las causas preceden a los efectos y nunca al contrario. De este conflicto obtenemos dos categor¨ªas de paradojas, por un lado tenemos las paradojas de la incoherencia, donde el efecto vuelve al pasado para impedir su causa, como en el caso de la paradoja del abuelo que Beaumont convierte en literatura; como segunda categor¨ªa tenemos las paradojas de la predestinaci¨®n o bucle causal que son las paradojas originadas por un efecto cuando este se convierte en su propia causa de tal manera que, el viajero del tiempo, al retroceder al pasado se da cuenta que es su propio abuelo.
Como ejemplo de esto ¨²ltimo tambi¨¦n tenemos las litograf¨ªas y dibujos de M. C. Escher (1898-1972), figuras imposibles que nos vienen a decir que el principio de causalidad no se cumple en una curva cerrada de tipo tiempo, ya que, un efecto es simult¨¢neo con su causa. Para ilustrar esto, Escher realiz¨® otra de sus litograf¨ªas imposibles, la titul¨® Ascending and Descending y la realiz¨® a partir de la escalera que ide¨® el f¨ªsico y matem¨¢tico brit¨¢nico Roger Penrose inspirado, a su vez, por los ingenios de Escher.
Porque la citada escalera de Penrose es una estructura imposible que viola los fundamentos de la geometr¨ªa euclidiana. Con ello, el bucle causal tambi¨¦n se puede trasladar a la relaci¨®n de hechos, en este caso a la inspiraci¨®n que serpentea del arte a la ciencia, de Escher a Penrose; dos hombres completando la misma escalera que los trae de vuelta a la creaci¨®n art¨ªstica, dando lugar a una imagen fascinante de un monasterio donde los monjes suben y bajan siguiendo una curva cerrada de tipo tiempo. Lo hacen de tal forma que cada uno de los monjes que hay en la escalera est¨¢ a la vez delante y detr¨¢s de los dem¨¢s monjes, es decir, que no sabr¨ªamos se?alar a un monje como el primero o como el ¨²ltimo.
Con esto, Escher conjug¨® ciencia y arte para ilustrarnos acerca de c¨®mo se viola el principio de causalidad hasta conseguir el bucle causal, de la misma manera que Charles Beaumont, tres a?os antes, en 1957, viola tambi¨¦n el principio de causalidad cuando publica una historia descarada y gamberra como variante de la paradoja del abuelo, ejemplo fundacional de paradoja de incoherencia.
En definitiva, en el mejor de los casos, si nos proponemos viajar al pasado lo mejor que nos puede suceder es convertirnos en nuestra propia abuela.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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