El triste final de ¡®Flaco¡¯, la rapaz que estuvo un a?o en busca y captura en Nueva York
La muerte del b¨²ho, que hab¨ªa escapado del zoo de Central Park despu¨¦s de que unos gamberros cortasen la malla met¨¢lica del recinto, simboliza el anhelo de libertad de la fauna en cautiverio en la ciudad
Desde que escap¨® hace un a?o, el recuerdo de Flaco, el habitante m¨¢s famoso del zoo de Central Park, alimentaba la imaginaci¨®n de los neoyorquinos que visitan el pulm¨®n verde de Manhattan. Armados con prism¨¢ticos, teleobjetivos y paciencia, grupos de ornit¨®logos y fot¨®grafos aficionados, adem¨¢s de curiosos, miraban hacia las copas de los ¨¢rboles por si el fugitivo plantaba de repente en una quima su pose de estatua. Su reaparici¨®n aqu¨ª y all¨¢, de un roble a un olmo, era noticia peri¨®dica en las redes, con fotos del avistamiento, mientras una cuenta de X (antes Twitter) daba fe de sus correr¨ªas. Hasta que el viernes pasado el b¨²ho real euroasi¨¢tico, de 13 a?os, encontr¨® la muerte al chocar en pleno vuelo contra un edificio de la calle 89 Oeste.
¡°Nos entristece informar de que Flaco, el b¨²ho real euroasi¨¢tico desaparecido del zoo de Central Park despu¨¦s de que el recinto [donde viv¨ªa] fuera objeto de actos vand¨¢licos hace poco m¨¢s de un a?o, ha muerto tras una aparente colisi¨®n con un edificio en la calle 89 Oeste de Manhattan¡±, declar¨® la organizaci¨®n Wildlife Conservation Society (WCS) en un comunicado. Flaco se hab¨ªa convertido en un s¨ªmbolo de la supervivencia de la vida salvaje en una ciudad tambi¨¦n salvaje para las criaturas que la habitan, humanas y animales. Durante un a?o en libertad demostr¨® que aquellos que le daban pocos d¨ªas de vida al no ser capaz de alimentarse o protegerse estaban equivocados: durante doce meses, se las apa?¨® para vivir -y volar- por su cuenta. Su historia es tambi¨¦n un recordatorio de la rica fauna de una ciudad sometida al asfalto y las rejas.
El viernes a eso de las 17.30 horas, se lo encontr¨®, a¨²n vivo, un vecino del inmueble de la citada calle, que casualmente result¨® ser un veterano observador de aves (una afici¨®n muy extendida entre los neoyorquinos). ¡°Estaba tendido boca abajo, delante de la puerta del s¨®tano que da al patio de nuestro edificio. No era una visi¨®n nada agradable¡±, dijo consternado el hombre a los periodistas. A¨²n aleteaba, y el vecino llam¨® con urgencia a Wild Bird Fund, un centro de rehabilitaci¨®n de fauna salvaje, algunos de cuyos miembros se desplazaron a toda velocidad al lugar. No pudieron hacer nada por salvarlo. El cuerpo del ave fue trasladado al zoo del Bronx para realizarle una necropsia.
Cuando escap¨® del zoo, el 2 de febrero de 2023, se levantaron homenajes en el parque. Junto al estanque de la calle 72 Este, brotaron postales, peluches, flores, velas y lazos, junto con cari?osos y solidarios mensajes dejados por los paseantes, que se refer¨ªan a Flaco como si fuera un miembro de la familia. Cuando los gamberros presuntamente cortaron la malla met¨¢lica de su jaula, Flaco gan¨® la libertad, y los neoyorquinos, un s¨ªmbolo: el de un anhelo por una vez satisfecho.
Conocido es el estrecho v¨ªnculo que los neoyorquinos tienen con los animales (salvajes o dom¨¦sticos): en un lugar no identificado del parque, que s¨®lo se descubre por puro azar, con los pasos perdidos, hay un ¨¢rbol convertido en memorial secreto donde se rinde homenaje a gatos, perros, conejos, h¨¢msteres y otras criaturas que compartieron su vida con humanos. Se llama m¨¢s o menos el ¨¢rbol de Navidad conmemorativo de mascotas, y recibe especialmente ofrendas en el periodo comprendido entre Acci¨®n de Gracias y el d¨ªa de Reyes.
Desde su perfil en X, llamado El B¨²ho Flaco, la rapaz lanzaba un gui?o juguet¨®n a los urbanitas: ¡°Intenta encontrarme¡±. Como si hiciera falta incentivarles... Desde su huida, fue el objetivo n¨²mero uno de los numerosos grupos de ornit¨®logos y fot¨®grafos que a diario recorren el parque. Las fotos que reflejaban sus apariciones en distintos ¨¢rboles corr¨ªan como la espuma en las redes, as¨ª como en los numerosos portales de informaci¨®n comunitaria. Pillar a Flaco posado en un ¨¢rbol, con sus escrutadores ojillos de rapaz, era como obtener el premio gordo de un sorteo. Poco a poco, se aventur¨® m¨¢s all¨¢ de los ¨¢rboles e, insolente, se dej¨® ver en escaleras de incendios y cornisas, incluso asomado a veces a ventanas en edificios que rodean el parque. Su plumaje pronto encontr¨® acomodo en sudaderas, tazas de caf¨¦ y pegatinas, entre otra mercadotecnia.
Flaco estuvo un a?o en busca y captura, aunque ning¨²n sheriff dictase orden alguna. Se trataba de devolverle al redil c¨®modo y f¨¢cil del zoo para mantenerlo lejos de los peligros que toda urbe implica, desde los tendidos el¨¦ctricos a la acci¨®n de cualquier alima?a. El intento m¨¢s cercano fue de la propia polic¨ªa neoyorquina, que describi¨® su frustrada operaci¨®n de rescate como ¡°una aventura¡±: ¡°Intentamos ayudar a este peque?o sabelotodo, pero se hart¨® de su creciente p¨²blico y sali¨® volando¡±.
¡°El v¨¢ndalo que da?¨® la morada de Flaco puso en peligro la seguridad del ave y es, en ¨²ltima instancia, responsable de su muerte¡±, dijo el viernes WCS en un comunicado. ¡°Todav¨ªa tenemos la esperanza de que la polic¨ªa de Nueva York, que est¨¢ investigando el ataque, detenga a alguien¡±. Su desaparici¨®n sigue a otro triste suceso: la reciente muerte por atropello del ¨¢guila calva Rover, otro de los vecinos m¨¢s conocidos de Nueva York, en una autopista de circunvalaci¨®n de la ciudad.
En su ¨²ltimo mensaje en X, a t¨ªtulo p¨®stumo, el b¨²ho invitaba este s¨¢bado a una despedida comunitaria: ¡°Se ha instalado un monumento conmemorativo en mi viejo roble favorito en el lado oeste de East Drive en la calle 104. Por favor ponga flores, deje una nota, o simplemente comparta un rato con otros que me amaron¡±. El pr¨®ximo s¨¢bado se celebrar¨¢ all¨ª un acto en su recuerdo.
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