El impulso creador de las matem¨¢ticas en los poemas de Paul Valery
Valery conoc¨ªa el veneno del impulso po¨¦tico, el aguij¨®n que aviva el esp¨ªritu creador y que provoca ¡°algo semejante a un c¨¢lculo¡± y que sumerge al poeta en un juego que guarda similitud con la resoluci¨®n de un problema matem¨¢tico
La poes¨ªa de la vida se inspira en el lenguaje de la ciencia, es decir, en las matem¨¢ticas. Por dicha relaci¨®n, Paul Valery (1871-1945) conjug¨® poes¨ªa y f¨®rmulas geom¨¦tricas. Y lo hizo llevado por la curiosidad de comprender la realidad del mundo. Admiraba a Pius Servien (1902-1959), seud¨®nimo de Piu-?erban Coculesco, matem¨¢tico, f¨ªsico y tambi¨¦n poeta de origen rumano del que Valery destacaba su doble faceta de sabio y artista a la hora de combinar poes¨ªa con matem¨¢ticas.
Bien mirado, poes¨ªa y matem¨¢ticas no son asuntos tan diferentes; como dec¨ªa el mismo Valery, no resulta incompatible el don de la geometr¨ªa con el de la poes¨ªa. Es m¨¢s, desde la sencillez, la misma que sostuvo Valery, se puede explicar el mundo con los n¨²meros lo mismo que con la poes¨ªa. Y esto es algo que ha conseguido el profesor Alessandro Macarrone con su reciente libro titulado El infinito placer de las matem¨¢ticas, un manual publicado por Blackie Books y donde se conjuga la poes¨ªa de los n¨²meros con el mundo invisible y su reflejo en la naturaleza.
Por ejemplo, cuando toca hablar de n¨²meros primos, el profesor Maccarrone nos dice que son los constituyentes b¨¢sicos de los n¨²meros naturales, hasta aqu¨ª todo en su sitio, pero la apreciaci¨®n se hace brillante cuando compara a los n¨²meros primos con los electrones y con los quarks, las part¨ªculas subat¨®micas que constituyen la base de la materia. Pero la cosa no se queda ah¨ª y Maccarrone sigue jugando. Con ejemplos num¨¦ricos nos recuerda que cualquier n¨²mero natural puede expresarse como producto de n¨²meros primos, efectuando una descomposici¨®n que es lo m¨¢s parecido al ADN de cada n¨²mero.
A la hora de operar con subunidades, el profesor Maccarrone vuelve a llevarnos hasta el mundo invisible donde quarks y part¨ªculas elementales van encajando unas con otras formando ¡°el puzle de la materia¡±, organiz¨¢ndose en la regi¨®n donde todo es posible. Lo que nos viene a decir Maccarrone en su trabajo es que la armon¨ªa nos resulta bella porque la asociamos con la relaci¨®n entre magnitudes que expresan los fen¨®menos naturales. Porque en todo canon est¨¦tico subyace la alucinaci¨®n controlada por la ciencia matem¨¢tica.
Paul Valery lo sab¨ªa, conoc¨ªa el veneno del impulso po¨¦tico, el aguij¨®n que aviva el esp¨ªritu creador y que provoca ¡°algo semejante a un c¨¢lculo¡± y que sumerge al poeta en un juego que guarda similitud con la resoluci¨®n de un problema matem¨¢tico que requiere cierto grado de abstracci¨®n. La b¨²squeda de la belleza a partir de ideas y configuraciones lleva al poeta a alcanzar el universo de las matem¨¢ticas y tambi¨¦n al contrario, es decir, las f¨®rmulas matem¨¢ticas poseen la belleza de un poema capaz de combinar la intensidad y sencillez necesarias para traspasarnos de punta a punta.
Por estas cosas, Paul Valery se puso a estudiar la relaci¨®n entre poes¨ªa y matem¨¢ticas, entregando buena parte de su vida a ello, formando parte del grupo dirigido por su admirado Pius Servien, artista de vanguardia y cient¨ªfico que investig¨® c¨®mo la estructura matem¨¢tica cumpl¨ªa su funci¨®n de patr¨®n est¨¦tico; una actividad particular de molde art¨ªstico que servir¨¢ de base a las palabras para que se conviertan en poes¨ªa.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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