El a?o nuevo se celebr¨® durante siglos el 25 de marzo ?Por qu¨¦ acab¨® triunfando el 1 de enero?
El principio de a?o actual se estableci¨® como fecha definitiva en el siglo XVI
Es imposible saber desde cu¨¢ndo la humanidad mide el tiempo de forma organizada; pero seguramente sea mucho antes de la invenci¨®n de la agricultura: el ritmo de las estaciones marca la vida de los n¨®madas, que tienen que prepararse para el fr¨ªo y la carest¨ªa del invierno en algunas latitudes y, en otras, para las estaciones lluviosas y secas. Saber con antelaci¨®n cu¨¢ndo llegaba el fr¨ªo o volv¨ªa el buen tiempo pod¨ªa ser esencial para la supervivencia y para eso era necesario contar los d¨ªas. Desde el neol¨ªtico, hace unos 10.000 a?os, los ciclos de la agricultura, la siembra y la cosecha, divid¨ªan el trabajo del campo en periodos muy claros. El calendario m¨¢s antiguo fue descubierto en Aberdeenshire (Escocia) y tiene unos diez milenios. Desde entonces se han producido grandes cambios, quiz¨¢s el mayor fue el paso del Calendario Juliano al Gregoriano en gran parte de la cristiandad en el siglo XVI.
El Calendario Juliano ten¨ªa un cierto decalaje con respecto al sol y, a lo largo de los siglos, la diferencia entre los d¨ªas y la realidad en la naturaleza se hac¨ªa cada vez m¨¢s evidente. Por eso, cuando se aplic¨® el Gregoriano saltaron unos cuantos d¨ªas y se pas¨® de golpe de la noche del 4 de octubre de 1582 a la madrugada del 15 de octubre. Sin embargo, ese nuevo calendario, que no se instaur¨® en el mundo ortodoxo, tuvo una consecuencia mucho m¨¢s universal: el 1 de enero se impuso en unas d¨¦cadas como el d¨ªa de A?o Nuevo.
La Navidad, como las Saturnales durante la antigua Roma, coincide con el Solsticio de Invierno, el d¨ªa m¨¢s corto del a?o, un momento que tiene un enorme poder simb¨®lico porque desde la antig¨¹edad se interpreta como una victoria de la luz frente a la oscuridad, el principio de una nueva ¨¦poca. Pero eso no quiere decir que el a?o siempre acabase y empezase en invierno. De hecho, durante una parte importante de la Edad Media y el principio de la Edad Moderna, hasta el siglo XVI, muchos pa¨ªses de la Europa cristiana celebraban el fin de a?o el 25 de marzo, d¨ªa de la Anunciaci¨®n. El 1 de enero se fij¨® a lo largo del siglo XVI, en los a?os previos o posteriores al establecimiento del Calendario Gregoriano, cuando culmin¨® una revoluci¨®n en la forma de medir el tiempo.
¡°El ciclo del a?o es el calendario lit¨²rgico¡±, escribe el medievalista Michel Pastoureau en La vida cotidiana de los caballeros de la tabla redonda (Temas de Hoy), un ensayo precioso lleno de detalles sobre el d¨ªa a d¨ªa de la poblaci¨®n cristiana de Francia e Inglaterra en la Edad Media. ¡°Las ¨¦pocas m¨¢s relevantes son el Adviento y la Cuaresma y las fiestas principales son Navidad, Pascua [de resurrecci¨®n], Ascensi¨®n, Pentecost¨¦s y Todos los Santos¡±. Tres de estas fiestas tienen una fecha fija ¡ªNavidad el 25 de diciembre desde el siglo IV, la Asunci¨®n el 15 de agosto desde el siglo XIII y Todos los Santos el 1 de noviembre desde el siglo VII¡ª, mientras que las otras tres dependen del ciclo lunar. La Pascua se celebra desde el siglo VIII ¡°en el domingo que sigue a la primera luna posterior al 21 de marzo¡±. La ascensi¨®n se celebra 40 d¨ªas despu¨¦s de Pascua y Pentecost¨¦s, 50.
Desde el punto de vista de los ciclos de las estaciones, tiene tambi¨¦n sentido celebrar el a?o nuevo cuando se aproxima la primavera y la vida vuelve despu¨¦s del invierno. Eso puede explicar por qu¨¦, durante tanto tiempo, el a?o nuevo se celebraba en marzo; aunque no se trataba, en absoluto, de una costumbre generalizada. En aquella ¨¦poca, antes del tiempo universal y compartido, el fin de a?o era un caos.
As¨ª describe Pastoureau la situaci¨®n en Francia: ¡°En Soisons, el a?o comienza el 25 de diciembre; en Beauvais y Reims, el 25 de marzo; en Par¨ªs el d¨ªa de la Pascua; en Meaux, el 22 de julio (santa Mar¨ªa Magdalena). Sin embargo, notemos que los d¨ªas habitualmente elegidos son Navidad (regiones del oeste y suroeste), la Anunciaci¨®n (Normand¨ªa, Poitou, parte del centro y este) y Pascua (Flandes, Artois, dominio real)¡±. En las regiones que adoptan la Pascua, que es una fecha cambiante, el mes de abril a veces era muy largo y otras muy corto, seg¨²n cu¨¢ndo ca¨ªa la Semana Santa. En casi toda Europa, incluyendo Espa?a, la situaci¨®n era similar: en Castilla, por ejemplo, el a?o empezaba el 25 de marzo.
En cierta medida se puede explicar el calendario, y la divisi¨®n del d¨ªa en diferentes horas, como una lucha entre elementos civiles y religiosos. El control del tiempo por parte de la sociedad fue uno de los grandes logros de la Edad Media. El gran historiador franc¨¦s Jacques Le Goff dedic¨® un precioso ensayo a este tema, L¡¯Occident m¨¦dieval et le temps, recogido en su recopilaci¨®n de ensayos Un autre Moyen ?ge (Gallimard). Frente al tiempo de la Iglesia, que marcaban los campanarios, poco a poco se impone un tiempo civil, urbano, entre otras cosas gracias a uno de los inventos fundamentales del mundo occidental: el reloj mec¨¢nico, que otorga a cada individuo la capacidad para medir el tiempo.
¡°As¨ª lleg¨® el tiempo moderno¡±, escribe Le Goff, autor tambi¨¦n de Tiempo, trabajo y cultura en el occidente medieval (Taurus). ¡°Uniforme, divisible en horas legales, totalmente independiente del tiempo natural, salvo para el principio del d¨ªa, que en la Edad Media coincid¨ªa con la ca¨ªda de la noche¡±. Entonces, empez¨® otra batalla secular por el tiempo, ordenado, universal, cada vez m¨¢s distanciado del ritmo de la religi¨®n y de las campanas. Como escribe Le Goff, ¡°el tiempo, entonces, es el del poder y el dinero¡±.
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