?Tienen autoconsciencia los animales?
Imaginarnos dentro de su mente para saber c¨®mo es ser perro o ser gato es tan imposible como imaginarnos en la mente de cualquier otra persona
S¨¦ que usted no tiene duda de que su mascota, perro o gato, es un animal consciente, es decir, que se da cuenta de las cosas que pasan y tiene pensamientos que implican previsiones, deseos e intenciones. Saben, por ejemplo, cuando llega usted a casa o cuando va a darles la comida. No obstante, imaginarnos dentro de su mente para saber c¨®mo es ser perro o ser gato es tan imposible como imaginarnos en la mente de cualquier otra persona, porque la principal y m¨¢s genuina caracter¨ªstica de la consciencia, incluida la de los animales, es la subjetividad: mi consciencia es m¨ªa, solo m¨ªa, la suya es suya, solo suya.
Nadie puede penetrar directamente en la mente de otra persona como lo hacemos en la propia. Tampoco en la de ning¨²n animal. Lo hacemos indirectamente, pues de su comportamiento y lo que nos dicen las personas intuimos que son seres tan conscientes como nosotros mismos. Pero los animales no hablan, y al no poder penetrar en su mente no nos basta con conocer su comportamiento para saber si adem¨¢s de consciencia, tienen tambi¨¦n autoconsciencia, es decir, si no solo se dan cuenta de las cosas que pasan, sino que tambi¨¦n se dan cuenta de que se dan cuenta, como lo hacemos las personas.
La autoconsciencia, pensar que pensamos, es la m¨¢s alta capacidad cognitiva de la mente humana, pero todav¨ªa no sabemos c¨®mo el cerebro la hace posible. Todo indica que debe ser un proceso de meta representaci¨®n, es decir, que lo representado en las neuronas de alguna parte del cerebro tenga, a su vez, una doble representaci¨®n en alguna otra parte del mismo. Una doble representaci¨®n de ese tipo parece existir en la ¨ªnsula, un repliegue de la corteza temporal del cerebro implicada en el sentido interoceptivo que nos permite saber cosas como que cuando algo duele es a nosotros mismos a quien nos duele, sentir dolor y sentir al mismo tiempo que eres t¨² quien lo siente, una percepci¨®n autoconsciente que es posible que la tengan tambi¨¦n en alguna medida ciertas especies animales.
Algunos investigadores de la conducta animal han sugerido que un modo de saber si una especie es autoconsciente consiste en comprobar si esos animales se reconocen a s¨ª mismos cuando se ven en un espejo. Un gato, por ejemplo, cuando se ve por primera vez en un espejo se comporta de tal modo que indica que cree que lo que est¨¢ viendo es otro gato. Con repetidas presentaciones puede aprender y llegar a saber que es ¨¦l mismo quien aparece en ese espejo, pero esa capacidad de autorreconocimiento inmediato no parece innata en su especie. S¨ª lo parece al menos en tres especies de mam¨ªferos m¨¢s evolucionados: los chimpanc¨¦s bonobos, los elefantes y los delfines. Aunque, de todas formas, nunca estamos exentos de alguna duda, incluso en esas tres especies, de si lo que reconocen al mirarse es a s¨ª mismos o si su comportamiento no es m¨¢s que alg¨²n tipo de conducta refleja que nos confunde.
En el caso de los chimpanc¨¦s, un recurso para saber si se reconocen a s¨ª mismos en un espejo consiste en pintarles una se?al de color en su cara, por ejemplo, con un carm¨ªn de labios. Si al mirarse por primera vez al espejo el animal se toca con sus dedos en el lugar de la cara donde ve esa se?al, eso parece una prueba convincente de que cree que se est¨¢ viendo a s¨ª mismo. Nos faltar¨ªa tambi¨¦n saber si se reconocer¨ªa a s¨ª mismo un humano adulto si se diera el improbable caso de que nunca antes se hubiera visto en un espejo. De todas formas, la prueba del espejo no est¨¢ exenta de cr¨ªticas porque implica la no demostrada hip¨®tesis de que ese reconocimiento es una prueba de autoconsciencia. Tambi¨¦n hay quien cree que el no reconocimiento en el espejo no necesariamente indica que el animal no sea autoconsciente.
Pero quiz¨¢ el mejor modo de salir de la duda consista en redefinir el concepto de autoconsciencia, permitiendo que pueda incluir capacidades cognitivas m¨¢s simples integrantes de la misma. La autoconsciencia, por ejemplo, podr¨ªa comenzar por facultades como saber que ¡°este cuerpo es m¨ªo¡±, ¡°yo soy algo diferente a otros¡±, ¡°este territorio es m¨ªo¡±, etc., hasta llegar progresivamente a la capacidad que permite sentir que uno mismo es el sujeto de esos pensamientos y atribuir esas mismas facultades a otros cong¨¦neres. Algunas especies animales como las se?aladas podr¨ªan tener ya algunas de esas capacidades m¨¢s elementales promotoras de la autoconsciencia. Las neuroim¨¢genes funcionales, por otro lado, tambi¨¦n podr¨ªan ayudar si vi¨¦semos que las partes del cerebro que se activan cuando una persona piensa en sus propios pensamientos son partes que est¨¢n tambi¨¦n activadas en el cerebro de las especies supuestamente autoconscientes. Falta todav¨ªa probarlo.
La autoconsciencia eleva a un nivel exponencial las capacidades de la mente humana. Es por eso que cuando reflexionamos sobre nuestro propio conocimiento y nuestros propios pensamientos podemos imaginar futuros esplendorosos y felices, pero esas mismas reflexiones pueden tambi¨¦n potenciar nuestros sentimientos negativos cuando reflexionamos sobre las consecuencias de determinadas situaciones o enfermedades, o cuando tenemos sentimientos de culpa o verg¨¹enza. Quienes est¨¦n convencidos de que los animales no tienen autoconsciencia y, por tanto, no piensan en sus propios pensamientos, deben creer tambi¨¦n que eso les libra de sufrimientos tan innecesarios como injustos en un mundo donde, desgraciadamente, no siempre son bien tratados.
Materia gris es un espacio que trata de explicar, de forma accesible, c¨®mo el cerebro crea la mente y controla el comportamiento. Los sentidos, las motivaciones y los sentimientos, el sue?o, el aprendizaje y la memoria, el lenguaje y la consciencia, al igual que sus principales trastornos, ser¨¢n analizados en la convicci¨®n de que saber c¨®mo funcionan equivale a conocernos mejor e incrementar nuestro bienestar y las relaciones con las dem¨¢s personas.
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