El problem¨¢tico retorno al origen

En su cuarto largometraje de ficci¨®n, el valenciano Pedro P¨¦rez Rosado parece moverse en territorio familiar: sobre el escenario de los campamentos saharauis, que ya nutri¨® su ¨®pera prima ¡°Cuentos de la guerra saharaui¡± (2004), ¡°Wilaya¡± cuenta un relato de resistencia, determinaci¨®n y autoafirmaci¨®n femenina que podr¨ªa mantener puntos de contacto con sus trabajos posteriores como ¡°Agua con sal¡± (2005) y la exc¨¦ntrica ¡°La mala¡± (2008). ¡°Wilaya¡± tambi¨¦n encuentra su conflicto b¨¢sico en el choque cultural: en el problem¨¢tico reingreso al lugar de origen de Fatimetu, una saharaui adoptada y criada por espa?oles que se ver¨¢ obligada a lidiar con las inercias culturales de su entorno familiar y, finalmente, decidir¨¢ tomar las riendas de su futuro.

A la propuesta de P¨¦rez Rosado no se le pueden reprochar ni la condescendencia, ni el paternalismo que suelen condicionar tantas veces las buenas intenciones de similares propuestas cinematogr¨¢ficas de acercamiento a la cultura del Otro. S¨ª que se le puede cuestionar que aparque lo ideol¨®gico en favor de lo sentimental, cuando los dos extremos no son precisamente irreconciliables, como demuestran, sin ir m¨¢s lejos, el cine de los Dardenne o de Jafar Panahi.

Las actrices Nadhira Mohamed y Memona Mohamed se ven obligadas a bregar con di¨¢logos que suenan impostados y forzadamente funcionales, pero consiguen que sus personajes se impongan sobre unas im¨¢genes que, demasiado a menudo, se rinden a la fotogenia del exotismo. ¡°Wilaya¡± se sustenta as¨ª en una paradoja: la mirada del exiliado adopta la insistente forma de la mirada del turista.