C¨®mo el cerebro crea y combate los prejuicios
Las personas asociamos circunstancias positivas o negativas de nuestra vida a los est¨ªmulos que estaban presentes cuando ocurrieron
Los asistentes al Congreso Internacional de Medicina celebrado en Madrid en 1903 fueron sorprendidos por una comunicaci¨®n in¨¦dita que iba a marcar la historia y el conocimiento de los procesos mentales y la psicolog¨ªa. Todos esperaban que el fisi¨®logo ruso Ivan P¨¢vlov, el m¨¢s famoso de los participantes, hablara all¨ª de sus ya entonces conocidos experimentos sobre la digesti¨®n por los que no iba a tardar (1904) en recibir el Premio Nobel de Fisiolog¨ªa o Medicina. Pero, inesperadamente, P¨¢vlov dedic¨® su intervenci¨®n a otra cosa, pues present¨®, por primera vez, lo que ¨¦l llam¨® el ¡°reflejo o secreci¨®n ps¨ªquica¡±, un prometedor hallazgo de su laboratorio que pon¨ªa de manifiesto el origen de buena parte del comportamiento de animales y humanos.
P¨¢vlov hab¨ªa observado que los jugos g¨¢stricos de un perro comenzaban a fluir con la simple observaci¨®n de la comida, es decir, antes de que esta fuera introducida en la boca del animal. Su m¨¢s conocido experimento consist¨ªa en acompa?ar el alimento con el sonido de una campanilla, la cual consegu¨ªa, tras varios ensayos y por s¨ª misma, provocar la respuesta salivatoria del perro. El pinchazo de un alfiler, una palmada en los lomos, olores, luces, sonidos, etc., pod¨ªan actuar igualmente, por asociaci¨®n con la comida, como est¨ªmulos condicionados para que salivara. Cuantas m¨¢s veces se repet¨ªa la experiencia m¨¢s poder adquir¨ªa el sonido de la campanilla o cualquiera de esos otros est¨ªmulos para evocar, por s¨ª solo, la salivaci¨®n del animal. En roedores como la rata se observa tambi¨¦n que, si esos mismos est¨ªmulos en lugar de asociarse a la comida se asocian a algo negativo o amenazante, como una descarga el¨¦ctrica en sus patas, basta con presentarlos posteriormente en solitario para que la rata muestre miedo qued¨¢ndose inmovilizada.
Las personas tambi¨¦n asociamos circunstancias positivas o negativas de nuestra vida a los est¨ªmulos (otras personas, lugares, cosas) que estaban presentes cuando ocurrieron. Es por eso que volver a la cafeter¨ªa donde recibimos la noticia de la muerte de un familiar puede producirnos ansiedad, mientras que la inesperada aparici¨®n de un querido amigo nos eleva inmediatamente el ¨¢nimo. El cerebro hace posible esas asociaciones formando conexiones sin¨¢pticas consistentes entre las neuronas, generalmente de la corteza cerebral, que procesan esos est¨ªmulos, y el hipot¨¢lamo o la am¨ªgdala, centros relacionados con las respuestas vegetativas (salivar) y/o emocionales (miedo o alegr¨ªa) que son capaces de evocar.
Lo interesante aqu¨ª es que ese mecanismo asociativo funciona tambi¨¦n para est¨ªmulos mucho m¨¢s complejos y de naturaleza social, como ideolog¨ªas, razas, culturas, l¨ªderes pol¨ªticos o religiosos, g¨¦nero u orientaci¨®n sexual, clase social, periodistas y medios de comunicaci¨®n o apariencias f¨ªsicas de las personas, entre otros muchos posibles. As¨ª, un determinado pol¨ªtico o periodista puede suscitar de manera refleja rechazo y animadversi¨®n, mientras que otro de diferente ideolog¨ªa puede suscitar inter¨¦s y afecto. El problema es que para establecer esas asociaciones el cerebro no necesita que la relaci¨®n entre los est¨ªmulos y las reacciones que acaban suscitando est¨¦ justificada, es decir, las neuronas no necesitan que haya una relaci¨®n l¨®gica entre ellos, un verdadero motivo que justifique, por ejemplo, que una determinada persona o ideolog¨ªa provoque rechazo o afecto. Por eso, cuando no existe esa relaci¨®n o la que hay es insuficiente, la reacci¨®n que tenemos acaba por convertirse en un prejuicio, es decir, en un sentimiento anticipado, generalmente hostil o negativo, que no tiene un verdadero fundamento racional.
De ese modo, el sentimiento de rechazo que hoy puede suscitar Vladimir Putin en cualquiera de nosotros queda bien justificado por su responsabilidad en el bombardeo indiscriminado de la poblaci¨®n ucraniana, pero si preguntamos a un racista por qu¨¦ detesta a los negros, a un machista por qu¨¦ no quiere a las mujeres, a un hom¨®fobo por qu¨¦ no soporta a los homosexuales, a un capitalista por qu¨¦ no quiere el comunismo o a un comunista por qu¨¦ no quiere el capitalismo, es posible que en buena parte de los casos las explicaciones que nos den sean pobres, es decir, escasamente fundadas, lo que pondr¨¢ de manifiesto que, m¨¢s que sentimientos aceptables por tener una base racional, lo que tienen esas personas son prejuicios.
Los prejuicios son una de las principales fuentes de animadversi¨®n y odio entre las personas y los colectivos humanos, siendo a su vez el odio un sentimiento que cuando se instaura como modo de vida, funciona como un estr¨¦s que da?a considerablemente la salud som¨¢tica y mental de las personas, hasta el punto de que ni siquiera la ¡°derrota¡± del odiado pueda llegar a compensar por el da?o causado en quien odia. Hay, por tanto, que huir del odio como de la peste y preguntarnos c¨®mo puede trabajar el cerebro humano para superar los prejuicios que lo generan.
La mala noticia es que resulta muy dif¨ªcil eliminar por completo las conexiones entre las neuronas que se establecieron con fuerza en el pasado originando el prejuicio. Si, por ejemplo, en el laboratorio se presenta muchas veces la campanilla sin que llegue detr¨¢s la comida, el perro puede aprender que ahora la campanilla ya no indica comida y deja de salivar, pero la vieja asociaci¨®n no se elimina, sigue en su cerebro, como inhabilitada, y puede volver a aparecer inesperadamente en el futuro. El prejuicio, por as¨ª decirlo, nunca est¨¢ definitivamente vencido. Es por ello que la mejor manera de combatirlo, m¨¢s que (o adem¨¢s de) evidenciar la irracionalidad que lo crea, consiste en tratar de asociar el mismo est¨ªmulo que provoca rechazo (los negros, los homosexuales) a hechos o circunstancias de car¨¢cter positivo (los derechos de los sujetos, su humanidad y bonhom¨ªa, sus contribuciones personales y sociales, etc), tratando de crear en quien prejuzga sentimientos incompatibles con los de un rechazo injustificado. Una emoci¨®n solo la vence otra m¨¢s fuerte que podemos crear razonando. Labor, no siempre f¨¢cil, que, adem¨¢s de a familiares, compa?eros y amigos, corresponde siempre a los medios educativos y de informaci¨®n en general, sin olvidar que determinadas lecturas pueden ser tambi¨¦n el mejor modo de combatir los prejuicios, cuando no de potenciarlos.
Ignacio Morgado Bernal Catedr¨¢tico em¨¦rito de Psicobiolog¨ªa en el Instituto de Neurociencias y en la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Autor de ¡®Emociones Corrosivas: c¨®mo afrontar la envidia, la codicia, la culpabilidad y la verg¨¹enza, el odio y la vanidad¡¯ (Ariel, 2017).
Materia gris es un espacio que trata de explicar, de forma accesible, c¨®mo el cerebro crea la mente y controla el comportamiento. Los sentidos, las motivaciones y los sentimientos, el sue?o, el aprendizaje y la memoria, el lenguaje y la consciencia, al igual que sus principales trastornos, ser¨¢n analizados en la convicci¨®n de que saber c¨®mo funcionan equivale a conocernos mejor e incrementar nuestro bienestar y las relaciones con las dem¨¢s personas.
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