Los millonarios molinos que revolucionar¨¢n Cantavieja
Ocho pueblos del Maestrazgo, en Teruel, acoger¨¢n un parque e¨®lico de 125 aerogeneradores gigantes. Aunque los municipios recibir¨¢n una riada de euros durante a?os, parte de la poblaci¨®n se opone
En Cantavieja, un bonito pueblo de Teruel subido a un abismo, se juega estos meses el futuro de la humanidad. Si solo fuera esto, en abstracto, la cosa ser¨ªa sencilla. Lo malo es que tambi¨¦n est¨¢ en juego el futuro inmediato y concreto del pueblo y el de sus 700 habitantes. Y por supuesto el del alcalde, Ricardo Altabas, del PP. Y el del bell¨ªsimo paisaje de la comarca. Cantavieja es uno de los ocho pueblos del Maestrazgo incluidos en el m¨¢s potente parque e¨®lico que se va a construir en Espa?a: 125 molinos de nueva generaci¨®n, de una altura inusual: algunos de ellos miden casi 200 metros desde la base a la punta del aspa. Los molinos que normalmente se ven desde la carretera alcanzan, como mucho, 120 metros. Cuando comiencen a girar todos, en condiciones de viento ¨®ptimas, seg¨²n calcula la empresa promotora, Forestalia, ser¨¢n capaces de generar la electricidad suficiente como para alimentar 895.000 viviendas. Y evitar¨¢n que a la castigada atm¨®sfera se arrojen las venenosas toneladas de CO?. La humanidad, pues, respira contenta. Lo malo es que en Cantavieja, y en Mosqueruela (550 habitantes) y en Fortanete (200), y en los otros pueblos afectados, hay gente ¨Dno todos¨D que no lo est¨¢. No se oponen, claro, a la energ¨ªa e¨®lica, renovable, limpia, perfecta, abstracta. Ellos tambi¨¦n forman parte de la humanidad. Lo que no aceptan es que la pongan precisamente a un paso de su pueblo, en las monta?as que se asoman a su ventana, en la pradera donde pasean por la tarde. En su vida.
Joaqu¨ªn Gamallo, un ganadero de 47 a?os que se conoce de memoria las sierras y laderas que bordean su pueblo, Mosqueruela, es uno de estos habitantes de la zona que se opone con toda su alma a los molinos. Conduce con la habilidad (y la velocidad) de Carlos Sainz su potente 4x4 por unas pendientes de cabras (efectivamente se ven cabras salvajes) para ense?ar al que quiera los futuros emplazamientos de los gigantescos molinos en la cresta de las lomas. Las zonas se denominan Jujambra, Pinar Ciego o Monte del Rayo. ¡°Se llama as¨ª porque caen muchos rayos¡±, explica Gamallo. ¡°Aqu¨ª es verdad eso de que es m¨¢s dif¨ªcil que te caiga la loter¨ªa que un rayo, porque yo conozco a dos o tres que les ha ca¨ªdo cerca un rayo y nunca les ha tocado la loter¨ªa¡±. Las monta?as que recorre Gamallo son lomas cuajadas de pinares, con pistas de tierra, y a veces sin pista siquiera, tan espesas de matorral y tan inaccesibles que sirvieron en la d¨¦cada de los 40 como escondite de guerrilleros: un claro del bosque es conocido como Campamento de los Maquis. Hay ¨¢reas intocadas desde hace decenas de a?os. Lo prueba que a¨²n conservan las trincheras de piedra de la Guerra Civil. Con caminos dif¨ªciles de recorrer. No es raro que cada a?o se pierdan los n¨²meros novatos de la Guardia Civil y Gamallo, entre otros, tenga que acudir con su coche todopoderoso a rescatarlos. El ganadero consulta en la aplicaci¨®n del m¨®vil la localizaci¨®n exacta de alg¨²n molino y la se?ala con el dedo. Cuesta imaginar un molino de casi 200 metros de alto en un sitio como este, rodeado de pinos y matorrales, con neveros a los lados. Luego dice: ¡°Yo no soy un indigente. Vivo bien con mi ganado. Y uno de mis dos hijos quiere vivir aqu¨ª de esto. No necesitamos ayudas, ni molinos, ni dinero. Lo que queremos es que nos dejen en paz. Yo alquilo estas tierras para traer aqu¨ª mis vacas. ?D¨®nde las voy a llevar cuando todo esto est¨¦ lleno de molinos?¡±.
En Cantavieja, el alcalde, Ricardo Altabas, de 55 a?os, carnicero, due?o de una tienda de productos de alta calidad de la zona, se hace otra pregunta, no menos vital: ?habr¨¦ acertado? Altabas ha accedido ¨D¨¦l y el pleno municipal, por unanimidad¨D a que se coloquen 17 molinos en los alrededores de su pueblo. A cambio, la localidad recibir¨¢ una millonada de euros de Forestalia. Como la loter¨ªa de la que hablaba Gamallo. El dilema del alcalde (de los ocho alcaldes: todos han estado de acuerdo), que, seg¨²n cuentan, les ha costado muchas noches sin dormir, es si el precio vale la pena: si van a acertar con la decisi¨®n. Por sus molinos, Cantavieja percibir¨¢ casi de una tacada 7.150.000 euros por impuestos de obras en cuanto empiecen a abrirse los caminos. Durante 30 a?os recibir¨¢ tambi¨¦n 350.000 euros anuales por otra tasa. Como Forestalia paga adem¨¢s 9.000 euros al a?o a cada propietario de las tierras donde se ubica cada molino, y ocho de los 17 molinos de Cantavieja se instalar¨¢n en terrenos municipales, el Ayuntamiento percibir¨¢ 72.000 euros anuales a?adidos durante esos 30 a?os. Una riada de dinero para un pueblo cuyo presupuesto anual es de un mill¨®n de euros.
¡°Y no hay plan b¡±, se explica Altabas. ¡°Es un tren que hay que coger. Porque no va a pasar otro por aqu¨ª. A m¨ª no me gustan los molinos. A nadie le gustan. A m¨ª, como a cualquiera, me gusta el paisaje de mi pueblo. Pero aqu¨ª han tra¨ªdo planes de naturaleza, han catalogado la zona dentro de la Red Natura, la han incluido en la ZEPA [Zona Especial de Protecci¨®n de Aves], pero nada de esto da dinero. Y los molinos, s¨ª. Mucho. Y este dinero puede servir para revitalizar el pueblo¡±, explica. ¡°Podremos atraer m¨¦dicos, que el m¨¦dico se piense si quiere irse a vivir a otro sitio porque le podemos dar un coche, o una casa. Nuestros estudiantes tendr¨¢n las tabletas m¨¢s modernas, las mejores pizarras, las instalaciones m¨¢s a la ¨²ltima. Podremos hacer viviendas sociales para que se instalen familias, o para que los j¨®venes no se vayan, podremos ayudar a las peque?as empresas a que ampl¨ªen negocios o a que se instalen¡±.
Cantavieja es un pueblo medianamente pr¨®spero. Las calles, de aire medieval, est¨¢n muy cuidadas. Dispone de un hotel de cuatro estrellas donde se alojan los turistas que vienen a esquiar en unas pistas cercanas o a pasear por las monta?as que lo rodean. Cuenta adem¨¢s con una plaza mayor porticada renacentista, bellamente iluminada por la noche. En los ¨²ltimos a?os no ha perdido mucha poblaci¨®n, estanc¨¢ndose en esos 700 habitantes. Pero en 1920 lleg¨® a tener 2.000 vecinos. Por eso el alcalde mira de reojo localidades cercanas como La Estrella, que contaba hasta hace poco con dos habitantes y que ahora ya es un pueblo fantasma m¨¢s. O al cercano Tronch¨®n, con menos de 70 habitantes, incluido en el plan del parque e¨®lico, y que ingresar¨¢ tres millones de euros por impuestos de obras m¨¢s casi 200.000 euros anuales por tasas y alquiler de molinos en terrenos municipales. ¡°El alcalde de Tronch¨®n me ha dicho a m¨ª que morir¨¢ con las botas puestas, que puede que su pueblo quede vac¨ªo dentro de unos a?os, pero que por lo menos, gracias a los molinos, esos a?os vivir¨¢n mejor y podr¨¢n, por ejemplo, contratar a alguien para que abra el bar todo el tiempo¡±, cuenta Altabas. De la misma opini¨®n es el alcalde de La Iglesuela del Cid, de 400 habitantes, Fernando Safont, del PSOE: ¡°No s¨¦ si ser¨¢ la soluci¨®n, pero yo con el dinero que reciba podr¨¦, por ejemplo, convertir el Ayuntamiento en la principal empresa de empleo. Adem¨¢s, todo es legal: el ministerio lo avala¡±.
Safont se refiere a que el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica y el Reto Demogr¨¢fico aprob¨®, el 1 de diciembre de 2022, la declaraci¨®n de impacto ambiental del proyecto, imponiendo, eso s¨ª determinadas restricciones que Forestalia est¨¢ obligada a obedecer. Entre otras, la de reducir el n¨²mero de molinos, de los 161 inicialmente previstos a los mencionados 125. Tambi¨¦n se especifica que al t¨¦rmino de la vida ¨²til del parque la empresa promotora se compromete a desmontarlo por entero. Para eso depositar¨¢ un aval econ¨®mico antes de empezar las obras a fin de garantizar que, pase lo que pase con la empresa, habr¨¢ siempre fondos suficientes para desmantelar el parque.
Pero para quitarlo, primero habr¨¢ que instalarlo. Carlos Reyero, director general de Forestalia, consciente de que a¨²n quedan permisos municipales y regionales por obtener, calcula que las obras empezar¨¢n, en determinadas zonas, en seis meses. Subir a esas monta?as de caminos de tierra aspas de una pieza de 76 metros de altura e izarlas con gr¨²as para atornillarlas a la base del aerogenerador ser¨¢ una tarea digna de otro reportaje. Ya se ha estudiado c¨®mo se modificar¨¢n las carreteras, los caminos, y los accesos. Parad¨®jicamente, el viento que bate las crestas de esas colinas constituir¨¢ una dificultad a?adida a la hora de erigir los molinos. Si todo sale como est¨¢ previsto, las aspas gigantes de los 125 aerogeneradores estar¨¢n movi¨¦ndose en alg¨²n momento de 2024 o a principios de 2025. Los beneficios no ser¨¢n por entero para Forestalia, asociada con un fondo de inversi¨®n compuesto por pensionistas daneses que ser¨¢n los que, a la larga, se llevar¨¢n el 80% de lo que rinda la electricidad producida.
Mientras, en los bares y en la calle de Cantavieja ¨Dy en Mosqueruela, y en Fortanete¨D se habla de cualquier cosa menos de los molinos a fin de no discutir m¨¢s entre ellos. El proyecto ha dividido al pueblo. Jos¨¦ Antonio Palomero, un ganadero y pastor de ovejas de 60 a?os que no se ha ido jam¨¢s de vacaciones, est¨¢ a favor. ¡°Y que conste que ya estaba antes de que me tocara¡±, especifica. La frase alude a que en unas fincas de su propiedad ir¨¢ uno de los molinos, por lo que percibir¨¢ 9.000 euros al a?o desde el instante en que empiece a funcionar. Durante 30 a?os. ¡°Ser¨¢ bueno para m¨ª. Pero tambi¨¦n para el pueblo. Traer¨¢ beneficios. ?El paisaje? No afectar¨¢ tanto. No me da pena. Estoy aburrido de verlo¡±, cuenta. Al hotelero de Fortanete Jos¨¦ Manuel Bernal tambi¨¦n le ha correspondido un molino en sus tierras. Pero no lo quiere. Ni ese ni ninguno. ¡°Esto no servir¨¢. Y el dinero que llegue ser¨¢ como el de la loter¨ªa, que se gastar¨¢ r¨¢pido. No es el lugar adecuado para emplazar tantos molinos. Ser¨¢ la puntilla para la comarca¡±. Ni la universitaria Ainhoa Gasc¨®n, de 22 a?os, ni el guarda forestal ?scar Bail¨®n, ambos de Cantavieja, ni Lourdes Villaroya, de 50, original de Fortanete, los quieren tampoco. Temen que ahuyenten al turismo, a los cazadores, a los buscadores de setas, a los que vienen de visita los fines de semana o a los que quieren quedarse a vivir para siempre. Tambi¨¦n que el paisaje de su tierra cambie, se afee, se vuelva irreconocible. En una palabra: tienen miedo de lo que suceder¨¢ en las vidas de todos cuando los molinos empiecen a girar. El temor al futuro de su pueblo tambi¨¦n lo siente el alcalde Altabas. Precisamente por eso ha decidido aceptar el proyecto despu¨¦s de tirarse noches sin dormir. El tiempo dir¨¢ si ha acertado.
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