Jorge Riechmann: ¡°Me pregunto por qu¨¦ no hay m¨¢s cient¨ªficos y profesores universitarios protestando¡± por la crisis clim¨¢tica
El ecologista y profesor de Filosof¨ªa Moral de la Aut¨®noma de Madrid se enfrenta a 21 meses de c¨¢rcel por arrojar pintura biodegradable en una protesta frente al Congreso de los Diputados en 2022
Quienes protestaron frente al Congreso en abril de 2022 para denunciar la inacci¨®n clim¨¢tica no encajaban en la imagen del activista clim¨¢tico joven y desali?ado: eran cient¨ªficos y profesores universitarios. Entre ellos estaba Jorge Riechmann, profesor de Filosof¨ªa Moral en la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM), (Madrid, 61 a?os), al que la Fiscal¨ªa de Madrid le pide ahora 21 meses de c¨¢rcel por arrojar pintura biodegradable al edificio, al igual que a otros 14 implicados. ¡°Cuando participas en algo as¨ª sabes que es una posibilidad ir a prisi¨®n¡±, se?ala este ecologista madrile?o, autor de decenas de libros e impulsor de un movimiento de humanidades ecol¨®gicas. La entrevista tiene lugar en Cercedilla, en la sierra madrile?a, a donde se mud¨® tras sufrir los altos alquileres de la capital y tambi¨¦n ¡°para salir a pasear y pedir perd¨®n a los zorros y los pinos silvestres por la crisis ecosocial¡±. Desde all¨ª se desplaza solo en autob¨²s o cercan¨ªas, tambi¨¦n cuando va a dar clase a la Universidad.
Pregunta. ?Por qu¨¦ fue a la manifestaci¨®n frente al Congreso?
Respuesta. M¨¢s de 70 personas participamos en esa acci¨®n de desobediencia civil no violenta, en la cual arrojamos un l¨ªquido biodegradable color remolacha que representaba la sangre, una situaci¨®n de violencia simb¨®lica con sangre falsa que manch¨® un ratito el Congreso porque la limpiaron en seguida. Nuestras sociedades siguen anestesiadas en relaci¨®n con la crisis ecol¨®gico-social, que es una crisis existencial en la cual nos estamos jugando el todo por el todo, pero mayoritariamente no queremos ver esa realidad.
P. ?Qu¨¦ ha sentido ante la petici¨®n de 21 meses de c¨¢rcel?
R. Hay una desproporci¨®n muy grande entre el calibre de esas amenazas frente a las cuales tendr¨ªamos que estar realizando cambios muy profundos, sist¨¦micos ¡ªen nuestra forma de producci¨®n, de consumo y en nuestra forma de vida¡ª y la inacci¨®n en la pr¨¢ctica. Es parad¨®jico que llamar la atenci¨®n sobre esa brecha con esas formas de desobediencia civil no violenta ¡ªcon una acci¨®n que estaba dise?ada para no causar da?os¡ª sea recogida con una petici¨®n de penas tan elevada por la polic¨ªa, el juzgado de instrucci¨®n y la fiscal¨ªa.
P. Usted rompe la imagen de un activista clim¨¢tico joven y jipi. ?Qu¨¦ hace un profesor universitario protestando por esto?
R. La pregunta ser¨ªa m¨¢s bien por qu¨¦ no hay muchos m¨¢s cient¨ªficos y profesores universitarios protestando por esto. Esta acci¨®n se realiz¨® tras la publicaci¨®n del sexto informe de evaluaci¨®n del IPCC. Nuestra acci¨®n se marcaba en Rebeli¨®n Cient¨ªfica, un movimiento internacional con participaci¨®n de muchos investigadores. C¨®mo es posible que, estando en una sociedad donde hemos desarrollado tanto nuestros sistemas de conocimiento y nuestras instituciones universitarias, sigamos tan pasmados como sociedad.
P. ?Estar¨ªa dispuesto a ir a la c¨¢rcel por esta causa?
R. Cuando participas en una acci¨®n de la desobediencia civil est¨¢s yendo m¨¢s all¨¢, quebrantando un orden normativo. No es una opci¨®n revolucionaria sino una opci¨®n para decir que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante cosas muy graves que est¨¢n ocurriendo. Todo el que emprende una acci¨®n de desobediencia civil sabe que corre el riesgo de ser castigado.
P. ?Veremos una mayor represi¨®n del activismo clim¨¢tico?
R. Hay un incremento de la represi¨®n, un endurecimiento legislativo en Reino Unido y Francia¡ Est¨¢ en marcha esa din¨¢mica.
P. ?Es necesario saltarse las leyes para protestar?
R. No basta con las acciones de desobediencia civil, pero yo creo que son necesarias en el punto en el que estamos, como parte de un movimiento que tiene que ser mucho m¨¢s amplio. El riesgo con las acciones m¨¢s rompedoras de desobediencia civil es separarse demasiado de la sociedad. Gandhi, Luther King o en la lucha por los derechos civiles ten¨ªan que calcular dar pasos que fueran lo bastante audaces para mover algo la situaci¨®n de manera significativa, pero que no rompieran con la poblaci¨®n. Por ahora, no es un movimiento lo bastante fuerte como para mover demasiado. Y puede haber protestas que quiz¨¢ vayan un poco demasiado lejos.
P. ?Se refiere a quienes atacan cuadros?
R. Est¨¢n un poco en ese l¨ªmite, pero todav¨ªa no se han emprendido acciones con la idea de da?ar realmente esas pinturas en los museos, solo se han pegado al marco del cuadro. Lo m¨¢s serio ha sido golpear La Venus del Espejo de Vel¨¢zquez en Londres porque hay un riesgo de da?ar la pintura y eso no ser¨ªa comprendido por la sociedad.
P. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede hacer?
R. No tengo una respuesta definitiva. Yo he probado el ecologismo, v¨ªas pol¨ªticas y tambi¨¦n la desobediencia civil. Necesitamos actuar de tal manera que la coherencia entre lo que sostenemos y lo que vamos haciendo sea una manera de decir cosas. La clave es la educaci¨®n amplia, que incluye la participaci¨®n real en un movimiento social bien orientado.
P. ?Qu¨¦ papel deben tomar el arte y la literatura?
R. Por un lado est¨¢n las tareas que se han planteado siempre a las artes y a la literatura entre los conflictos sociales: vivimos en sociedades atravesadas por la desigualdad y la dominaci¨®n desde hace unos 5.000 a?os; nunca hemos estado en un momento tan desigual como ahora. Y a esas tareas se a?aden ahora dimensiones nuevas: nunca antes hemos dispuesto de esa capacidad de auto exterminio tecnol¨®gico como con las armas nucleares. Tambi¨¦n es nuevo el tipo de biosfera que estamos empobreciendo radicalmente con lo que generamos y ah¨ª est¨¢ todo ese debate del antropoceno y la tragedia clim¨¢tica. Eso es nuevo en t¨¦rminos de la historia de la especies. Las artes tienen ah¨ª un papel relevante. Nosotros trabajamos por una red de grupos de investigaci¨®n en las humanidades ecol¨®gicas, donde hacemos an¨¢lisis y propuestas.
P. ?La gente es consciente de lo que significa la emergencia clim¨¢tica?
R. No. El problema no es que vayamos a tener un poco m¨¢s de calor en verano o que vaya a haber sequ¨ªas, sino que nos estamos jugando la habitabilidad de la tierra y no est¨¢ excluido un horizonte de exterminio humano. Como dec¨ªa el historiador E. P. Thompson, estamos dentro de una cultura nihilista y exterminista hasta un extremo que nos cuesta percibir. Estamos tambi¨¦n en proceso de colapso.
P. ?Qu¨¦ parte de culpa tienen los ricos?
R. El 10% de los m¨¢s ricos del planeta genera el 50% de las emisiones. Es importante subrayar la desigualdad brutal en la que estamos, que no ha existido nunca en la historia de la especie, y a la vez darnos cuenta de que tampoco las formas de vida de la mayor parte de la poblaci¨®n en los pa¨ªses del norte global como el nuestro son sostenibles. En ese 10% que genera el 50% de las emisiones estamos buena parte de la poblaci¨®n de Espa?a. No hay posibilidad de hacer algo significativo para salir de la trampa en la que nos hemos metido sin cambios sist¨¦micos que involucran cambios muy grandes: dejar de comer carne, de desplazarse en autom¨®vil privado (aunque sea el¨¦ctrico), de volar¡ Hablamos de protecci¨®n del clima y la naturaleza, pero la prioridad real de la sociedad es la protecci¨®n del capitalismo y adaptarnos a un mundo en condiciones cada vez m¨¢s infernales.
P. En la sociedad cala que dejar el coche y la carne son sacrificios para los pobres, mientras los ricos siguen viajando en jets privados.
R. Hay que oponerse desde una idea fuerte de igualdad social: sin dar pasos significativos en esa igualdad social va a ser dif¨ªcil hacer frente a la crisis clim¨¢tica. Ni siquiera cabe pensar en un mundo que evite lo peor del calentamiento global y siga siendo capitalista. Cambios sist¨¦micos quiere decir dar pasos hacia un sistema poscapitalista. Mientras, vamos hacia el infierno, que es lo que nos viene diciendo el secretario general de Naciones Unidas.
P. ?Qu¨¦ es ser ecologista hoy?
R. Oponerse a ese car¨¢cter exterminista de la cultura dominante, teniendo cuidado de no arrojar demasiada culpa. Son las cabezas de la gente. Los ecologistas tienen que dar ejemplo en su vida cotidiana: yo dej¨¦ de comer carne en 1993 y dej¨¦ de volar en 2015.
P. ?Qu¨¦ opina del debate sobre las renovables en ciertos paisajes?
R. Nos equivocamos si reducimos lo que es una verdadera transici¨®n ecol¨®gica a una transici¨®n energ¨¦tica. Nos estamos enga?ando al creer que a?adir generaci¨®n renovable de electricidad es avanzar mucho, mientras seguimos usando la misma cantidad de combustibles f¨®siles. En segundo lugar, no aceptamos que necesitamos vivir con menos energ¨ªa: las renovables no van a proporcionar tanta energ¨ªa como la que nos hemos acostumbrado a considerar normal con los combustibles f¨®siles. Necesitamos vivir con mucha menos energ¨ªa, viviendo de otra manera, desplaz¨¢ndonos de otra manera, consumiendo de otra manera.
P. ?Hacia d¨®nde ir¨¢ el activismo clim¨¢tico?
R. Yo creo que va a ir a m¨¢s, m¨¢s participaci¨®n de m¨¢s gente, quiz¨¢ formas de acci¨®n m¨¢s decididas, protestas en los aeropuertos, contra los jets privados, nuevas formas de protestas, y a la vez nuevas propuestas en decrecimiento, ecolog¨ªa¡ Y tambi¨¦n hay cierto movimiento de cambios grupales y personales de gente que decide que se puede vivir de otra manera.
P. ?Hay riesgo de que se vuelva violento?
R. Ojal¨¢ que no suceda, pero no lo s¨¦, por esa gran desproporci¨®n entre lo que tocar¨ªa hacer y lo que estamos haciendo.
P. ?Por qu¨¦ protestan mayoritariamente los j¨®venes?
R. Es indudable que hay un elemento generacional, pero lo raro es que no haya habido movimientos juveniles mucho antes. Al mismo tiempo, la gente m¨¢s mayor sigue trabajando en organizaciones ecologistas cl¨¢sicas. Es un error pensar: ¡°Yo ya no lo voy a vivir por tener 61 a?os¡±. Estamos hablando de plazos muy cortos.
P. ?Habr¨ªa que prohibir los vuelos baratos?
R. S¨ª. Y no solo los vuelos baratos y los cortos: tendr¨ªamos que vivir casi sin aviaci¨®n. La aviaci¨®n tendr¨ªa que ser percibida como algo muy extraordinario que puede estar justificado en circunstancias muy extraordinarias, un mediador que tiene que llegara a una guerra o un trasplante de ¨®rganos, pero no usarla como ahora. Eso es incompatible con una vida civilizada.
P. Pero esta Uni¨®n Europea se ha hecho con vuelos baratos y Erasmus.
R. Los Erasmus pueden viajar en tren perfectamente, el problema tiene que ver con la aceleraci¨®n social y con querer hacerlo todo demasiado r¨¢pido. Alguien que va a pasar un semestre o un a?o a otra universidad europea puede tomar el tren, en lugar de dos horas tardar¨¢ un d¨ªa o como mucho dos. La ¨²nica manera de conciliar la riqueza que conlleva viajar con las restricciones ecol¨®gicas es viajar menos y hacer estancias m¨¢s largas.
P. ?El cambio de movilidad en las urbes pasa por cambiar los coches tradicionales por coches el¨¦ctricos?
R. No. Es pensar en caminar, usar transporte p¨²blico y pedalear. No es posible un modelo de movilidad sostenible con coches privados aunque sean el¨¦ctricos. Mandar a la gente a vivir en urbanizaciones cada vez m¨¢s lejos de las ciudades es un enorme error que los ecologistas nos hemos pasado decenios denunciando. No tiene sentido esa segregaci¨®n espacial, o lo vamos orientando hacia un modelo mucho m¨¢s localizado territorialmente, o seguiremos en ese camino hacia el infierno.
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.