Los nuevos cuentos de la Alhambra
A unos d¨ªas de la reapertura del Patio de los Leones, tras diez a?os de rehabilitaci¨®n, recorremos el coraz¨®n del monumento m¨¢s visitado del patrimonio espa?ol
En el patio de los Leones de la Alhambra hay emoci¨®n y tambi¨¦n nervios contenidos esta ma?ana de julio sofocante. Son apenas las siete y media, y la restauradora Carmen Tienza trabaja encaramada en la gran taza de m¨¢rmol de Macael de una de las fuentes m¨¢s famosas del planeta. Labrada en una sola pieza con 12 leones en su base que funcionan como surtidores, la fuente fue colocada en este lujoso palacio de yeser¨ªas y moc¨¢rabes inveros¨ªmiles alrededor de 1370, momento de m¨¢ximo esplendor del sultanato nazar¨ª, bajo el mandato de Muhammad V. El patio, que lleva diez a?os rehabilit¨¢ndose, es el coraz¨®n de la Alhambra: m¨¢s de tres millones de personas visitaron la fortaleza y sus salas de exposiciones el a?o pasado, m¨¢s que el Museo del Prado, y tanto Carmen como los 278 trabajadores del monumento son conscientes de su responsabilidad, en d¨ªas especiales como hoy todav¨ªa m¨¢s.
Una cuadrilla de alba?iles termina de colocar las losas del nuevo pavimento de m¨¢rmol. Sustituir¨¢ la grava que cubri¨® el patio durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Acuclillado, el arquitecto Pedro Salmer¨®n revisa detalles del sistema hidr¨¢ulico reci¨¦n instalado. A partir de ahora podr¨¢ controlarse la presi¨®n, la temperatura y hasta el nivel de los productos qu¨ªmicos de los 5.000 litros de agua que fluir¨¢n por las fuentes y canales de este incre¨ªble palacio porticado, abierto al sur a la sala de los Abencerrajes y al norte a la de Dos Hermanas, c¨¦nit de la decoraci¨®n arquitect¨®nica de la Alhambra.
En 1829 el escritor Washington Irving vivi¨® varios meses en la Alhambra
Hoy es un d¨ªa hist¨®rico. Dentro de un rato se har¨¢ la ¡°prueba del agua¡±. Debido a distintos problemas y luego por el proceso de restauraci¨®n, desde hace quince a?os no funcionaban a la vez las once fuentes del palacio. ¡°Ahora el agua volver¨¢ a correr por todo el patio¡±, dice Salmer¨®n.
Carmen sella ahora uno de los orificios del gran taz¨®n dodecagonal, que en su parte externa muestra los versos del visir Ibn Zmrak en caligraf¨ªa ¨¢rabe: "?No ves c¨®mo el agua se derrama en la taza, pero sus ca?os la esconden enseguida? Es un amante cuyos p¨¢rpados rebosan de l¨¢grimas¡". La Alhambra es tambi¨¦n un gran libro habitable: sus paredes y z¨®calos est¨¢n llenos de oraciones y poemas tan delicados como su arquitectura.
Hace veinte a?os Carmen Tienza entr¨® a trabajar a La Alhambra. La mitad de ese tiempo lo ha dedicado a rehabilitar la fuente de los Leones, por lo que puede decirse que est¨¢ a punto de concluir el proyecto profesional m¨¢s importante de su vida. Carmen ha dirigido un equipo de nueve restauradores y ha colaborado con ingenieros, ge¨®logos, qu¨ªmicos, microbi¨®logos, arquitectos... M¨¢s de un centenar de personas han tomado parte en el proceso que comenz¨® all¨¢ por 2002, cuando desmont¨® el primer le¨®n, al que bautiz¨® como F¨¦lix. ¡°Ten¨ªa tal costra que, al limpiarlo, en vez de le¨®n parec¨ªa gato¡±.
A finales de julio, por fin, ser¨¢ la inauguraci¨®n oficial. Los visitantes podr¨¢n volver a acceder al patio y acercarse a la fuente despu¨¦s de la remodelaci¨®n m¨¢s importante llevada a cabo en este espacio en un siglo largo. Carmen todav¨ªa no lo cree.
Irving critic¨® el palacio de Carlos V como una "orgullosa intrusi¨®n" frente al rey moro
Son ya las ocho y media, la hora en que la fortaleza se abre a los turistas. Por la puerta de la Justicia suben vestidos de novios Luis y Victoria, con fot¨®grafo, maquillador y parientes incluidos. Tras ellos viene una familia ¨¢rabe, la madre con velo de cuerpo entero pero su peque?o con una camiseta del Bar?a. Los niqab abundan en la Alhambra, tambi¨¦n el look del buen turista estadounidense, pantal¨®n corto, mochila, chaleco con bolsillos y botella de agua. Este precisamente ha sido uno de los mayores retos: la restauraci¨®n se ha hecho sin cerrar nunca al p¨²blico, algo extraordinario si se tiene en cuenta que cada d¨ªa el Patronato pone a la venta 8.400 entradas (ni una m¨¢s, para preservar el monumento). El acceso al ¨¢rea de los palacios, donde se encuentra el Patio de los Leones, est¨¢ restringido desde hace tiempo: 300 personas cada media hora y siempre se llenan.
¡°Los primeros en llegar son los japoneses¡±, dice Antonia, un cuarto de siglo de trabajo en la Alhambra limpiando sus suelos y paredes. Entrar con ella al amanecer, con la fregona y el cubo, es un lujo. El silencio es casi absoluto y nuestros pasos resuenan en el Patio de los Arrayanes, donde lo primero es limpiar las cacas de los murci¨¦lagos que por la noche han estado de cacer¨ªa en la alberca. ¡°Aqu¨ª solo se puede limpiar con agua, nada de productos qu¨ªmicos¡±, afirma.
En las 400 hect¨¢reas que administra el Patronato de la Alhambra y el Generalife, de ellas 62.000 metros cuadros construidos, hay m¨¢s de 400 especies de plantas y 200 de vertebrados, incluidos tejones y jabal¨ªes, pero por razones obvias los que m¨¢s problemas dan a Antonia son ¡°los que vuelan¡±: murci¨¦lagos, palomas, gorriones, cern¨ªcalos primillas, garzas y vencejos, estos ¨²ltimos un gran dolor de cabeza en ¨¦poca de primavera y verano pues anidan en las yeser¨ªas. En estos momentos, cuenta el responsable de jardines y bosques, Rafael de la Cruz, se est¨¢n colocando nidos artificiales en las cornisas del palacio de Carlos V para que se desplacen all¨ª y disminuir el da?o.
Est¨¢n las aves y est¨¢n las legiones de turistas. A estas alturas de la vida, Antonia Mart¨ªnez, de 63 a?os, es casi restauradora. Sabe cu¨¢ndo se puede frotar un alicatado y cu¨¢ndo no, en qu¨¦ momento ha de fregar una pared sobada por el roce continuo de manos, espaldas y mochilas, y cuando hay que llamar a Ram¨®n Rubio, jefe del servicio de yeser¨ªas, si un irresponsable ha hecho un disparate. Hace poco una mujer suiza grab¨® las iniciales de su nombre en un capitel geom¨¦trico del Patio del Cuarto Dorado, en el Palacio de Comares. Le dio tiempo solo a poner dos letras, lo bastante para pasar la noche en el calabozo.
"?No ves c¨®mo el agua se derrama en la taza, pero sus ca?os la esconden?"
¡°El problema no es nuevo¡±, afirma Jes¨²s Berm¨²dez, de 52 a?os, asesor t¨¦cnico de arqueolog¨ªa del Patronato y autor de la gu¨ªa oficial de la Alhambra. Su padre fue fundador del Museo Arqueol¨®gico de la Alhambra y ¨¦l naci¨® y se cri¨® en el monumento. ¡°Durante mucho tiempo la Alhambra fue un barrio m¨¢s de Granada¡±, explica. De sus famosos hijos y de sus leyendas habl¨® el escritor norteamericano Washington Irving en sus Cuentos de la Alhambra, tras vivir varios meses ¡ªen 1829¡ª en las habitaciones construidas para Carlos V sobre el jard¨ªn de Lindaraja.
Escandalizados por las tropel¨ªas constantes, el propio Irving y su amigo el pr¨ªncipe Dolgorouki regalaron un ¨¢lbum para que los visitantes estamparan all¨ª sus firmas y no en las paredes y yeser¨ªas. Lo cuenta Jes¨²s y ense?a, grabado a navaja en la mism¨ªsima fuente de los Leones, el nombre del escritor y dibujante ingl¨¦s Richard Ford (1796-1858). Aquel libro fue ¡°una de las primeras medidas de conservaci¨®n¡±, dice del obsequio (un volumen de 351 p¨¢ginas, que comienza en 1829 con el aut¨®grafo de Irving y termina en 1872) que hoy se guarda en los archivos junto a otra docena de tomos que contienen firmas ilustres como la de Henri Matisse, Sorolla, Manuel de Falla, Alb¨¦niz, Santiago Rusi?ol, Lorca y muchos otros artistas a los que el embrujo del lugar inspir¨®.
No hay una sola Alhambra, sino varias Alhambras. Y Jes¨²s tiene una de las llaves maestras con la que se abren puertas habitualmente cerradas, o que solo se franquean si son ¡°espacio del mes¡±.
Entre los lugares m¨¢gicos que se visitan raramente, o a los que solo los privilegiados acceden, est¨¢ el Patio del Har¨¦n, situado en la planta alta de la sala de los Abencerrajes, desde donde la perspectiva de la fuente de los Leones es especial. El hammam siempre deslumbra a los visitantes: los ba?os de vapor del sult¨¢n impactan a los que tienen la suerte de disfrutar de sus tragaluces lobulares y estrellados, que crean juegos de luz de ensue?o. La leyenda dice que los m¨²sicos que amenizaban el ba?o eran ciegos, ¡°para no ver al sult¨¢n desnudo¡±, cuenta Jes¨²s, que se conoce cada historia y cada recodo de la Alhambra pues aprendi¨® aqu¨ª a caminar.
El Peinador de la Reina es un fant¨¢stico mirador abierto a los barrios del Albaic¨ªn y el Sacromonte, y de all¨ª vamos a lo que Jes¨²s considera la joya de la Alhambra: la Torre de la Cautiva, donde, asegura la tradici¨®n y confirman hoy algunas vigilantes cr¨¦dulas, a veces aparece la figura de una mujer con una t¨²nica blanca en noches de luna llena. Edificada sobre la muralla norte, los alicatados de esta torre-palacio est¨¢n entre los m¨¢s hermosos de la fortaleza, ¡°con piezas de color p¨²rpura ¨²nicas y poemas de alabanza de Ibn al-Yayyab: ¡®Calahorra que entre las estrellas en su ¨®rbita se mete, y que vecina es de Piscis y de Pl¨¦yades¡±, recita de memoria.
De lo m¨¢s sublime a la pura tierra. Cada d¨ªa se venden miles de euros en las m¨¢quinas de agua y coca-cola instaladas frente a la mole del Palacio de Carlos V, que Washington Irving calific¨® de ¡°orgullosa intrusi¨®n¡± destinada ¡°a eclipsar la residencia de los reyes moros¡±. Si no logr¨® su objetivo el emperador espa?ol, tampoco Jos¨¦ Torres Hurtado, alcalde de Granada (del Partido Popular), que el a?o pasado propuso la marcianada de unir mediante cintas m¨®viles y un ascensor la Alhambra con el Paseo de los Tristes, de modo que los turistas pudieran bajar y subir a la ciudad sin cansarse. Por suerte esta vez ni se movi¨® una roca, ya que el Patronato, dependiente de la Junta de Andaluc¨ªa y bajo la direcci¨®n de Mar¨ªa del Mar Villafranca, fren¨® la locura antes de comenzar.
La plaza de los Aljibes, entre la Alcazaba y los palacios, era el lugar por el que deb¨ªa ¡°entrar¡± el famoso elevador. Aqu¨ª sigue funcionando el ¨²nico quiosco de la Alhambra, propiedad de Antonio Guardia, que lo hered¨® de su padre ?ngel y este del suyo, Rafael, quien se instal¨® all¨ª en 1906, ¨¦poca en que a¨²n sub¨ªan los aguadores en borrico a buscar agua para los vecinos de Granada. Dice Antonio que hasta los ochenta siguieron viniendo cargadores y que la costumbre era refrescarse arriba con un combinado de agua, aguardiente y azucarillo.
La Alhambra es un gran libro habitable, lleno de poes¨ªa en paredes y z¨®calos
Dice Irving que en los tiempos en los en que vivi¨® en la Alhambra el Patio de los Aljibes era ¡°una especie de tertulia perpetua", formada ¡°por los inv¨¢lidos, las viejas y todos los vagos y curiosos de la fortaleza¡±. All¨ª ¡°se charla acerca de los sucesos de la fortaleza, se pregunta a los aguadores que van llegando por las noticias de la capital, y se hacen largos comentarios sobre todo cuanto se ve y se oye¡±. El relato del escritor resulta actual, pues entre las diez y las once se re¨²nen aqu¨ª a desayunar o refrescarse vigilantes, jardineros, alba?iles y trabajadores en general, adem¨¢s de numerosos turistas y escuelas en pr¨¢cticas. Los fantasmas, desde luego, son otros en esta ¨¦poca.
Uno, por ejemplo, puede enterarse tomando un caf¨¦ de que una de las visitas m¨¢s agrias y dif¨ªciles de personalidades extranjeras fue la de Michelle Obama, esposa del presidente de EE UU, cuando estuvo con sus hijas hace dos a?os. La fortaleza fue cerrada durante tres horas y tomada por un centenar de sus agentes que no dejaron siquiera entrar a la directora, adem¨¢s de quitar la tarjeta de memoria al fot¨®grafo oficial de la Alhambra. Contrasta con el paseo que dieron el a?o pasado el primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, y su esposa. Pagaron su entrada como todos y llegaron sin avisar ni pedir medidas de seguridad extraordinarias.
¡°Esto era de mis abuelos¡±, dice en jarras un var¨®n musulm¨¢n a una celadora. Ella responde: ¡°?Qu¨¦ va, hombre! Lo perdisteis hace tiempo ?Que no se hubiera ido Boabdil llorando!¡±.
La Alhambra se autofinancia y es uno de los monumentos m¨¢s rentables de Espa?a. Este a?o su presupuesto es de 25 millones de euros, un 11% m¨¢s que el a?o pasado. Adem¨¢s de lo que se recauda por concepto de entradas, hay otras v¨ªas de financiaci¨®n, como las que aportan el resto de los patronos y lo que dan libros y merchandising.
¡°Todo el proceso de restauraci¨®n lo sufragamos con nuestro presupuesto, que lo aprueba la Junta¡±, afirma Villafranca. En el caso de la rehabilitaci¨®n del Patio de los Leones, que en realidad comenz¨® con la restauraci¨®n de los moc¨¢rabes y pinturas de la sala de los Reyes, todo el proceso ha costado 2.200.000 euros.
Francisco Lamolda, jefe del servicio de Conservaci¨®n, da una voz y el agua empieza a fluir por las once fuentes del Patio de los Leones, que relucen. Carmen Tienza los mira. ¡°Los reconozco con los ojos cerrados, son como mis hijos¡±, dice, mientras sale cristal por sus bocas. El agua viene de la presa del Sult¨¢n, a seis kil¨®metros de aqu¨ª. Igual que hace 600 a?os. Cristobal ya ha regado los rosales del Generalife, y esta noche hay concierto en el vecino Patio de los Arrayanes, donde los murci¨¦lagos empiezan su cacer¨ªa. Pero Carmen ya no est¨¢. Ma?ana hay que trabajar.
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